El s¨ªndrome de Atocha
LAS ESTACIONEs de ferrocarril espa?olas no se caracterizan precisamente por ser establecimientos funcionales para el tr¨¢fico de viajeros. En este palmar¨¦s de incomodidades, no es arriesgado conceder los honores del primer puesto a la madrile?a terminal de Atocha, que une ahora a. su caracter¨ªsticas tradicionales de aduar, las inconveniencias derivadas de las obras en curso. Por eso no son de extra?ar los incidentes registrados durante las ¨²ltimas semanas, que han llegado a tener el car¨¢cter de peque?os motines, con destrozos considerables y agresiones a empleados. El mot¨ªn no es justificable, pero s¨ª explicable: los viajeros de cercan¨ªas no soportan m¨¢s la prolongaci¨®n exasperante de su jornada de trabajo por los retrasos en los trenes, a los que esperan en una estaci¨®n medio desmantelada, azotados por la lluvia y el fr¨ªo. No es desde luego un hecho ¨²nico en el transporte p¨²blico. Diariamente se producen tambi¨¦n altercados en los autobuses urbanos, y hace ya alg¨²n tiempo, un conductor llev¨® su veh¨ªculo, con todos sus viajeros encerrados por las puertas autom¨¢ticas, hasta la comisar¨ªa.El civismo no es una virtud que haya que reclamar ¨²nicamente al ciudadano, sino a quienes organizan la ciudad. En las ciudades espa?olas, y, en las grandes ¨¢reas, los organizadores revisten con frecuencia el car¨¢cter de autoridad. Una ideolog¨ªa de transportes colectivos orientada hacia la disuasi¨®n del transporte individual deber¨ªa basarse en la abundancia y la comodidad de aquelmedio. El sue?o de las zonas peatonales y de la relegaci¨®n del autom¨®vil es com¨²n en toda Europa, pero suele realizarse a partir de todo un cambio de estructuras urbanas que no cause perjuicio a la colectividad. Aqu¨ª sin embargo suele faltar este ¨²ltimo complemento. En Madrid, actualmente, dos primordiales nudos de comunicaci¨®n, como la glorieta de Atocha y la Puerta del Sol, sufren obras gigantescas que han resultado muy distintas, en la pr¨¢ctica y en el tiempo, a lo previsto, y crean problemas circulatorios de una magnitud injustificable.
Los incidentes de Atocha, los que se producen a veces en los aviones y en los aeropuertos, son el indicio de millones de malestares solitarios, que pueden estallar en cualquier momento y lugar y producir efectos mayores por causas aparentemente nimias. La lecci¨®n que se nos ofrece es que cambios razonables y deseables se convierten en negativos si no se hacen con la previsi¨®n y la atenuaci¨®n del choque social que conllevan. Es decir, con conocimiento y respeto a la existencia y usos de los ciudadanos.
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