Figura de los tiempos modernos
1. El problema figurativo en la arquitectura modernaEl problema final con el que se enfrent¨® la arquitectura y los arquitectos de vanguardia fue el de producir un lenguaje capaz de ser entendido como figuraci¨®n de la nueva situaci¨®n t¨¦cnica y metropolitana de la sociedad occidental.
Hay una interpretaci¨®n ingenua que relaciona directamente la nueva tecnolog¨ªa, ligada a materiales de construcci¨®n no habituales en el pasado, con el llamado lenguaje del movimiento moderno. Pero esta explicaci¨®n olvida la fundamental mediaci¨®n que debe existir en todo proceso de comunicaci¨®n entre las, condiciones materiales de producci¨®n de un determinado objeto y su comprensi¨®n como estructura portadora de un contenido est¨¦tico preciso. Tampoco es cierto el razonamiento que establece el contenido est¨¦tico de la arquitectura como la expresi¨®n inmediata de las ilusiones ideol¨®gicas de un grupo social sin fijarse en el proceso de mediaci¨®n que ineludiblemente debe existir para que estas ilusiones adquieran una representaci¨®n no s¨®lo plausible sino persuasivamente eficaz.
En ambos casos, la, originalidad est¨¦tica s¨®lo se produce en el momento en que se alcanza a trascender la simple presentaci¨®n emp¨ªrica de unos nuevos contenidos mediante la estructurada representaci¨®n de los mismos, a trav¨¦s de un sistema ling¨²¨ªstico a la vez nuevo y redundante, capaz, en el caso de la arquitectura y de las artes visuales, de dar figura peculiar a la nueva situaci¨®n t¨¦cnica e ideol¨®gica.
El gran desaf¨ªo de la arquitectura europea de los a?os de entreguerras, en. nuestro siglo, consisti¨® precisamente en la afanosa b¨²squeda de estos procedimientos de mediaci¨®n, figurativa con los que dar a entender socialmente la nueva tecnolog¨ªa de la construcci¨®n de edificios y la nueva realidad del hombre metropolitano. Aquellas arquitecturas quer¨ªan no s¨®lo organizar y racionalizar la nueva situaci¨®n, sino sobre todo representarlas en su significado, social y antropol¨®gico.
La cultura europea, por lo menos durante cinco siglos, hab¨ªa disfrutado en la foucaltiana edad cl¨¢sica de un lenguaje arquitect¨®nico adecuado a las t¨¦cnicas de construcci¨®n y a la estructura protocapitalista de las ciudades. La convenci¨®n del lenguaje clasicista del Renacimiento, despu¨¦s convertido en gram¨¢tica codificada de todos los academicismos, se basaba en la supuesta naturalidad de sus principios y en la perennidad de sus formas. No s¨®lo el repertorio de los ¨®rdenes cl¨¢sicos y de sus elementos constructivos pertenec¨ªa a aquella suerte de segunda naturaleza ed¨¦nica que hab¨ªa sido el mundo antiguo, sino que sus reglas sint¨¢cticas de concordancia, proporci¨®n y simetr¨ªa eran interpretadas como figuras del mismo orden natural del mundo. El fundamento del lenguaje est¨¦tico que hac¨ªa inteligible la arquitectura, permitiendo disfrutarla, enjuiciarla y ense?arla, estaba no s¨®lo socialmente admitido gracias a una secular difusi¨®n de sus principios, sino que era el veh¨ªculo figurativo a trav¨¦s del cual la experiencia tanto de lo natural como del artificio de la ciudad se pod¨ªan reconocer arm¨®nicamente concordantes.
2. La contribuci¨®n de Mies van der Rohe
La transcendencia de la obra de Mies van der Rohe como arquitecto de los tiempos modernos, y cuyo centenario de su nacimiento se cumple esta semana, debe explicarse por su aportaci¨®n a este proceso de nueva figuraci¨®n al que la cultura del siglo XX estaba abocada de modo inevitable.
El rascacielos de cristal para Alexanderplatz (1921) y el edificio de oficinas en hormig¨®n (1923) para Berl¨ªn; el pabell¨®n de Barcelona (1929) y la casa-Tugendhat (1930); el Crown Hall de Chicago (1956) o el Seagram Building de Nueva York (1958) deben ser entendidos, junto con la mayor parte de la producci¨®n construida o s¨®lo proyectada por, este arquitecto, como una de las m¨¢s poderosas contribuciones en el proceso de mediaci¨®n para hacer de la construcci¨®n de los nuevos edificios de la moderna metr¨®poli la representaci¨®n tanto de las nuevas condiciones t¨¦cnicas de su producci¨®n como de los contenidos culturales de las sociedades en las que se producen.
La obra de Mies van der Rohe es todo lo contrario de una inmediata exposici¨®n de nuevos hallazgos constructivos.
