El Barcelona acelera la agon¨ªa del Valencia
El Barcelona acab¨® ayer con la agon¨ªa del Valencia, que ya s¨®lo puede esperar el milagro de un indulto a su pena de descenso propiciado por un error del C¨¢diz. La agon¨ªa ha sido lenta y quiz¨¢ ya comenz¨® hace dos a?os, cuando eludi¨® el descenso en el ¨²ltimo partido, frente al Real Madrid. Anoche, el equipo valencianista parec¨ªa resignado a su destino ya desde el primer minuto. Sentado en el banquillo, quiz¨¢ pregunt¨¢ndose qu¨¦ hac¨ªa ¨¦l dirigiendo a un equipo tan nefasto, Di St¨¦fano contemplaba c¨®mo sus defensas fallaban estrepitosamente en los marcajes y en los goles, c¨®mo sus centrocampistas daban vueltas sobre s¨ª mismos con miedo a soltar el bal¨®n, c¨®mo sus delanteros eran superados en rapidez por jugadores tan poco veloces como Alexanco... Qued¨® claro que alg¨²n posible pacto para el reparto de los puntos habr¨ªa sido imposible no solamente por la profesionalidad de los jugadores, sino tambi¨¦n por el penoso espect¨¢culo del Valencia, que habr¨ªa hecho invendible alg¨²n resultado diferente del que se produjo.El Barcelona sali¨® al campo relajado, sin Urruti, Migueli ni V¨ªctor entre sus posibles titulares y sin forzar la recuperaci¨®n de Archibald, Marcos, Calder¨¦, Fradera o Moratalla, que quedan reservados para el encuentro del mi¨¦rcoles ante el Gotemburgo. El Valencia comenz¨® tenso, nervioso, como un hombre que est¨¢ a punto de caerse por un precipicio y es incapaz de mover un solo m¨²sculo para evitarlo.
Las tracas de los esperanzados seguidores valencianistas sirvieron de poco. A los 16 minutos, el Barcelona, sobrio y eficaz, marcaba su primer gol, precedido de varias clar¨ªsimas oportunidades. No hab¨ªa trampa y los Pedraza, Urbano, S¨¢nchez, Amador y Pichi cumpl¨ªan con similar efectividad que los te¨®ricos titulares. Las triangulaciones, las r¨¢pidas penetraciones por las bandas de S¨¢nchez, Julio Alberto o Carrasco, eran acompa?adas adem¨¢s por una noche especialmente feliz de Schuster, quiz¨¢ en su mejor partido en 1986. La barcelonista era una superioridad total, sin contestaci¨®n posible y que hizo exclamar a Di St¨¦fano: "Este Barga es de otra galaxia".
Era de otra galaxia porque en el Valencia nada funcionaba. Despu¨¦s de decenas de a?os en Primera, con t¨ªtulos europeos incluidos, la situaci¨®n del Valencia era ayer de quiebra total. Quique, Roberto y Tendillo, otrora internacionales, son ahora jugadores grises. Los j¨®venes parecen proceder de una cantera que ya ha agotado todos sus recursos. Y los que vienen de fuera, caso de S¨¢nchez Torres o Urruti, parecen haber sido adquiridos en unas rebajas por liquidaci¨®n de existencias. Apenas ligaron jugadas.
El colmo de los colmos lleg¨® cuando Tendillo regal¨® el tercer y definitivo gol a Schuster, cuando a¨²n quedaba tiempo para una hipot¨¦tica esperanza valencianista. Era un centro de Julio Alberto excesivamente largo y Tendillo toc¨® el bal¨®n hacia atr¨¢s para que marcase Schuster. Era el hundimiento total.
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