Poca densidad

Esta comedia de bulevar tiene la densidad suficiente para constituir un buen acto c¨®mico. No alcanza para tres. Un hombre cuya esposa desapareci¨® 25 a?os atr¨¢s ha sido declarado viudo legal y va a con traer segundas nupcias; la esposa reaparece, naturalmente, pero ha cambiado de sexo y es ahora un coronel del Ej¨¦rcito de Estados Unidos. La situaci¨®n se enreda entre esos dos personajes, el hijo de ambos, la prometida del padre y una francesita au pair. Y se rodea de antecedentes, de explicaciones, de equ¨ªvocos forzados. Hay en este tipo de teatro la tradici¨®n de que el p¨²blico no suele, entender las cosas si no se explican reiteradamente. Jardiel explicaba que explicaba las cosas tres veces: una, porque era necesario; la segunda, para que el p¨²blico realmente se enterase; la tercera, para que llegaran a enterarse los cr¨ªticos. La situaci¨®n ha cambiado, al menos en lo que se refiere al p¨²blico, que no solamente entiende a la primera, sino antes de que las cosas sucedan, en este tipo de teatro previsible. Se ha acostumbraido a la econom¨ªa de tiempo de la televisi¨®n y del videoclip y ha aprendido esta sintaxis.El alargamiento de la obra diluye la densidad de la situaci¨®n original, la vuelve acuosa. Aunque se apoye en los recursos c¨®micos del di¨¢logo que Juanjo Men¨¦ndez, adaptador y director, ha superpuesto al original de Bricaire y Lasaygues, y en la interpretaci¨®n, en la que Rafael Castej¨®n encuentra muy buenos matices de actor (la duplicidad del personaje que cambi¨® de sexo sin caer en el afeminamiento f¨¢cil), Francisco Piquer coloca perfectamente sus frases y sus efectos, y Marta Puig saca todo el partido posible a un papel inveros¨ªmil. Si ellos y sus compa?eros dieran m¨¢s velocidad al di¨¢logo, la obra ganar¨ªa.

Medio teatro estaba lleno en la funci¨®n de estreno oficial; hubo risas continuas, y una ovaci¨®n final cerr¨® el espect¨¢culo.