Chirac gobernara por decreto durante los primeros meses

Viene de la primera p¨¢gina"Francia" , dijo el nuevo primer ministro franc¨¦s, Jacques Chirac, "debe ser gobernada con claridad y eficacia. Antes que nada se deben respetar las reglas de la Constituci¨®n y la voluntad del pueblo franc¨¦s".

Jacques Chirac, de 53 a?os, asegur¨® que "las prerrogativas y competencias del presidente de la Rep¨²blica, tal y corno est¨¢n definidas en la Constituci¨®n", son intocables, y, que el Gobierno, dirigido por el primer ministro, y en virtud del art¨ªculo 20 de la Carta Magna, "determinar¨¢ y conducir¨¢ la pol¨ªtica de la naci¨®n".

Seg¨²n el nuevo primer ministro, ha quedado claro que el Gobierno "cuenta con todos los medios previstos en la Constituci¨®n para realizar su pol¨ªtica". Corno prueba de ello, Chirac someter¨¢ a la Asamblea este mismo mes dos leyes "de habilitaci¨®n" que le permitir¨¢n legislar por decreto-ley en materias econ¨®micas y sociales, incluida la privatizaci¨®n. Estas medidas, seg¨²n ¨¦l, permitir¨¢n una expansi¨®n prudente y la mejora del mercado de empleo. Jacques Chirac, termin¨® su alocuci¨®n, radiotelevisada, con un llamamiento a la uni¨®n: "Ha llegado el momento de que estemos juntos, con un esp¨ªritu de apertura y tolerancia mutua, para lograr la indispensable renovaci¨®n de nuestro pa¨ªs".

La primera declaraci¨®n de Jacques Chirac corno jefe del Gobierno es de importancia capital en la forma, por lo solemne: y decidida, y en el fondo, porque descubre claramente que el nuevo Gobierno conservador-liberal est¨¢ dispuesto a poner en pr¨¢ctica r¨¢pidamente lo esencial, o m¨¢s espectacular, de su programa electoral. Y a largo plazo, es m¨¢s de subrayar a¨²n el visto bueno de Mitterrand a unas medidas que en su d¨ªa fueron simb¨®licas de la. izquierda, y que hoy, al ser abolidas, aparecen como s¨ªmbolo de la cohabitaci¨®n entre las dos fuerzas ayer enemigas y hoy decididas a coexistir como adversarios pol¨ªticos normales.

En efecto, legislar por decreto ley es un derecho del primer ministro, pero el presidente tiene que firmar necesariamente esos decretos, y puede demorar su firma eternamente. Es posible pensar, en consecuencia, que Mitterrand se acomoda a la desnacionalizaci¨®n de ciertas empresas que en 1981 incluy¨® ¨¦l en el sector p¨²blico: la banca, o parte, y tambi¨¦n algunos de los grandes grupos industriales nacionalizados podr¨ªan retornar al sector privado.

De hecho, Mitterrand (y no precisamente una buena parte de los socialistas), por m¨¦todos indirectos, ya hab¨ªa comenzado el proceso de desnacionalizaci¨®n, en parte al menos. Seg¨²n el programa de la nueva mayor¨ªa, de los tres canales estatales de televisi¨®n, dos de ellos tambi¨¦n ser¨ªan vendidos al mejor postor.

La ley electoral mayoritaria

El segundo decreto-ley no es menos trascendental, ya que afecta a lo que ha constituido uno de los pilares de la estabilidad de la V Rep¨²blica. Se trata del restablecimiento de la ley electoral mayoritaria, que Mitterrand suprimi¨® para no perder estas elecciones de manera estrepitosa.

La jugarreta del presidente ha sido se?alada como el inicio de una nueva Rep¨²blica, que no ser¨ªa absolutamente la sexta, pero que dejar¨ªa de ser la quinta que fund¨® Charles de Gaulle, en 1958. La vuelta a la regla electoral mayoritaria es el primer regate de Chirac a las eventuales intenciones de Mitterrand que, de momento, da pruebas de que la coexistencia pac¨ªfica le sigue interesando.

Naturalmente el juego acaba de empezar, y no hay que olvidar nunca que Chirac y Mitterrand, adem¨¢s de vivir por el inter¨¦s superior de la patria, juegan, el primero a ser presidente y el segundo a continuar si¨¦ndolo.

El Gobierno anunciado ayer refleja igualmente la voluntad cohabitacionista del presidente de la Rep¨²blica y del primer ministro. Las carteras de Asuntos Exteriores y de Defensa, especialmente sensibles para Mitterrand, han sido confiadas a dos tecn¨®cratas, el embajador de Francia en Mosc¨², Jean-Bemard Raimond, y un especialista en temas de energ¨ªa, Andr¨¦ Giraud.

Chirac, que hab¨ªa propuesto inicialmente a Jean Lecanuet (presidente de la Uni¨®n para la Democracia Francesa, UDF) y a Frangois L¨¦otard (presidente del Partido Republicano), se acomod¨® sin mayores problemas a las exigencias del El¨ªseo.

El ¨¢rea econ¨®mica queda, sin embargo, completamente en manos del partido de Chirac, el RPR. El Ministerio de Econom¨ªa y Finanzas pasa a llamarse tambi¨¦n "y de Privatizaci¨®n" y ha sido confiado al principal consejero del primer ministro, Edou¨¢rd Balladur, quien contar¨¢ adem¨¢s con tres ministros delegados, tres cachorros del RPR entusiastas del neoliberalismo: Alain Jupp¨¦, Michel Noir y Camille Cabanna. L¨¦otard, que es uno de los j¨®venes pol¨ªticos franceses m¨¢s populares, acept¨® finalmente la cartera de Cultura, en la que sustituir¨¢ a Jack Lang, ni?o mimado de Mitterrand. El ministerio comprender¨¢ ahora tambi¨¦n las comunicaciones.

Un problema para Espa?a

Uno de los nombramientos m¨¢s inesperados es el de Fran?ois Guillaume como ministro de Agricultura. Guillaume era hasta ahora presidente de la Federaci¨®n Nacional de Sindicatos Agr¨ªcolas y Ganaderos, puesto desde el que protagoniz¨® una dura batalla contra la adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad Europea.

Una vez producida la ampliaci¨®n de la CE, Guillaume declar¨® que no estaba de acuerdo con las condiciones pactadas y que har¨ªa todo lo posible por ampliar los periodos transitorios negociados con Espa?a. El primer Gobierno de Cohabitaci¨®n refleja un delicado equilibrio entre el RPR y la UDF.

Jacques Chirac ha querido que todas las familias pol¨ªticas que componen la coalici¨®n liberal-conservadora est¨¦n representadas en el nuevo Gabinete ministerial, tal vez porque es consciente del m¨ªnimo margen de maniobra de que dispone en la nueva Asamblea Nacional (Parlamento).

La ¨²nica ausencia notable es la del ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, quien durante la campa?a electoral se hab¨ªa declarado dispuesto a participar en el Gobierno.