Nuevo poder en Filipinas
UN NUEVO poder ha nacido en Filipinas en el momento en que Coraz¨®n Aquino ha ocupado la presidencia de la Rep¨²blica, apoyada por un movimiento popular de unas proporciones con escasos precedentes en la historia. La elecci¨®n de Coraz¨®n Aquino como presidenta, y de Salvador Laurel como vicepresidente, se produjo en unos comicios convocados por Marcos. El paso a una nueva legalidad se ha hecho a partir de la vieja, si bien ¨¦sta ha sido desbordada por el curso de los acontecimientos. Hoy el poder de la nueva presidenta se halla reconocido por el pueblo, la Iglesia, el Ej¨¦rcito y la comunidad internacional, y Marcos es un emigrado totalmente desprestigiado. La cuant¨ªa de sus latrocinios realza el prestigio de Aquino y demuestra que el cambio de r¨¦gimen, encabezado por ella, ha sido una obra de salvaci¨®n nacional. Permanece pendiente, sin embargo, un problema legal complejo: el Parlamento elegido en 1983, en el que el partido de Marcos dispon¨ªa de amplia mayor¨ªa, desoyendo las denuncias de falsificaci¨®n, se apresur¨® a reconocer al dictador como presidente "elegido". Este Parlamento no se ha vuelto a reunir, pero no ha sido disuelto. Y en el Gobierno de Aquino se han enfrentado dos posiciones en cuanto a la forma de salir de ese atolladero jur¨ªdico. Una preconiza que el Gobierno proclame su car¨¢cter revolucionario para poder cambiar eficazmente el aparato corrompido del r¨¦gimen de Marcos y que prepare una nueva Constituci¨®n del pa¨ªs. Otra quiere que el Gobierno act¨²e a partir de poderes extraordinarios, que podr¨ªa recabar del Parlamento, para proceder a reformar la Constituci¨®n y democratizar la vida pol¨ªtica.Detr¨¢s de esta diferencia se perfilan unas opciones estrat¨¦gicas que afectan a los problemas de fondo del futuro de Filipinas. No es casual que el r¨¦gimen de Marcos haya durado 20 a?os. La aplicaci¨®n en una sociedad atrasada semicolonial de un sistema pol¨ªtico copiado del modelo norteamericano dio lugar a una "democracia" aparente y superficial- El poder, en realidad, se repart¨ªa -y se disputaba- entre grupos limitados de familias latifundistas y olig¨¢rquicas. Las reivindicaciones de grandes masas urbanas, y sobre todo campesinas, nunca tuvieron expresi¨®n propia dentro del juego de esa democracia, trabada en su ra¨ªz por el caciquismo, y corrompida en la cumbre por los privilegios econ¨®micos. Eso explica que los movimientos guerrilleros, los huks en la ¨¦poca que sigui¨® a la guerra, los comunistas en la actualidad, hayan tenido siempre simpat¨ªas y apoyos fuertes, sobre todo en zonas rurales.
Coraz¨®n Aquino ha demostrado una gran valent¨ªa pol¨ªtica al aplicar la amnist¨ªa, en contra de la opini¨®n de los militares de su Gobierno, incluso a los dirigentes comunistas. Ha logrado, en tres semanas, consolidar su poder y mantiene un carisma incomparable. A pesar de que m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n vive por debajo de la "l¨ªnea de pobreza", no se han producido des¨®rdenes graves. Pero llega el momento en que el Gobierno tiene que abordar cuestiones esenciales, como la negociaci¨®n con las guerrillas y la orientaci¨®n de su pol¨ªtica econ¨®mica. Es inevitable que ello provoque conflictos entre las dos corrientes que coexisten en su seno. Aquino y algunos de sus ministros desean una democratizaci¨®n real que tenga en cuenta los anhelos de esas masas cuyo papel ha sido decisivo en el derrocamiento de Marcos. En cambio, otros ministros -colaboradores de Marcos hasta el ¨²ltimo momento- desean reducir los cambios al m¨ªnimo y preservar en lo posible la estructura anterior.
A pesar de ciertas esperanzas iniciales, expresadas en Roma por el cardenal Sin, la negociaci¨®n con la guerrilla presenta serias dificultades. Las exigencias principales de la direcci¨®n comunista, cuya influencia es decisiva, se centran en la depuraci¨®n del Ej¨¦rcito y en la reforma agraria. Las negociaciones van a ser largas, y en ellas el papel de la Iglesia es crucial. Un hecho positivo es lo. ocurrido en una parte de la isla de Mindanao, donde se ha establecido una tregua local. Pero un sector del Ej¨¦rcito rechaza toda idea de negociaci¨®n, y ello refuerza la intransigencia de sectores guerrilleros.
En el terreno econ¨®mico, ser¨ªa ilusorio creer que el Gobierno est¨¢ hoy en condiciones de adoptar medidas innovadoras audaces. Y no se puede olvidar que el cambio se ha hecho sobre la base de garantizar que Filipinas siga plenamente dentro de la zona hegemonizada por EE UU. Todo ello, en resumen, va a limitar la capacidad de acci¨®n del Ejecutivo en las medidas econ¨®micas y en las pol¨ªticas.
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