El tipo de cambio de la peseta
El autor analiza las opiniones dispares existentes sobre la conveniencia de alterar el tipo de cambio de la peseta y critica aquella que defiende un movimiento de apreciaci¨®n de la moneda espa?ola (que en t¨¦rminos generales ser¨ªa m¨¢s favorecedor de las importaciones que de las exportaciones). El razonamiento es el de que una apreciaci¨®n del tipo de cambio de la peseta no provocar¨ªa un importante brote de actividad. Lo significativo ser¨ªa estudiar el origen de la inflaci¨®n en Espa?a.
Tras las modificaciones operadas en el seno del Sistema Monetario Europeo, es frecuente o¨ªr opiniones dispares sobre la conveniencia de alterar el tipo de cambio de la peseta. Aunque es cierto que, como se apunta en un editorial de EL PA?S, de 7 de abril de 1986 (p¨¢gina 10), en el m¨¢s corto plazo un movimiento de apreciaci¨®n del tipo de cambio de la peseta tendr¨ªa un cierto efecto compensador de la tasa de inflaci¨®n interna, y, de manera simult¨¢nea, aliviar¨ªa la tarea de las autoridades monetarias en el control de la cantidad de dinero, cabe preguntarse s¨ª tal planteamiento ser¨ªa el m¨¢s apropiado para la buena marcha global de la econom¨ªa espa?ola m¨¢s all¨¢ del corto plazo.Si el problema b¨¢sico de nuestra econom¨ªa es, simplificando al m¨¢ximo, la existencia de un ritmo de actividad que no acaba de consolidarse de una manera sostenida, con la presencia simult¨¢nea de una tasa de inflaci¨®n que cede m¨¢s bien lentamente, parece razonable pensar que -con independencia de acontecimientos externos que puedan hacer una contribuci¨®n a facilitar las cosas- las opciones de pol¨ªtica econ¨®mica a explotar tendr¨ªan que centrarse en hacer funcionar el conjunto del sistema econ¨®mico de manera que pudiese generar el m¨¢s alto posible crecimiento no inflacionario. Y en tal direcci¨®n no parece que pueda apuntar un movimiento de apreciaci¨®n del tipo de cambio de la peseta. Excepto, claro est¨¢, si el efecto antiinflacionario del mismo fuese susceptible de provocar un importante brote de actividad, cosa poco probable dados los elementos que protagonizan el ritmo de actividad tendencial que se registra (flexibilidad, incentivos, funcionamiento de los mercados y actuaci¨®n del sector p¨²blico, fundamentalmente).
Las causas ¨²ltimas
Ello no significa que se menosprecien las acciones antiinflaci¨®n, que no tienen que ser nunca secundarias en una econom¨ªa como la nuestra, tan propicia a la inflaci¨®n. Sin embargo, son las causas ¨²ltimas que generan la elevada propensi¨®n a la inflaci¨®n, m¨¢s que los efectos (en ¨ªndices de precios o expectativas de inflaci¨®n) las que tendr¨ªan que constituir objetivo prioritario de la pol¨ªtica econ¨®mica. Y es el funcionamiento de conjunto de la econom¨ªa, m¨¢s que las variaciones del tipo de cambio, lo que parece que est¨¢ actualmente, de manera dominante, en el origen de la inflaci¨®n espa?ola. Como se ha puesto de relieve en numerosas ocasiones, y como recordaba el ¨²ltimo informe del Fondo Monetario Internacional, la tasa de inflaci¨®n subyacente de la econom¨ªa espa?ola es relativamente alta. Y los movimientos de precios al alza que puedan provocar tanto la introducci¨®n del IVA como la p¨¦rdida del control monetario, aunque compensables en parte v¨ªa variaciones del tipo de cambio, no son la pol¨ªtica antiinflaci¨®n que m¨¢s necesita la econom¨ªa espa?ola.
La apreciaci¨®n del tipo de cambio no es un movimiento propiciatorio de la actividad interna (toda vez que, en t¨¦rminos generales y en ausencia de otros, cambios, es m¨¢s favorecedor de las importaciones que de las exportaciones), hecho a tener en cuenta en el contexto del proceso de desprotecci¨®n en el que est¨¢ inmersa la econom¨ªa espa?ola. A ello hay que a?adir que tanto la tasa de actividad corriente de nuestra econom¨ªa, como lo que puede anticiparse en el m¨¢s corto plazo en torno a la evoluci¨®n del precio de los crudos, tiende a producir un movimiento de apreciaci¨®n de la peseta, que tampoco es propiciador, en principio, de un mayor ritmo de actividad econ¨®mica interna.
Que una econom¨ªa con el grado de utilizaci¨®n de los recursos como el que registra actualmente la econom¨ªa espa?ola (m¨¢s del 20% de desempleo) utilice el tipo de cambio en sentido contrario a promover actividad no parece la pol¨ªtica m¨¢s adecuada, m¨¢xime cuando ya el funcionamiento autom¨¢tico de la misma (que genera un super¨¢vit por cuenta corriente) como la ca¨ªda del precio de los crudos pueden empujar al tipo de cambio en la direcci¨®n no deseable desde el punto de vista de la actividad.
Prioridades claras
Es importante que las prioridades de pol¨ªtica econ¨®mica est¨¦n claras, y que el orden de dichas prioridades sea el elemento inspirador de la utilizaci¨®n de los instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica bajo el control de las autoridades. Si la reanimaci¨®n sostenida de la actividad (con su correspondiente generaci¨®n de empleo) es el objetivo prioritario; si, en segundo lugar, el foco inflacionista de la econom¨ªa espa?ola est¨¢ en las caracter¨ªsticas de su funcionamiento interno, y si, en tercer lugar, tanto las restricciones a un mayor y m¨¢s sostenido nivel de actividad, como a un nivel de actividad menos inflacionista, pasan por una estrategia econ¨®mica que permita movilizar los recursos en mercados m¨¢s flexibles (mercados de bienes y servicios, financieros y de trabajo), hemos de convenir en que el asunto b¨¢sico no es un movimiento de tipos de cambio al comp¨¢s del ¨²ltimo reajuste del Sistema Monetario Europeo de la pasada semana. Lo importante es propiciar la actividad econ¨®mica sostenible que, en el actual r¨¦gimen del tipo de cambio de la peseta, llevar¨¢ a ¨¦ste, tendencialmente, al punto en el que juegue su papel de instrumento de ajuste macroecon¨®mico. Eso s¨ª, con las limitaciones que para ello implica el vigente r¨¦gimen de control de cambios. Pero esto es ya otra historia.
Y a prop¨®sito de los acuerdos de Ootmarsum, y para terminar, cabe preguntarse, y por lo que a la postura espa?ola se refiere, si, despu¨¦s de todo, no se est¨¢ invirtiendo demasiado en el objetivo inflaci¨®n con el instrumento inadecuado, y ello a costa del objetivo actividad. Que una de las econom¨ªas con la tasa de inflaci¨®n m¨¢s elevada de la CEE resulte con el tipo de cambio apreciado con respecto a su socio comercial m¨¢s importante -que no tiene, por otra parte, mejores razones econ¨®micas para depreciar su moneda de las que tiene la econom¨ªa espa?ola- no deja de ser un arreglo que debe tener alguna explicaci¨®n.
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