El aire de Madrid, una reconciliaci¨®n pendiente
A pesar de que el medio ambiente ha mejorado mucho en la ciudad de Madrid, principalmente en lo que a espacios verdes y a las aguas del Manzanares se refiere, el autor del art¨ªculo analiza y propugna una pol¨ªtica de mejoramiento del ambiente atm¨®sferico, actualmente muy degradado a causa de la contaminaci¨®n producida por calefacciones, circulaci¨®n de autom¨®viles y usos industriales.
Entre los habitantes de las grandes urbes existe una tendencia creciente a situar los problemas ambientales entre aquellos cuya soluci¨®n se demanda con mayor insistencia, habiendo adquirido por ello la pol¨ªtica ambiental una dimensi¨®n importante.Madrid, por sus caracter¨ªsticas de conurbaci¨®n, por la carencia de planificaci¨®n a la que se vio sometido durante muchos a?os y por el desmesurado crecimiento inacorde con las infraestructuras, lleg¨® a alcanzar un elevado nivel de degradaci¨®n, casi l¨ªmite en algunos aspectos. Los errores acumulados durante a?os, en los que se fue sacrificando el futuro de la ciudad por mor de las exigencias y urgencias del corto plazo o a causa del olvido y la falta de preocupaci¨®n, determinaron que la contaminaci¨®n amenazara a la ciudad en todas sus diversas formas: contaminaci¨®n de las aguas, del aire, por ruidos, por basuras, etc¨¦tera.
Resulta ocioso, por repetido, hablar de la gran transformaci¨®n sufrida por Madrid en los ¨¢mbitos cultural, art¨ªstico, deportivo, etc¨¦tera, pero quiz¨¢ no se haya insistido suficientemente en los avances alcanzados en la calidad ambiental de la ciudad.
Al hacer un breve repaso de la evoluci¨®n del medio ambiente en Madrid destaca f¨¢cilmente la recuperaci¨®n del r¨ªo Manzanares, como remate de la operaci¨®n de gran envergadura que ha supuesto el Plan de Saneamiento Integral. Tambi¨¦n es tangible, para cualquier visitante que retorne despu¨¦s de algunos a?os de ausencia, la mayor presencia de ¨¢rboles y zonas verdes. Ha sido nuestra ciudad, entre las grandes urbes europeas, la que mayor crecimiento de espacios verdes ha tenido, pudi¨¦ndose entrever en este sentido un final feliz a la historia de la reconciliaci¨®n de los madrile?os con el entorno natural.
Alguien podr¨ªa decir, no sin raz¨®n, que queda una reconciliaci¨®n pendiente, fruto de la deuda que tenemos con nuestro ambiente atmosf¨¦rico.
La degradaci¨®n de la calidad del aire suele ser el d¨¦ficit ambiental del que m¨¢s adolecen las grandes ciudades y es posiblemente el de m¨¢s dificil soluci¨®n. La dificultad de este problema reside en el hecho de que los agentes determinantes de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica son inherentes a la actividad propia de la ciudad: calefacciones, circulaci¨®n rodada y usos industriales. Est¨¢ a su vez condicionado por agentes ex¨®genos tan aleatorios como los derivados de la meteorolog¨ªa. Las decisiones pol¨ªticas dirigidas a proteger la calidad del aire no solamente inciden en la actividad econ¨®mica, sino incluso en los h¨¢bitos de conducta del ciudadano, as¨ª como en el sistema de valores sociales. Ante aqu¨¦llas se hace necesario un amplio consenso. El ejemplo m¨¢s claro de este tipo de conducta lo tenemos en la larga y tortuosa lucha contra la contaminaci¨®n emprendida en Gran Breta?a, pa¨ªs que, por otra parte, constituye un buen ejemplo de c¨®mo puede llegar a resolverse el problema.
Un siglo de persuasi¨®n
En Inglaterra se necesit¨¦ un siglo de persuasi¨®n para que el valor del aire limpio pasara a ser una prioridad acorde con la evoluci¨®n social, pero al fin tan prolongada lucha sirvi¨® para definir el marco de la pol¨ªtica ambiental que hoy impera. Afortunadamente, nuestro camino hacia la consecuci¨®n de un aire limpio en Madrid no tendr¨¢ que ser tan largo, pues la creciente preocupaci¨®n de la sociedad permitir¨¢ la adopci¨®n de medidas eficaces y r¨¢pidas capaces de alcanzar la calidad atmosf¨¦rica deseada en m¨¢s breve plazo.