Conseguir que la secci¨®n cruciforme de un pilar formado por cuatro perfiles laminados en forma de "L" y carenado con un envoltorio de plancha de acero cromado aparezca ante nuestros ojos como la m¨¢s pregnante imagen de los recursos ofrecidos por la producci¨®n masiva de acero se consigue precisamente sacrificando la ¨®ptima utilizaci¨®n de las condiciones del material empleado en favor de una comprensible presentaci¨®n del mismo.
Resolver una fachada de cristal, con sus condiciones de acondicionamiento ambiental por procedimientos mec¨¢nicos y con la decidida separaci¨®n entre los elementos de cerramiento y la estructura puramente portante puede no tener en el dise?o ortogonal de los rascacielos miesianos la expresi¨®n m¨¢s apurada de los mejores rendimientos de los recursos empleados. Sin embargo, sus muros cortina aparecen ante nuestros ojos como una explicaci¨®n plausible, clara y formalmente econ¨®mica del dispositivo t¨¦cnico empleado.
Construir una silla a partir del armaz¨®n continuo de un tubo cromado de acero, como en el elegante modelo "MR" que Mies van der Rohe dise?ara para la exposici¨®n del Weissenhof, en 1928, proponiendo una homogeneizaci¨®n de funciones tan dispares como puedan ser las de soporte del respaldo, la formaci¨®n del asiento y el apoyo del suelo, puede ser de una dudosa eficacia en cuanto a estabilidad o en cuanto a la sencillez de su producci¨®n mecanizada en serie, pero no podemos negar que constituye un verdadero manifiesto en favor de un modo distinto, inteligible y evocador de la nerviosa vida metropolitana, con, una capacidad de representaci¨®n de estos contenidos a la que no llegan ni los mecanismos de las viejas sillas articuladas ni el evasivo-neoartesanismo de los muebles de maderas torneadas.
El funcionamiento ingenuo, desde Plotino hasta Sullivan, pens¨® que la m¨¢s ajustada utilizaci¨®n de un material a sus prestaciones t¨¦cnicas comportaba el m¨¢s elevado grado de racionalidad y, como consecuencia, de inteligible belleza.
La obra de Mies van der Rohe nos ha ense?ado que la m¨¢s persuasiva presentaci¨®n de los nuevos recursos t¨¦cnicos no est¨¢ ligada a su optimizaci¨®n t¨¦cnica sino a su buena apariencia. El problema est¨¦tico de la arquitectura moderna se plantea, en el l¨ªmite, no tanto como una exigencia de sinceridad o como el resplandor de la l¨¢mpara de la verdad reclamada por John Ruskin, sino, sobre todo, como la trabajosa b¨²squeda de unas claves figurativas que sinteticen, con vigor y claridad, las nuevas formas y los nuevos contenidos.
3. Innovaci¨®n y redundancia
En la obra de Mies van der Rohe estos hallazgos figurativos se consiguen a trav¨¦s de una cuidadosa estrategia de elaboraci¨®n del significado. Por una parte, existe un abundante repertorio de innovaciones pl¨¢sticas ligadas a la experimentaci¨®n con formas abstractas tal como el arte de vanguardia las estaba ensayando en aquel momento. A pesar de haber manifestado en m¨¢s de una ocasi¨®n su distanciamiento del neoplasticismo holand¨¦s y del constructivismo ruso, la importancia de la nueva sintaxis propuesta por estos movimientos es decisiva en el desarrollo del lenguaje moderno de la arquitectura miesiana. Pero lo que hace que estas relaciones abstractas entre formas y espacios geom¨¦tricamente simples se conviertan en una fuerza persuasiva realmente inigualada son, parad¨®jicamente, los procesos de redundancia que el mismo Mies establece en sus proyectos.
Redundancia, en primer lugar, como reiteraci¨®n de un n¨²mero reducido de soluciones. El more is less (menos es m¨¢s) miesiano debe entenderse no tanto como un asc¨¦tico despojamiento de lo que se considera superfluo, sino, a nuestro juicio, como una, invitaci¨®n a la insistencia y a la repetici¨®n en torno a un n¨²mero limitado de problemas. Al igual que la arquitectura cl¨¢sica griega fue capaz de crear el lenguaje codificado de los ¨®rdenes precisamente por su redundante insistencia en un n¨²mero limitado de problemas -la columna, el entablamiento, el edificio del templo como exclusivos campos de, machacona experimentaci¨®n-, as¨ª tambi¨¦n en Mies van der Rohe la polifac¨¦tica problem¨¢tica de la moderna edificaci¨®n se concentra voluntariamente en un n¨²mero tambi¨¦n limitado de cuestiones-sistemas separados de es tructura y cerramiento, elabora ci¨®n de la pilastra y del dintel horizontal, espacios concentrados y universales, edificios en pabell¨®n o rascacielos producidos por simple adici¨®n de pl¨¢ntas iguales. Podemos incluso advertir que el trabajo miesiano, con esta orientaci¨®n selectiva, ha sido tan poderoso que es tal vez el ¨²nico de los maestros del mo vimiento moderno que, aolem¨¢s de crear su propia arquitectura, ha sido capaz, en su etapa americana, de crear una verdadera escol¨¢stica: un talante no tanto definido por los concretos detalles normales con los que se solucionan ciertos problemas, sino sobre todo por las intenciones selectivas con las que se abordan las cuestiones de dise?o de la edificaci¨®n contempor¨¢nea.
