Menos quejas para el Defensor del Pueblo
El defensor del Pueblo, Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, presentar¨¢ en breve ante las Cortes el informe anual sobre las tareas desarrolladas por la instituci¨®n a lo largo de 1985. Seg¨²n este informe, las quejas enviadas por los espa?oles al Defensor del Pueblo han descendido hasta las 17.000, frente a las 24.500 de 1984 y a las 30.700 recibidas en 1983, aunque todav¨ªa casi un 50% no son de su competencia. Tres a?os de funcionamiento no han despejado tampoco la duda que mantienen muchos ciudadanos respecto a la eficacia de esta instituci¨®n.
Cuando Araceli Piquet, asistente social de Alcal¨¢ de Henares, en cuyo Ayuntamiento trabaja como secretaria, recibi¨® una llamada de respuesta desde la sede del Defensor del Pueblo, no pod¨ªa creerse que su suerte fuera tanta. "Es que me contestaron casi en el mismo d¨ªa", dice. "Yo me dirig¨ª al Defensor para que solucionara la situaci¨®n de unos j¨®venes condenados por tr¨¢fico de drogas a quienes se met¨ªa en la c¨¢rcel despu¨¦s de que hubieran logrado rehacer sus vidas, a los tres o cuatro a?os de producirse el delito". Se trataba, seg¨²n recuerda Araceli Piquet de j¨®venes camellos detenidos que, una vez en libertad provisional y con la ayuda de algunas personas, hab¨ªan encontrado trabajo."En esas circustancias se celebra el juicio y, en ocasiones, se les condena, con lo que acaban en la c¨¢rcel y se trunca por completo el intento de reinserci¨®n social. Lo ¨²nico que se puede hacer es solicitar un indulto individual", asegura Francisco Gonz¨¢lez-Bueno, secretario general de una instituci¨®n que, en opini¨®n de buena parte de quienes trabajan en ella, crea falsas expectativas de actuaci¨®n por tener un nombre quiz¨¢s algo demag¨®gico: Defensor del Pueblo.
"Yo les llev¨¦ tres casos de presos como el que he mencionado y los tres quedaron resueltos, en una semana. Por eso creo que es una instituci¨®n maravillosa", concluye Araceli Piquet. No opina igual Jos¨¦ Burillo, un aragon¨¦s de 53 a?os que viene litigando con la Administraci¨®n para obtener una pensi¨®n de invalidez desde hace casi 25 a?os. "Yo no me quejo del Defensor del Pueblo", puntualiza Burillo, "todo lo que digo es que se tiene que mover con una burocracia tan tremenda como la espa?ola y eso le obliga tambi¨¦n de alguna manera a ser burocr¨¢tico". Burillo plante¨® en febrero de 1984 su caso al Defensor del Pueblo. "Un caso", insiste, "que estoy seguro de que ser¨¢ ¨²nico en toda Espa?a. Porque a m¨ª me concedieron en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, donde me operaron a vida o muerte en 1958, la calificaci¨®n de inv¨¢lido total. Cuando regres¨¦ a Espa?a en 1962 quise hacer v¨¢lida esta situaci¨®n, dado que antes de viajar al extranjero -en Espa?a no hab¨ªa salida m¨¦dica para mi problema-, yo ten¨ªa mi cartilla de la Seguridad Social. A partir de ese momento, se inici¨® una batalla terrible sin que hasta hoy haya podido resolverla".
Burillo relata su largo calvario ante la Administraci¨®n, "con Gobiernos de Franco, de la UCD y del PSOE", en el que est¨¢ perfectamente engranado su recurso al Defensor del Pueblo. "La primera respuesta que recib¨ª de esa instituci¨®n, haci¨¦ndose eco de mi primera carta, fue en noviembre de 1984. Me dieron una respuesta definitiva hace unas dos semanas. Me escribieron para explicarme que no pueden hacer nada ya que mi expediente est¨¢ pendiente del fallo de la Magistratura de Trabajo de Teruel. Por lo tanto, pienso seguir litigando".
S¨®lo ayudar
"La responsabilidad de arreglar las cosas es de la Administraci¨®n, y no nuestra. Nosotros s¨®lo podemos ayudar a que se resuelvan los problenias", puntualiza ?lvaro Gil-Robles, adjunto primero al Defensor del Pueblo. De ah¨ª que los datos m¨¢s concretos a los que el informador puede tener acceso en relaci¨®n con la labor del Defensor, es que el ¨ªndice de causas o quejas tramitadas se aproxima al 80%. Y, desde luego, los tr¨¢mites son largos y prolijos. Cartas que van y vienen con destino a los negociados m¨¢s diversos de un entramado burocr¨¢tico complej¨ªsimo. "La Administraci¨®n tiene un plazo de 15 d¨ªas para contestar" agrega Gonz¨¢lez-Bueno que, junto a asesores, administrativos, personal auxiliar y subalterno forma un equipo de 75 personas instalado en el bello palacete de la madrile?a calle de Eduardo Dato. "Pero lo cierto es", contin¨²a, "que a veces transcurre m¨¢s de un mes sin que hayamos recibido respuesta".A trav¨¦s de los miles de cartas y consultas directas, puede trazarse el perfil de la sociedad espa?ola que todav¨ªa es, "un pueblo indefenso, que se siente muchas veces oprimido, y sobre todo que se encuentra desinformado respecto de sus posibilidades de reaccionar ante una situaci¨®n injusta, es gente un tanto despistada, con problemas personales en los que no podemos intervenir", opina otro de los miembros de la instituci¨®n. "El caso m¨¢s pintoresco", asegura, "es el de una se?ora de 92 a?os de edad que se vino en auto stop desde un pueblo de ?vila para pedir la mediaci¨®n de Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez en un litigio privado, al parecer, ten¨ªa con una vecina que le echaba agua en el patio".
Tambi¨¦n haygente de buena f¨¦, aseguran los funcionarios del la instituci¨®n, que acude mal asesorada desde los ministerios de Trabajo o de Hacienda a pedir la intercesi¨®n del Defensor del Pueblo en temas que no son de su competencia.
Madrid, seguida muy de cerca por Catalu?a, Castilla y Le¨®n y Andaluc¨ªa, son las comunidades que han hecho uso con m¨¢s frecuencia de esta instituci¨®n, cuyo porcentaje de litigios resueltos nadie se atreve a precisar. Lo que s¨ª se deduce de los datos globales es que son los temas relativos a la Seguridad Social, al funcionariado y a la administraci¨®n de Justicia los que m¨¢s quebraderos de cabeza producen a los espa?oles.
Los asesores comentan en tono jocoso la cualidad "coloquial" de algunas consultas telef¨®nicas o epistolares en las que se reclama la inmediata comparecencia de Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, "Don Joaqu¨ªn", como se le llama habitualmente. "Yo a veces pienso, recalca, Luis S¨¢nchez, que la gente que llama debe creer que trabajamos todos alrededor de una mesa camilla, porque te preguntan: "Oiga, ?es usted don Joaqu¨ªn, No, pues p¨®ngame con ¨¦l".
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