Cuesti¨®n de lunares

Si un mal d¨ªa sus ojos o unas manos suaves observan alguna anormalidad en esa verruga o lunar de usted conocidos y pretende, por fin, hacer uso de la sociedad m¨¦dica que tanto tiempo lleva pagando, cruce los dedos para que no sea necesaria una operaci¨®n. Si as¨ª ocurre, le podr¨¢n decir que las verrugas, que han resultado no ser tales, databan de antes de la suscripci¨®n de la p¨®liza. Pedir¨¢n informes por escrito al m¨¦dico que ha llevado su caso, violando as¨ª, qui¨¦n sabe bajo qu¨¦ amenazas al galeno, el secreto profesional y ahorr¨¢ndose, consecuentemente, una revisi¨®n en regla que les costar¨ªa dinero. Usted les podr¨ªa contestar que un dermat¨®logo amigo de la familia, o quiz¨¢ enemigo, qu¨¦ m¨¢s da, las tuvo en observaci¨®n durante meses y nada encontr¨® en ellas que indicara que no se trataba de tal cosa. Le escribir¨¢n de nuevo, sin prisa esta vez (la anterior tampoco hab¨ªa sido un ejemplo de diligencia), por correo ordinario, para decirle que usted mismo ha reconocido que se trata de dolencias anteriores. Al leer semejante impertinencia, se dar¨¢ usted cuenta de que lleva un mes escribiendo y recibiendo cartas casi an¨®nimas para nada. Se sentir¨¢ enga?ado y no le permitir¨¢n, en principio, entrevistarse con el firmante de dichas misivas. Deber¨¢ escribir una carta al director general de la compa?¨ªa denunciando la continuada falta de educaci¨®n de sus subalternos. S¨®lo as¨ª le recibir¨¢ el subdirector, quien, con su confesi¨®n escrita en la mano, le dar¨¢ unas palmaditas, puede que le ofrezca un cigarro y le har¨¢ comprender muchas cosas. (Esto ¨²ltimo lo supongo, sin ning¨²n alarde de imaginaci¨®n, pues yo anul¨¦ la trabajosa entrevista.)-