Jean B. Raimond, la tranquilidad entra en Exteriores

Jean Bernard Raimond, nuevo ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s, es un parisiense de 60 a?os, diplom¨¢tico de carrera, que conoce muy bien los pasillos del El¨ªseo y de Matignon y que no intentar¨¢ nunca ocupar la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos ni mantener un protagonismo pol¨ªtico. Pese a que est¨¢ considerado en medios del Quai d'Orsay como un hombre muy conservador, el responsable de la diplomacia del primer Gobierno de cohabitaci¨®n re¨²ne muchas de las condiciones necesarias para poder trabajar en armon¨ªa con el presidente de la Rep¨²blica, Fran?ois Mitterrand . Es un intelectual, extremadamente cort¨¦s y famoso por su tranquilidad en momentos de crisis, no s¨®lo internacionales sino tambi¨¦n nacionales.Raimond, hijo de un ingeniero acomodado, procede de la facultad de Letras, de la que lleg¨® a ser profesor, y de la indispensable Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA). Su carrera diplom¨¢tica se ha desarrollado m¨¢s en Par¨ªs que en el exterior. Su iniciaci¨®n pol¨ªtica lleg¨® de la mano de Maurice Couve de Murville, que le nombr¨® jefe de su gabinete tanto cuando fue ministro de Asuntos Exteriores como cuando fue jefe de Gobierno.
Desde 1970 a 1973 fue consejero del presidente Georges Pompidou, que le nombr¨® despu¨¦s embajador en Marruecos. De all¨ª volvi¨®, cuatro a?os m¨¢s tarde, para hacerse cargo, primero, de los asuntos relacionados con el Mediterr¨¢nero y ?frica del Norte, y luego, de nuevo, del gabinete de otro ministro de Asuntos Exteriores, Jean Fran?ois Poncet. En 1980 fue nombrado embajador en Polonia y, poco despu¨¦s, en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Fue Raimond quien prepar¨® el viaje de Fran?ois Mitterrand a Mosc¨² con motivo del entierro de Chernenko y quien organiz¨® la visita a Par¨ªs del n¨²mero uno del Kremlim, Mijail Gorbachov, motivo por el que volvi¨® a entrevistarse varias veces con Mitterrand.
Raimond, un hombre alto y grueso, del que sus amigos dicen que le gusta vivir, llega al Quai d'Orsay en un momento dif¨ªcil, cuando las negociaciones para la liberaci¨®n de los rehenes franceses en L¨ªbano parecen empantanadas. Este ser¨¢ el primer asunto al que tendr¨¢ que hacer frente y el primero en el que deber¨¢ mostrar sus dotes cohabitacionistas, puesto que se trata de una cuesti¨®n candente y delicada en la que tanto Mitterrand como Jacques Chirac reclamar¨¢n un papel que jugar.
Jean Bernard Raimond contar¨¢, de entrada, con un tanto a su favor: es un hombre de la casa, que no suscitar¨¢ recelos entre los diplom¨¢ticos de carrera, inquietos en la ¨²ltima ¨¦poca socialista por el nombramiento de varios embajadores pol¨ªticos.
Ralmond conoce perfectamente el ministerio y ya ha hecho saber que no provocar¨¢ ning¨²n tornado en los venerables pasillos del palacio del Quai d'Orsay.
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