De hecho, las medidas adoptadas en los ¨²ltimos a?os, muy en especial la utilizaci¨®n de gas¨®leo C, de bajo contenido en azufre, y el control de veh¨ªculos y la mecanizaci¨®n de las sanciones, han permitido evitar, aun en condiciones meteorol¨®gicas muy adversas, las situaciones alarmantes de los inviernos de 1975 y 1976.
Como ya se ha apuntado anteriormente, somos conscientes de que a¨²n no se han alcanzado los niveles ¨®ptimos deseables, pero los avances conseguidos han sido notables, tal como ponen de manifiesto los datos de contaminaci¨®n proporcionados por nuestra red de control. En la actualidad, los valores medios anuales de los contaminantes m¨¢s representativos (¨®xidos de azufre y part¨ªculas) son aproximadamente el 30% m¨¢s elevados que en Londres y equivalentes a los de Roma y otras ciudades del sur de Europa. El descenso producido en estos valores desde 1975 hasta 1985 ha sido de casi el 60%, siendo previsible un continuo, aunque lento, descenso en los pr¨®ximos a?os, fruto del conjunto de actuaciones que desde 1983 se han emprendido dentro del Plan de Saneamiento Atmosf¨¦rico. El mencionado plan contempla un conjunto de medidas que necesariamente han de ir en beneficio de la calidad del aire, y de entre ellas cabe destacar las siguientes:
- Una campa?a de correcci¨®n de instalaciones de calor (calefacciones y generadores de agua caliente). Esta campa?a, realizada en colaboraci¨®n con el MOPU, ha supuesto unas subvenciones a fondo perdido superiores a 1.000 millones de pesetas entre 1983 y 1985.
- La intensificaci¨®n de control de los veh¨ªculos, especialmente los de motor Diesel.
- El aumento de las inversiones destinadas a la mejora del equipamiento para control y an¨¢lisis de combustible, con especial atenci¨®n hacia los carbones.
Como complemento imprescindible de las actuaciones citadas, se ha puesto recientemente en vigor una nueva Ordenanza General de Protecci¨®n del Medio Ambiente Urbano. Esta ordenanza restringe considerablemente los niveles m¨¢ximos permisibles de contaminantes, adecu¨¢ndose a la normativa europea. Con ella pueden adoptarse medidas restrictivas de tipo precautorio o de alerta, que impedir¨¢n que las concentraciones de los contaminantes atmosf¨¦ricos alcancen los valores de emergencia establecidos en la normativa espa?ola.
El conjunto de las realizaciones ya emprendidas, as¨ª como las planteadas con vistas al futuro (creaci¨®n de una empresa mixta para la tra¨ªda de gas natural a Madrid que permita su uso generalizado en la industria, calefacciones, etc¨¦tera; introducci¨®n del gas como carburante en los autobuses de la EMT), permite ver con un cierto optimismo la posibilidad de alcanzar el objetivo de recuperar el l¨ªmpido aire de Madrid, de forma equivalente a como se ha hecho con sus aguas.
En esta ocasi¨®n, tambi¨¦n es de esperar que los madrile?os sepan asumir los esfuerzos que esta empresa conlleva y entender que, al igual que ocurri¨® en otras ciudades de Europa, para limpiar definitivamente el aire que respiramos ser¨¢ imprescindible controlar a menudo el motor de nuestros autom¨®viles, el funcionamiento de nuestras calefacciones y las emisiones de nuestras f¨¢bricas, as¨ª como respetar las recomendaciones y limitaciones que hayan de tomarse cuando el pertinaz e inoportuno anticicl¨®n que cada invierno nos visita se empecine en mantenerse sobre Madrid m¨¢s all¨¢ del tiempo suficiente para contemplar las cada d¨ªa m¨¢s abundantes virtudes de nuestra querida villa.
es alcalde de Madrid.
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