Un debate a la izquierda europea / 1
El debate previo al 17? congreso del Partido Comunista Italiano se ha convertido, frente a las posturas que preconizaban desde fuera la necesidad de un alineamiento con la socialdemocracia, en una discusi¨®n abierta, sin r¨¦moras ni chantajes unitarios y, al mismo tiempo, sin escisiones, dice la autora de este art¨ªculo
Entre el 7 y el 10 de diciembre pasados, el comit¨¦ central del Partido Comunista Italiano (PCI) discuti¨® el proyecto de tesis para su XVII congreso, que se celebra el mes pr¨®ximo. Se trata de un congreso extraordinario porque tendr¨¢ lugar poco antes del plazo fijado por los estatutos y porque ha sido convocado despu¨¦s de la derrota del PCI en el refer¨¦ndum sobre la escala m¨®vil (1). El partido ha tomado nota de que no se trata de una derrota t¨¢ctica, sino, en cierta medida, estrat¨¦gica, que le obliga a efectuar una serie de reconsideraciones de fondo.As¨ª, pues, en el verano y en la primera parte del oto?o se discuti¨®, dentro y fuera del PCI, sobre sus tesis de medio plazo y sobre un programa a breve plazo; en el seno del partido se discuti¨® en los grupos y comisiones, cuyo material fue rechazado totalmente ya una primera vez y que hubo de ser escrito de nuevo varias veces y finalmente elevado a un comit¨¦ central que no acababa de reunirse, como si fuese un parto dif¨ªcil. Y fuera del partido, la discusi¨®n se ha llevado a cabo en algunos diarios nacionales, que ejercieron una fuerte presi¨®n para que el congreso tuviese cierta plataforma. Durante el festival anual del diario L'Unit¨¢, que se celebr¨® en septiembre en Ferrara, la amplia participaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas y empresariales presion¨® en la misma direcci¨®n. El PCI no es un grup¨²sculo. Sigue siendo el primer partido italiano en cuanto al n¨²mero de personas organizadas y el segundo en las elecciones, por lo que su orientaci¨®n es decisiva en el campo social y no puede prescindirse de ella en el campo pol¨ªtico. Puede bloquear, incluso desde la oposici¨®n, cualquier legislatura. As¨ª, pues, tras el fallecimiento de Enrico Berlinguer, y en plena ofensiva neoliberal, la Italia del establishment exig¨ªa perentoriamente al PCI que tomase acta de que se acabaron ya los tiempos en que se ten¨ªan esperanzas en un cambio del sistema y que se alinease con los dem¨¢s en el terreno de la socialdemocracia.
Pero el PCI no ha tomado este camino. Y no porque haya sido frenado por una poderosa ala prosovi¨¦tica -que ha manifestado en las ¨²ltimas semanas su gran exig¨¹idad-; lo que ha ocurrido, en cambio, es que este enorme partido ha llevado adelante, por primera vez, una discusi¨®n abierta, sin r¨¦moras ni chantajes unitarios, dividi¨¦ndose en muchos puntos, pero sin romperse ni escindirse. Esta es la primera novedad, y tiene su importancia (cada tesis ha sido discutida, enmendada, se ha votado a favor o en contra, y cuando las enmiendas fueron rechazadas se dejaron para los congresos de base; L?Unit¨¤ ha informado sobre todas las intervenciones, una por una, voto por voto, persona por persona). El resultado ha sido un partido que presenta un centro berlingueriano; una derecha moderna, la de Giorgio Napolitano y Luciano Lama; una derecha hist¨®rica, como la de Giancarlo Pajetta y Paolo Bufalini; varias izquierdas, entre las cuales ha vuelto a surgir como figura protagonista Pietro Ingrao, y, finalmente, un 2% prosovi¨¦tico, cuyo l¨ªder es Armando Cossutta.
