De nuevo, el petr¨®leo
COMO ERA previsible, la reuni¨®n de los miembros de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP) en Ginebra y la posterior entre pa¨ªses de la OPEP y otros, productores de petr¨®leo no pertenecientes a la organ¨ªzaci¨®n han terminado moment¨¢neamente, sin acuerdo. La b¨²squeda de lo que los pa¨ªses de la OPEP llaman una "cuota justa" de mercado se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil porque va contra las propias reglas del mercado. Si el c¨¢rtel de productores funcion¨® durante los primeros a?os de su constituci¨®n fue porque no hab¨ªa posibilidades alternativas, y m¨¢s adelante, cuando ¨¦stas existieron (M¨¦xico, ?frica, mar del Norte), fue la decisi¨®n de Arabia Saud¨ª de disminuir su producci¨®n la que permiti¨® que funcionara. Ahora, tras la decisi¨®n de este ¨²ltimo pa¨ªs de aumentar su producci¨®n hasta un nivel aceptable para sus propios intereses, el acuerdo anterior se ha venido abajo, y con ¨¦l, los precios del petr¨®leo en todo el mundo. Lo que parece claro despu¨¦s de la suspensi¨®n de la reuni¨®n de Ginebra es que, a corto plazo, los precios del petr¨®leo permanecer¨¢n bajos. El tiempo dir¨¢ si la OPEP puede, cuando se re¨²na de nuevo el 15 de abril, cambiar esta tendencia, aunque parece dif¨ªcil que lo consiga dada la intensidad de sus disputas internas.Para Espa?a, esta situaci¨®n tiene m¨¢s ventajas que inconvenientes. Cada d¨®lar de bajada del precio del barril de petr¨®leo representa un ahorro de casi 4.000 millones de pesetas; y, por consiguiente, una oportunidad adicional de crecimiento. En el lado negativo hay que contemplar la previsible ca¨ªda de exportaciones hacia los pa¨ªses productores de petr¨®leo, que tienen ahora que poner en pr¨¢ctica dr¨¢sticos programas de ajuste. Uno de ellos, con el que hemos tenido unas relaciones comerciales particularmente agitadas en los ¨²ltimos tiempos, es Argelia. El contrato para el suministro de gas firmado en 1975 con este pa¨ªs obligaba a retirar unas cantidades de este producto muy superiores a la capacidad espa?ola de absorci¨®n. La firma del acuerdo formaba parte de un ambicioso plan que preve¨ªa la construcci¨®n de una red de gasoductos que deb¨ªa permitir elevar el consumo de gas natural hasta la media europea. La red, sin embargo, no se construy¨® y, como consecuencia, hubo que renegociar el contrato original en condiciones dif¨ªciles, puesto que una de sus cl¨¢usulas estipulaba que el gas hab¨ªa que pagarlo incluso si no se retiraba. Las negociaciones han durado a?os, y el azar ha querido que, al poco tiempo de su conclusi¨®n, la ca¨ªda del precio del petr¨®leo y de sus derivados replantee de nuevo el problema.
Esta evoluci¨®n ilustra las dificultades y los riesgos de la intervenci¨®n exclusiva del Estado en asuntos que en principio deber¨ªan contar con un grado de participaci¨®n bastante mayor de las empresas, privadas o p¨²blicas. Al ser el Estado el que interviene directamente, la rigidez en la negociaci¨®n es mayor y las posibilidades de retorsi¨®n por parte de los pa¨ªses productores de petr¨®leo se ve singularmente acrecentada. En Espa?a hemos padecido las consecuencias de esta situaci¨®n durante largos a?os, puesto que m¨¢s de la mitad de nuestras compras de crudo se realizaban a trav¨¦s de la llamada cuota de comercio, negociada directamente por el Estado. Actualmente, la cuota se ha reducido sustancialmente y nuestros precios de compra est¨¢n en l¨ªnea con los del resto de los pa¨ªses consumidores. Lo cual no quiere decir que el Estado deba desentenderse de estos problemas. En otros pa¨ªses intervienen presidentes y primeros ministros para obtener condiciones favorables de adquisici¨®n, pero estas intervenciones permanecen en el nivel estrictamente pol¨ªtico; tras ellas son las empresas interesadas las que firman los contratos. Las empresas privadas pueden aparecer y retirarse de los mercados con bastante mayor facilidad que las p¨²blicas, y ¨¦stas, a su vez, m¨¢s f¨¢cilmente que los organismos administrativos. A veces, la propia intervenci¨®n p¨²blica crea situaciones de dif¨ªcil justificaci¨®n: la protecci¨®n de la cuenta de resultados de la empresa p¨²blica Hispanoil ha llevado al mantenimiento de un precio artificialmente elevado del petr¨®leo producido en Espa?a y del importado de Dubai. La justificaci¨®n de esta actitud ha querido verse en la necesidad que esta empresa tiene de dedicar cantidades importantes de recursos a una actividad tan arriesgada como la exploraci¨®n energ¨¦tica. Pero esta subvenci¨®n encubierta no tiene sentido en un momento en el que, por el contrario, lo que se busca es una mayor transparencia de las cuentas p¨²blicas. La reciente decisi¨®n del Consejo de Ministros de reducir el precio del llamado petr¨®leo interior es un paso en esta direcci¨®n al que lo ¨²nico que cabe objetar es que haya tardado tanto.
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