Razones para votar 's¨ª'
El ministro de Defensa, cuando s¨®lo faltan 72 horas para la celebraci¨®n del refer¨¦ndum, aprovecha estas l¨ªneas para tratar de convencer a quienes piensan abstenerse y a los indecisos de la conveniencia de un voto afirmativo a la propuesta del Gobierno. El art¨ªculo desglosa una serie de reflexiones personales sobre las distintas posturas desveladas a lo largo de la campana por quienes piensan no acudir a las urnas o quienes dudan todav¨ªa en acercarse a las mismas. El refer¨¦ndum plantea una elecci¨®n entre la vertebraci¨®n de Espa?a a las democracias occidentales o la automarginaci¨®n, seg¨²n Narc¨ªs Serra.
A pocos d¨ªas ya del refer¨¦ndum en el que se dilucida la permanencia de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica, y despu¨¦s de haber seguido y vivido el debate que ha suscitado, quisiera hacer unas reflexiones personales que van dirigidas precisamente a los que a¨²n no han decidido qu¨¦ votar o a los que, por muy distintas razones, piensan en la abstenci¨®n.Durante estos ¨²ltimos d¨ªas he detectado, b¨¢sicamente, cuatro grupos proclives a esta posici¨®n: quienes est¨¢n de acuerdo con la permanencia de Espa?a en la Alianza pero piensan abstenerse porque discrepan del contenido de la propuesta del Gobierno; los que, obedeciendo consignas de partido, consideran que deben marginarse de la consulta; los que han votado a partidos que hoy dan libertad de voto y no quieren decir s¨ª porque se han cre¨ªdo que, pase lo que pase, continuaremos en la Alianza; y quienes desde posiciones previas contrarias a, la Alianza quieren creer que Espa?a puede ser un pa¨ªs neutral (quieren creer, pero no pueden demostrar que eso sea posible) y les cuesta dar el paso hacia el s¨ª.
Existen muchas v¨ªas de discrepancia con la f¨®rmula propuesta por el Gobierno. Es probable que no lo hayamos explicado de un modo suficiente.
No creo que haya muchas personas que discrepen de la decisi¨®n del Gobierno, respaldada por el Parlamento, de mantener a Espa?a como territorio sin armamento nuclear. ?ste es un asunto compartido por todas las fuerzas pol¨ªticas, pero sobre el que se han dicho las mayores falsedades por parte de algunos que han pretendido defender el no.
Tampoco creo que plantee muchos problemas la reducci¨®n de la presencia de fuerzas norteamericanas en suelo espa?ol, El Gobierno entiende que al asumir Espa?a en la Alianza algunas de las misiones que ahora cumplen en nuestras bases, hay que revisar la estructura y funciones del actual despliegue norteamericano en nuestro pa¨ªs. As¨ª lo sabe y lo entiende la Administraci¨®n de Estados Unidos.
Mayores cotas de discrepancia se han registrado sobre la no pertenencia de Espa?a a la estructura integrada de mandos de la Alianza. Se ha llegado a decir que es un recurso electoralista. Y r¨ªo es cierto, porque la f¨®rmula dise?ada por el Gobierno es coherente y ha sido minuciosamente estudiada y discutida en el seno del Ejecutivo y, por supuesto, con nuestros aliados.
La integraci¨®n en la estructura de mando militar no es necesaria, porque nuestra aportaci¨®n m¨¢s importante a la Alianza Atl¨¢ntica es la propia defensa de Espa?a. Es decir, mejorar la defensa de nuestro territorio. La participaci¨®n de Espa?a no requiere estar en el mando integrado, porque nuestro pa¨ªs aporta hoy a la defensa occidental otras misiones, como proporcionar profundidad a cualquier estrategia en caso de conflicto o facilitar refuerzos y apoyo log¨ªstico.
Lo importante es estar en los ¨®rganos de decisi¨®n (el Consejo Atl¨¢ntico y el Comit¨¦ de Planes), y nuestros aliados no nos piden la integraci¨®n militar porque saben que los acuerdos estables entre pa¨ªses libres s¨®lo duran si convienen a todos.
