R¨¦plica a una r¨¦plica sobre el monumento a la Constituci¨®n
El firmante de este art¨ªculo insiste en su cr¨ªtica al autor del monumento a la Constituci¨®n, Miguel-?ngel Ruiz Larrea, por la existencia de un supuesto plagio. En este texto defiende, tambi¨¦n su posici¨®n profesional de las cr¨ªticas recibidas por Ruiz-Larrea en torno al edificio Jorba, situado en la autopista de Barajas.
En un extenso y meditado art¨ªculo, publicado en EL PA?S el 10 de marzo, titulado ?Cr¨ªtica o confusi¨®n?, Miguel ?ngel Ru¨ªz-Larrea desarrolla toda clase de argumentos con una muy documentada y docta erudici¨®n, para demostrar que la exposici¨®n que yo hice sobre su supuesto plagio del monumento a la Constituci¨®n es una relevante muestra de mi exiguo nivel te¨®rico y por tanto, una cr¨ªtica insolvente.Ante la larga lista de monumentos, en los cuales la base compositiva, es el cubo y que Ruiz-Larrea nos enumera, uno a uno, en su propia y natural defensa: semicubo abierto, cajas vac¨ªas, cajas metafisicas, cubo que contiene un espacio vac¨ªo, cubo macizo, cubo asentado en una plataforma, yo citar¨¦ adem¨¢s: El discurso de la figura c¨²bica, de Juan de Herrera, como broche de oro (y as¨ª a?adir¨ªa otra m¨¢s a la serie de muletillas manidas que seg¨²n Ruiz-Larrea tengo por costumbre usar).
"?D¨®nde est¨¢ el, plagio?", dice Ruiz-Larrea. "A lo que se ve, en ninguna parte: ni en el fondo, ni en la forma; ni en lo sustancial, ni en lo accesorio; ni en la estructura, ni en los elementos. ?A qu¨¦ atribuir entonces la sumaria acusaci¨®n de Miguel Fisac? ?A la ignorancia o a la mala fe?".
Pero como en conciencia, y como indica Ruiz-Larrea, nadie se atrever¨ªa a lanzar p¨²blicamente una acusaci¨®n as¨ª, sin asumir simult¨¢neamente lo que en t¨¦rminos jur¨ªdicos se conoce como la carga de la prueba, y como creo que una imagen vale m¨¢s que mil palabras, me limitar¨¦ a presentar las soluciones de Max Bill para el monumento al preso pol¨ªtico desconocido, en el a?o 1952, y la de Ruiz-Larrea para el monumento a la Constituci¨®n, en el a?o 1982: sin comentarios.
Ru¨ªz-Larrea me identifica como "a uno de los cr¨ªticos espont¨¢neos y, por desgracia, muy abundantes entre nosotros y cuyos caracteres de juicio sumar¨ªsimo eliminan de ra¨ªz toda posibilidad de debate". Y luego aclara que ¨¦l s¨®lo admitir¨ªa cr¨ªticas de alguien de acreditado buen gusto, pero nunca del autor del edificio Jorba, en la autopista de Barajas.
?Cu¨¢ntos cientos de art¨ªculos es necesario haber escrito para no ser un espont¨¢neo seg¨²n Ruiz-Larrea?
Comprendo que a ¨¦l y a otros muchos arquitectos de este pa¨ªs no les guste lo que yo hago, precisamente porque lo hago yo y no imito a Wright, ni a Mies, ni a Kahm, ni a Aalto, ni a Stirling, ni a Venturi. Hace a?os, Daniel Fullaondo, un respetado cr¨ªtico de arquitectura, coment¨® que Fisac no seria nunca arquitecto de arquitectos; espa?oles, a?adir¨ªa yo.
Acepto humildemente el duro veredicto de Ruiz-Larrea, que me descalifica por mi mal gusto en el proyecto de los laboratorios Jorba del a?o 1965. Yo tampoco me quedo satisfecho de mis obras. Pero tambi¨¦n es coincidencia que la jefa y especialista en cr¨ªtica de la secci¨®n de arquitectura del Museo de Arte Moderno de Nueva York, Mary Jane Lightbown, eligiera precisamente este edificio para la exposici¨®n sobre la arquitectura en el mundo entre los a?os sesenta al ochenta. Transformations in Modern Architecture, que se exhibi¨® en el a?o 1979 y en la que figuro en la p¨¢gina 68 de su cat¨¢logo, teniendo por vecinos en la misma p¨¢gina: al Museum of Art, Cornell University. Ithaca N. Y. de I. M. Pei, arquitecto norteamericano que ahora est¨¢ realizando la pir¨¢mide de vidrio y nueva entrada al Museo de Louvre de Par¨ªs, y el Bronch Office de Tokio, de Kenso Tange, el m¨¢s famoso arquitecto japon¨¦s.
46 arquitectos en Europalia
Claro que, como contrapartida, en Europalia 85, dentro de los 46 arquitectos espa?oles que el Gobierno ha enviado como representantes de la arquitectura espa?ola de los a?os cincuenta a los ochenta, a m¨ª se me ha eliminado cuidadosamente.
As¨ª se podr¨ªa ir comprobando subidas y bajadas, entre distinciones extranjeras y desprecios espa?oles.
Y paso ya al ¨²ltimo p¨¢rrafo del art¨ªculo de Ruiz-Larrea: dice que le queda la sospecha -transformada a veces en certeza- de que detr¨¢s de mis cr¨ªticas no hay otra cosa que el af¨¢n de encargos profesionales.
Durante m¨¢s de 30 a?os he estado "clamando en desierto" contra toda clase de desmanes urban¨ªsticos, y bien caro lo he pagado profesionalmente. Por eso me llena de perplejidad que pueda a nadie caberle en la cabeza que el hacer unas cr¨ªticas con el ¨²nico fin de alertar a la opini¨®n p¨²blica y de invitar a las autoridades a la reflexi¨®n, franqueza que s¨®lo me ha acarreado odios y desprecios, pueda redundar en alg¨²n af¨¢n de lucro. Pero si tan tajantemente tiene certeza de ello Ruiz-Larrea, rec¨ªprocamente espero la carga de la prueba.
es arquitecto.
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