La segunda novedad es que, por un lado, el conjunto de estas posturas ha afirmado la necesidad de redefinir la identidad, rompiendo con el tradicional continuismo; por otro, se ha dado cuenta de que la pregunta ?qu¨¦ puede ser hoy un gran partido comunista en Occidente? no pod¨ªa responderse con un relanzamiento del marxismo-leninismo revisado por Gramsci ni con la receta socialdem¨®crata, porque las socialdemocracias m¨¢s importantes -como el SPD de la Rep¨²blica Federal de Alemaniase est¨¢n planteando ellas mismas hoy d¨ªa la pregunta ?pero qu¨¦ es hoy una socialdemocracia? (2). Y, de golpe, la discusi¨®n se ha situado en el centro de la problem¨¢tica de toda la izquierda europea, dejando atr¨¢s la petici¨®n de un mensaje simb¨®lico o de alineamiento que le llegaba desde el exterior. S¨ªmbolo de este radical cambio del eje del debate ha sido la suerte de Luciano Lama, ex secretario de la Confederazione Generale Italiana del Lavoro (CGIL) (Confederaci¨®n General Italiana del Trabajo), cuyo congreso acaba de celebrarse: en vez de ser la figura emergente, como se preve¨ªa, de un partido que estaba corri¨¦ndose razonablemente hacia la derecha, Lama ha sido blanco de rudas preguntas sobre las razones de la crisis de un sindicato como la CGIL, que en los a?os setenta fue la instituci¨®n m¨¢s fuerte y que hoy ha perdido su capacidad contractual. En el fuego de los enfrentamientos cruzados con la realidad de los a?os ochenta que se ha desencadenado en el PCI no ha aguantado ninguna soluci¨®n preestablecida.
Desconcierto
El desconcierto de la Prensa y de las fuerzas pol¨ªticas ha sido grande. Es de prever, en efecto, que al ampliarse la discusi¨®n en la base crezca la tendencia hacia una revisi¨®n global de la situaci¨®n contempor¨¢nea y de la posible identidad actual de un partido comunista desplegando las posturas, en vez de bloquearlas, en el dilema partido revolucionario cl¨¢sico / socialdemocracia cl¨¢sica. Se ha dividido ya el comit¨¦ central, poderosamente dominado por el pragmatismo del aparato berlingueriano, que se form¨® en el per¨ªodo de la unidad pol¨ªtica nacional. ?Qu¨¦ sucede cuando el debate llegua a las federaciones del Norte, sacudidas por los despidos masivos de obreros y por las reestructuraciones masivas; las de? centro rojo, sobre cuyos ayuntamientos pesa la crisis del welfare state, y sobre el cada vez m¨¢s inquieto Sur? El centro, que ya est¨¢ en dificultades en el comit¨¦ central, ser¨¢ exiguo y se dibujar¨¢ un conflicto cuyos verdaderos protagonistas van a ser, por un lado, Giorgio Napolitano, es decir, la viabilidad de una alianza con el Partido Socialista Italiano (PSI) que no est¨¦ subordinada a la Democracia Cristiana y a la patronal, y por otro, Pietro Ingrao, es decir, la materializaci¨®n de un plan reformador que agregue de nuevo a las m¨¢s radicales tendencias hacia una alternativa de perfil todav¨ªa poco claro.
1. La escala m¨®vil era un mecanismo para establecer ¨ªndices autom¨¢ticos de los salarios respecto del coste de la vida. En 1984 el Gobierno aboli¨® por decreto -al no existir un acuerdo entre la patronal y los sindicatos- los cuatro puntos de coyuntura que hab¨ªan de pagar los patronos. El PCI respondi¨® con un refer¨¦ndum para abrogar el decreto, pero result¨® derrotado.
2. Especial influencia sobre el debate del PCI tuvieron las discusiones en el seno del SPD y el ¨²ltimo libro de Peter Glotz, La socialdemocracia ante un cambio decisivo.
Rossana Rossanda es escritora y periodista, fundadora del diario Il Manifesto.
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