El hecho de no pertenecer a la estructura de mandos no tiene tampoco ning¨²n coste. Es falso, por tanto, que podamos perder alg¨²n beneficio por no estar en la estructura integrada: si nos interesa, nos beneficiaremos igual de los fondos de infraestructura y compartiremos exactamente la misma experiencia para el desarrollo econ¨®mico y tecnol¨®gico que disfrutan los dem¨¢s miembros de la Alianza.
Por otra parte, la integraci¨®n militar no es posible por varias razones. Citar¨¦ s¨®lo dos que hacen referencia a los espacios territoriales de los mandos.
No somos fundadores de la Alianza, y los mandos territoriales est¨¢n ya definidos; para crear ahora espacio para un mando espa?ol ser¨ªa necesario reducir el de nuestros vecinos, y ello acarrear¨ªa muchos problemas que son innecesarios, puesto que ya he dicho que no necesitamos pertenecer a la estructura integrada de mandos, ni ahora ni en el futuro.
Estar en la estructura militar integrada supondr¨ªa, adem¨¢s, aceptar de hecho la permanencia de un mando extranjero (brit¨¢nico) en Gibraltar, que es un territorio espa?ol a cuya recuperaci¨®n no renuncia este Gobierno ni debe renunciar ning¨²n otro, porque ser¨ªa hacer una dejaci¨®n de soberan¨ªa que los espa?oles rechazar¨ªan de plano. No reconocemos, pues, esta situaci¨®n y conservamos toda la capacidad negociadora con vistas a la recuperaci¨®n del Pe?¨®n.
La f¨®rmula de continuidad en la Alianza negociada por el Gobierno permite, en cambio, realizar una pol¨ªtica de defensa soberana, una contribuci¨®n a la Alianza proporcionada a nuestra situaci¨®n, no lesionar nuestros intereses sobre Gibraltar y articular nuestra vertebraci¨®n en Europa aprovechando la experiencia de funcionamiento de la Alianza, a la que, desgraciadamente, nos incorporamos tarde.
La abstenci¨®n
Quienes aceptan la posibilidad de quedarse en casa siguiendo instrucciones de partidos que recomiendan la abstenci¨®n se confunden de d¨ªa, porque se trata de un refer¨¦ndum, y no de elecciones generales.Quiz¨¢ convenga decir claramente, una vez m¨¢s, que el Gobierno, tras un proceso de maduraci¨®n de su pol¨ªtica exterior, advirti¨® n¨ªtidamente que era necesario promover una pol¨ªtica de consenso con las dem¨¢s fuerzas porque estim¨® que ello servir¨ªa para consolidar a¨²n m¨¢s la joven democracia espa?ola, que se refuerza indudablemente con un amplio consenso en pol¨ªtica exterior.
Sorprendentemente, los partidos de la derecha, en vez de congratularse y reconocer el esfuerzo del Gobierno al aceptar la continuidad en la Alianza, han antepuesto sus particulares intereses partidistas y, alej¨¢ndose del consenso real que existe en el Parlamento, dicen querer que Espa?a siga en la Alianza Atl¨¢ntica, pero recomiendan a los ciudadanos que se queden en casa, acusando al Gobierno de electoralismo, cuando ha hecho exactamente lo contrario: convocar el refer¨¦ndum aun a costa del riesgo que corre de perder votos en las pr¨®ximas elecciones.
Quienes se encuentren en esta duda deben reflexionar serenamente y darse cuenta de que el pr¨®ximo mi¨¦rcoles lo que de verdad se decide es si queremos o no que Espa?a se vertebre definitivamente en Europa, y no qu¨¦ partido va a formar el pr¨®ximo Gobierno.
Tengan adem¨¢s la seguridad de que ning¨²n Gobierno democr¨¢tico podr¨¢ en el futuro ignorar ni actuar en contra de lo decidido por el pueblo en refer¨¦ndum. El resultado de las urnas s¨®lo podr¨¢ cambiarse a trav¨¦s de un mecanismo del mismo rango, con el consiguiente perjuicio que un resultado negativo supondr¨ªa, por lo pronto, para la solvencia y credibilidad internacional de Espa?a, adem¨¢s de las consecuencias internas.
