George Bush anuncia un posible ataque contra Libia
Estados Unidos est¨¢ considerando la posibilidad de responder de nuevo militarmente contra Libia, afirmaron ayer el vicepresidente, George Bush, y el ministro de Justicia, Edwin Meese. Los comentarios sobre una nueva acci¨®n se iniciaron al conocerse la noticia de que el norteamericano Peter Kilburn es una de las tres v¨ªctimas ejecutadas en Beirut por un grupo prolibio, en revancha por el ataque norteamericano del martes. El Gobierno de Margaret Thatcher ya ha confirmado en Londres que tiene pruebas de que Libia es responsable de la ejecuci¨®n de dos brit¨¢nicos, hallados el jueves junto a un tercer cad¨¢ver, que parece ser el de Kilburn.
El Departamento de Estado ha enviado un equipo forense para confirmar la identificaci¨®n de Kilburn, realizada por un compa?ero suyo en la universidad americana de la capital libanesa.Edwin Meese, reaccionando en televisi¨®n a la evidencia que afirma tener Londres, dijo ayer: "Vamos a estudiar las pruebas, pero no creo que anunciemos lo que vamos a hacer". El vicepresidente asegur¨®, por su parte: "Si conseguimos las pruebas, van a pagar el mismo precio otra vez". Ronald Reagan ha reiterado en las ¨²ltimas horas que Volver¨¢ a utilizar la fuerza militar contra las provocaciones terroristas, pero el secretario de Estado, George Shultz, explic¨® que, aunque puede haber otras cosas que tengan que hacer, no cabe esperar una respuesta de piloto autom¨¢tico a cada ataque. Kilburn fue secuestrado hace 18 meses en Beirut y formaba parte de un grupo de seis rehenes norteamericanos en manos de grupos fundamentalistas isl¨¢micos.
Por su parte, el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, afirm¨® ayer, en una entrevista televisada con periodistas europeos, que "espera" que Estados Unidos no tenga que volver a utilizar la fuerza militar."
[Weinberger tambi¨¦n se?al¨® ayer que los aliados europeos, a excepci¨®n del Reino Unido, fueron informados del ataque a¨¦reo norteamericano media hora antes de que se produjera, informa Efe.]
Un sentimiento de autosatisfacci¨®n y optimismo recorre a la Administraci¨®n de Reagan por el ¨¦xito de los bombardeos sobre Libia, que han impulsado la popularidad del presidente a un nivel superior incluso al logrado tras la invasi¨®n de la min¨²scula isla caribe?a de Granada, en octubre de 1983. Algunos miembros de la Casa Blanca han llegado a sugerir la conveniencia de un segundo ataque por considerar insuficientes los da?os del primero. En el Congreso, donde ninguna voz se ha atrevido a criticar la acci¨®n presidencial, un grupo de republicanos ha introducido un proyecto de ley para reforzar la autoridad presidencial en respuesta al terrorismo.
La propuesta, de ser aprobada, lo que parece improbable, liberar¨ªa al presidente de los l¨ªmites de la ley de Poderes de Guerra, que le obliga a contar con el Congreso para una intervenci¨®n militar en el exterior, e incluso le autorizar¨ªa a realizar asesinatos pol¨ªticos en ciertas condiciones. Reagan no estar¨ªa obligado a consultar al Congreso antes de utilizar tropas para responder a ataques terroristas. El proyecto define ampliamente al terrorismo como "un acto de agresi¨®n contra Estados Unidos que puede ser perseguido con fuerza mort¨ªfera". La legislaci¨®n autorizar¨ªa ataques "preventivos y punitivos" en respuesta a las amenazas terroristas del exterior, dirigidos contra los que planifican o apoyan dichos actosl as¨ª como contra los que los ejecutan. "Hay ocasiones en las que el presidente debe actuar r¨¢pidamente y no habr¨¢ tiempo para consultas", declar¨® el l¨ªder de la mayor¨ªa' republicana en el Senado, Robert Dole, principal proponente de la ley.
La satisfacci¨®n que se respira en el Gobierno contrasta con la preocupaci¨®n que comienza a cundir entre los ciudadanos por la revancha de los terroristas a los bombardeos de Libia. Medios oficiales se?alan que se trata de un chaparr¨®n muy intenso, de corta duraci¨®n, que habr¨¢ que aguantar, aunque advierten que, una. vez declarada la guerra, por ambas partes, habr¨¢ v¨ªctimas y ser¨¢ costosa.
La sociedad americana parece haberse convertido tras el ataque contra Libia en un reh¨¦n de Gaddafi y del terrorismo internacional, a cuya desaparici¨®n estaba dirigido el bombardeo, que, sin duda,no era el objetivo deseado por Reagan.
Objetivo del ataque
A pesar de los desmentidos oficiales, fuentes de la Administraci¨®n, citadas ayer por The Washington Post, confirmaron que Gaddafi era uno de los objetivos de los ataques. La acci¨®n fue preparada con la esperanza de matar al l¨ªder libio en la prevista destrucci¨®n de su puesto de mando de Aziziyah. "Esper¨¢bamos que ¨ªbamos a conseguirlo, aunque no sab¨ªamos d¨®nde iba a pasar esa noche" dicen las fuentes del Post. George Shultz record¨® que la ley norteamericana proh¨ªbe expl¨ªcitamente asesinar a un jefe de Estado extranjero.El Consejo de Seguridad Nacional ten¨ªa incluso preparada una declaraci¨®n para describir la muerte del l¨ªder libio como una consecuencia fortuita de los bombardeos, seg¨²n The Washington Post. Los pilotos no fueron informados previamente de que el objetivo de su misi¨®n era acabar con Gaddafi, pero uno de los FB-111 ten¨ªa la orden de dejar caer cuatro bombas de 1.000 kilos cada una en el cuartel-residenc¨ªa del l¨ªder libio, sede adem¨¢s de su guardia pretoriana y considerado por Washington como el "centro neur¨¢lgico del terrorismo exportado por Libia".
La impresi¨®n de que uno de los principales objetivos del ataque era y sigue siendo el derrocamiento de Gaddafi fue confirmada abiertamente por el secretario de Estado. "Un golpe militar, si ocurre, ser¨¢ bienvenido", afirm¨® Shultz, y los sucesores "tendr¨¢n una orientaci¨®n m¨¢s pro Libia". Sin embargo, la Administraci¨®n no tiene informaci¨®n para afirmar que "hay movimientos para un golpe".
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