Pero el car¨¢cter reduridante del lenguaje miesiano aparece tambi¨¦n desde otro punto de vista: su complicidad con la tradici¨®n. Cuantos han analizado, la obra miesiana no han dejado de se?alar su relaci¨®n con la tradici¨®n clasicista acad¨¦mica del siglo XIX tanto a trav¨¦s de su aprendizaje con Peter Barhens como a causa de su inter¨¦s y admiraci¨®n por la obra e Schinkel.
A nuestro juicio, con ser ciertas ambas referencias, el llamado clasicismo de Mies van deir Rohe es, sobre todo, un factor estabilizador, capaz de producir iriteligibilidad y continuidad en sus propuestas figurativas.
Precisamente porque, en el l¨ªmite, el lenguaje radicalmente nuevo ser¨ªa incomprensible, s¨®lo es posible avanzar en la proposi-
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ci¨®n de nuevas formas manteniendo un principio de redundancia, es decir, manteniendo una cierta referencia a lo ya codificado y socialmente aceptado precisamente como soporte de lo culturalmente innovador y est¨¦ticamente no asimilado.
La figuraci¨®n miesiana, tr¨¢mite de sus complicidades con el clasicismo acad¨¦mico, encuentra el punto de apoyo necesario sobre el que construir el lenguaje de sus nuevas, econ¨®micas y reiterativas propuestas.
4. Significado actual
Tal vez por ello, en el momento presente, el significado de esta arquitectura sea, en cierto sentido, ambivalente. La consideraci¨®n y el inter¨¦s que merece hoy la obra de Mies van der Rohe oscila entre una valoraci¨®n popular negativa y una valoraci¨®n altamente apreciada en los c¨ªrculos m¨¢s exigentes de la producci¨®n arquitect¨®nica actual.
El reduccionismo miesiano y tambi¨¦n, por qu¨¦ no decirlo, una cierta trivializaci¨®n de sus soluciones parciales f¨¢cilmente repetibles es el que da lugar al estereotipo de un Mies van der Rohe que se presenta como el gran culpable de la pobreza y Monoton¨ªa de las downtowns americanas y de los edificios p¨²blicos uniformes y banales universalmente difundidos. Para un cierto posmodernismo demag¨®gico es mejor olvidar a Mies y sus sempiternos detalles constructivos, su ret¨®rica del vidrio y del acero y sus tipos arquitect¨®nicos bien definidos, aunque sea a costa de reproducir la parafernalia carnavalesca de todas las recuperaciones de manual de las arquitecturas hist¨®ricas.
Pero la superficialidad de estas cr¨ªticas no parece alcanzar el n¨²cleo de la cuesti¨®n planteada por la misma obra de Mies van der Rohe, que no es otra que la de la necesaria representaci¨®n de las condiciones de la construcci¨®n moderna la necesidad de su figuraci¨®n comprensible y llena de significado.
Quienes niegan el valor del trabajo miesiano y proponen archivarlo sustituy¨¦ndolo por viejos decorados y sastrer¨ªas de anta?o tal vez no advierten que ellos mismos se debaten con el problema de la. figuraci¨®n y que proponen la reutilizaci¨®n de los vicios lenguajes hist¨®ricos como un revival tranquilizador frente a la inquietante dificultad de figurar lo moderno.
La obra de Mies, repetida, mejor o peor utilizada, sigue alz¨¢ndose, sin embargo, como uno de los m¨¢s empe?ados trabajos por encontrar esa figuraci¨®n que precisamente ahora se le niega. Comprometi¨¦ndose con la vida metropolitana y con la tecnolog¨ªa del presente, traz¨¢ndose unos exigentes l¨ªmites y buscando una tensa confrontaci¨®n entre la innovaci¨®n y los lenguajes ya consolidados de la tradici¨®n cl¨¢sica, la obra, el m¨¦todo y los hallazgos miesianos constituyen todav¨ªa hoy una de las m¨¢s radicales orientaciones, lejos de toda utop¨ªa o de toda evasi¨®n, para la profundizaci¨®n en el lenguaje de la arquitectura verdaderamente moderna.
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