Libertad de voto
La libertad de voto que, supuestamente, regalan algunos dirigentes pol¨ªticos a sus seguidores es tal vez la posici¨®n m¨¢s equ¨ªvoca. Se enga?an quienes afirman que este refer¨¦ndum no sirve para nada y que cada cual puede hacer lo que quiera en libertad. Y, lo que es m¨¢s grave, confunden a la opini¨®n p¨²blica devaluando la trascendencia del refer¨¦ndum. Proponen la libertad de voto para encubrir la contradicci¨®n entre lo que realmente piensan y p¨²blicamente han defendido y lo que hoy dicen en funci¨®n de su t¨¢ctica partidista.Esta posici¨®n, analizada desapasionadamente, no es muy distinta de la de quienes defienden la abstenci¨®n, pues entra?a, de hecho, la misma intenci¨®n de marginaci¨®n de los ciudadanos, difuminada tras una enga?osa cortina de humo. S¨ª el partido al que se vota en unas elecciones propugna la vinculaci¨®n de Espa?a a la Alianza, lo coherente en este refer¨¦ndum es votar s¨ª. Cualquier otra actitud es dif¨ªcilmente comprensible o justificable.
Por ¨²ltimo, quienes se resisten a pasar del no al s¨ª aduciendo su preferencia por el neutralismo han tenido ocasi¨®n en el debate de conocer que el neutralismo no es soluci¨®n.
Espa?a no es ni ha sido neutral. Es una falacia acudir al t¨®pico falso de que fuimos neutrales durante la guerra mundial, y es enga?oso decir que el neutralismo incrementa nuestra seguridad porque evitar¨ªa que Espa?a se viera implicada en un conflicto si se produjera. La situaci¨®n geoestrat¨¦gica se impone en este terreno.
Nuestro pa¨ªs no puede ser neutral. Nuestro caso es muy diferente del de Austria o Suecia, cuya neutralidad se deriva directamente de la II Guerra Mundial y les impide ser miembros de la CEE. Ser neutral es, adem¨¢s, infinitamente m¨¢s caro. Ni siquiera multiplicando por cuatro nuestro actual gasto de defensa conseguir¨ªamos solos cotas de seguridad comparables a las que disfrutamos dentro de la Alianza. Por s¨ª ello fuera poco, no es esto, la neutralidad, lo que se debate, sino c¨®mo Espa?a puede colaborar mejor en favor de la paz y la distensi¨®n.
Estoy convencido de que nuestro esfuerzo por la paz se potencia m¨¢s en la Alianza Atl¨¢ntica, junto a los pa¨ªses de nuestro entorno que como nosotros est¨¢n inequ¨ªvocamente por la distensi¨®n, en la misma l¨ªnea de avanzar en la consecuci¨®n de un desarme equilibrado, y a favor asimismo de incrementar los intercambios de todo tipo con otros pa¨ªses, del Este y del Oeste, para propiciar un verdadero clima de di¨¢logo.
El peso de Espa?a sum¨¢ndose a este esfuerzo es mucho mayor y eficaz que el de una Espa?a aislada y ausente de los foros donde se trabaja en esta direcci¨®n.
A fin de cuentas, lo que decidimos el pr¨®ximo mi¨¦rcoles es si queremos o no ser un pa¨ªs europeo normal, como Italia, B¨¦lgica o Francia, naciones en las que ning¨²n partido (de los comunistas a la democracia cristiana) cuestiona la pertenencia a la Alianza Atl¨¢ntica, ni son pueblos que nadie en sus cabales pueda calificar de agresivos o belicistas.
Lo que realmente se vota y se decide el d¨ªa 12 es si Espa?a se vertebra definitivamente con los pa¨ªses dem¨®cratas del continente o si, por el contrario, se automargina de una ocasi¨®n ¨²nica que se nos presenta para sellar definitivamente, nuestra vinculaci¨®n a Europa.
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