El 's¨ª' a Europa
El 12 de marzo, d¨ªa del refer¨¦ndum, los espa?oles nos jugamos algo para nosotros trascendental: la ratificaci¨®n con el voto directo de nuestra total integraci¨®n en la Europa occidental, lo que para muchos de nosotros fue una de las grandes ilusiones de juventud en esos a?os de oscurantismo y de lucha contra la dictadura del general Franco.Despu¨¦s de tantos, tant¨ªsimos a?os, casi varios siglos de aislacionismo, con el solo par¨¦ntesis de las postrimer¨ªas del reinado de Fernando VI, la casi totalidad del de Carlos III y los breves a?os de la II Rep¨²blica, Espa?a, desde el auge del barroco hasta la muerte del dictador, entre sue?o y siesta con sopor, se mira el ombligo.
Integraci¨®n completa
Por todo ello, nuestra integraci¨®n en Europa ha de ser completa, lo que implica adherirse tambi¨¦n a su sistema defensivo. Tenemos que ser, por lo menos durante alg¨²n tiempo, m¨¢s europeos que nadie, para as¨ª paliar tantos a?os de aislamiento. La perplejidad que producir¨ªa en Europa nuestra salida de la Alianza Atl¨¢ntica no es ninguna suposici¨®n, sino un hecho de consecuencias imprevisibles que la joven democracia espa?ola, reci¨¦n integrada en la comunidad occidental, no puede permitirse.La sacralizaci¨®n de los ideales por parte de una izquierda recalcitrante que niega sus derechos a la raz¨®n hist¨®rica, encerrada en sus dec¨¢logos y postulados, coincide extra?amente con los intereses de una derecha ultramontana y nost¨¢lgica que antepone sus conveniencias de partido a los intereses nacionales.
El votar no a la Alianza Atl¨¢ntica en aras de una pol¨ªtica neutralista, tercermundista, pro ¨¢rabe y de acercamiento a los pa¨ªses hermanos de Latinoam¨¦rica, para as¨ª africanizar y latinoamericanizar a Espa?a en base a una memoria hist¨®rica ya de por vieja olvidada, me parece una broma si no fuera porque me recuerda cierta pol¨ªtica exterior que se practic¨® en el pa¨ªs por m¨¢s de 40 a?os, con los tristes resultados de todos conocidos.
El abstenerse en el refer¨¦ndum por poner en un aprieto al Gobierno, no poder decir s¨ª a los socialistas y no admitir la obligaci¨®n del presidente del Ejecutivo de cumplir en la medida de lo posible con sus promesas electorales, as¨ª como tampoco admitir el derecho del partido en el poder a equivocarse, aun cuando lo reconozca p¨²blicamente y lo rectifique a tiempo, me parece una falta de ¨¦tica peligrosa que puede acarrearnos fatales consecuencias.
La pol¨ªtica del PSOE, gracias a la mayor¨ªa absoluta que le dio en las urnas el pueblo soberano para llevarla a cabo sin cortapisas, le guste o no a derechas, izquierdas y nacionalistas, es una pol¨ªtica de Estado. Gracias a esta pol¨ªtica y al poder moderador del trono, el tan cacareado cambio, pese a tantas zancadillas y chuflas de sus detractores, ha podido realizarse, y con ¨¦l se ha puesto fin a las dos Espa?as antag¨®nicas que desde los albores del siglo XIX fueron causa de tanta sangre y sinsabores.
El ¨²ltimo 30 de enero fue una fecha hist¨®rica: el armisticio oficial de las dos Espa?as. Su alteza real don Felipe, ¨²ltimo agnado de la casa de Borb¨®n, pr¨ªncipe de Asturias y de Gerona, juraba, ante las Cortes reunidas en pleno, como heredero del trono -hecho ins¨®lito en la historia de este pa¨ªs-, su acatamiento a la Constituci¨®n. Y era el socialista Peces-Barba, en calidad de presidente del Congreso de los Diputados, quien tomaba el juramento al Pr¨ªncipe.
Previamente a este acto, Gregorio Peces-Barba, en un discurso magistral, reconoc¨ªa a la Corona toda su labor en pro de la democracia y la libertad, remont¨¢ndose a los a?os cuarenta, fecha del primer manifiesto al pueblo espa?ol de su majestad el conde de Barcelona. Asimismo agradec¨ªa al rey padre sus sacrificios por Espa?a, que culminaron con su abdicaci¨®n como rey de sus derechos hist¨®ricos. Abdicaci¨®n que realiz¨® no antes de que la democracia estuviera asentada en el pa¨ªs.
Prosigui¨® Peces-Barba agradeciendo tambi¨¦n a su majestad el Rey sus 10 a?os al frente del Estado, su gallarda actuaci¨®n en el 23-F y su papel trascendental como nexo del pueblo al conseguir no s¨®lo ser Rey de Espa?a, sino tambi¨¦n de todos los espa?oles, haciendo de la Corona la Monarqu¨ªa de todos. Y acabar el discurso con un acto de fe como socialista en esta Monarqu¨ªa liberal y democr¨¢tica para apostar por su futuro, representado por su alteza real don Felipe de Borb¨®n y Grecia.
A este respecto, escrib¨ªa Alfonso Uss¨ªa en otro medio de comunicaci¨®n que, despu¨¦s de la jura del Pr¨ªncipe, definirse o ser mon¨¢rquico en Espa?a, al igual que en el Reino Unido o en Suecia, carec¨ªa de sentido. Nuestra Monarqu¨ªa, como en los pa¨ªses anglosajones, donde la corona est¨¢ tan arraigada, es consustancial al pa¨ªs en la que reina.
Y a prop¨®sito de todo ello cabr¨ªa resaltar la propuesta de un militante de UGT que ped¨ªa, en un art¨ªculo publicado en Diario 16 hace unos d¨ªas, el tratamiento oficial de majestad para el conde de Barcelona. Espa?a, indudablemente, ha canabiado.
El 12 de marzo, d¨ªa del refer¨¦ndum, los espa?oles nos jugamos algo trascendental, y yo, como Peces-Barba, apuesto por un futuro de Espa?a unido a una Europa liberal y democr¨¢tica votando s¨ª a la integraci¨®n de nuestro pa¨ªs en la Alianza Atl¨¢ntica.
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