Los italianos de Lampedusa, m¨¢s cerca de Africa que de Italia
"Con buen tiempo, los misiles libios hubieran causado una masacre entre los pescadores", dice el alcalde
"Eran las cinco de la tarde. Yo estaba en la plaza con los dem¨¢s hombres; aquel d¨ªa el viento soplaba muy fuerte y el mar estaba bravo y gris, y no nos hab¨ªamos echado a la mar. De pronto o¨ªmos un boom terrible. Primero pensamos en una explosi¨®n en la cantera, pero los obreros vinieron corriendo al pueblo: hab¨ªan visto levantarse columnas de agua a 200 metros de la playa. Nos atenaz¨® la angustia, fue como volver a los tiempos de los bombardeos de 1943".
As¨ª empezaron para Tulio, un pescador de Lampedusa, las largas horas de espera e incertidumbre. "Aqu¨ª estamos m¨¢s cerca de ?frica que de Italia" dicen a menudo los lampedusano.Un vuelo de avi¨®n y una l¨ªnea de barco -que durante la mayor parte del invierno no funciona- son las ¨²nicas comunicaciones de los lampedusanos con la tierra firme italiana.
"Se arm¨® en seguida un gran l¨ªo, porque no se sab¨ªa de d¨®nde hab¨ªan llegado las bombas", afirma Tulio. "Unos dijeron que del mar, pero ni rastro de barcos; y en el cielo no se hab¨ªa o¨ªdo el ruido de ning¨²n avi¨®n", a?ade el marinero, con un gorro de lana azul marino y la piel arrugada por el salitre.
"Yo no me lo pens¨¦ dos veces; estaba ech¨¢ndome: la siesta y me despert¨¦ de golpe pensando que los ni?os hab¨ªan hecho alguna gamberrada de las suyas", afirma Cesarina, una corpulenta mujer. "Pero en cuanto me dijeron que los aviones nos hab¨ªan bombardeado agarr¨¦ a las dos criaturas y, como pude, sal¨ª corriendo hacia los refugios", a?ade.
Las l¨ªneas de tel¨¦fono de Lampedusa se sobrecargaron de llamadas. En el ayuntamiento, el alcalde, Carlo Fragapane, y la vicealcaldesa, Pina Nicolini -ambos comunistas- no daban abasto. Hacia las ocho de la tarde lograron una comunicaci¨®n oficial: las explosiones las hab¨ªan producido dos misiles lanzados desde Libia contra las instalaciones militares norteamericanas de la isla. "Ahora dicen que no son de la OTAN, aunque nosotros siempre lo cre¨ªmos as¨ª, puesto que as¨ª lo indica uno de los carteles que se encuentran a la entrada de las instalaciones", dice Cesarina.
Los misiles no alcanzaron su objetivo, pero la zona donde estallaron suele estar llena de pescadores. "Si hubiese hecho buen tiempo habr¨ªa habido una matanza", afirma el alcalde.
Se van los norteamericanos
Pero el p¨¢nico cundi¨® cuando en el pueblo se enteraron de que los norteamericanos de la base se hab¨ªan marchado en helic¨®pteros de Lampedusa. "Encima de que hasta el pan lo traen de sus bases en Sicilia, cuando los necesitamos, se largan sin preocuparse de los dem¨¢s", afirma Nicolini. La gente huy¨® en estampida. Los que tienen un coche o una vespa los cargaron con sus pertenencias y todos los v¨ªveres de los que pudieron echar mano. Los que no ten¨ªan veh¨ªculo ataron los colchones con cuerdas y salieron con ellos sobre las espaldas. "Era la guerra", afirma la vicealcaldesa.El ¨¦xodo se dirigi¨® hacia las afueras del pueblo, donde los lampedusanos se instalaron en tiendas de campa?a y en los dannusi (antiguas casas de piedra). Otros ocuparon las grutas y los t¨²neles construidos durante los bombardeos de la II Guerra Mundial. Los jefes de familia, guiados por ¨²n ex combatiente apodado la Peste, montaron guardia durante toda la noche.
"Nosotros no huimos por miedo", afirma el comandante norteamericano Ernest del Bueno, jefe de las instalaciones Loran en Lampedusa. "Retir¨¦ el personal cuya presencia consider¨¦ superflua, pero la estaci¨®n de se?ales para la orientaci¨®n a largo alcance nunca dej¨® de funcionar", a?ade. Seg¨²n Del Bueno, se ha exagerado la importancia de esta base, que Libia ha calificado como clave en el ataque norteamericano contra Tr¨ªpoli. En ella operan unos 30 miembros de la Guardia Costera norteamericana que, en tiempos de paz, visten de civil y dependen del Ministerio de Transportes estadounidense.
Misiones humanitarias
Del Bueno explica que esta unidad se encarga de misiones de car¨¢cter humanitario. La base de Lampedusa s¨®lo consta de un centro Loran, es decir, un sistema de emisi¨®n constante de se?ales sincronizadas con las de otras instalaciones de este tipo que se encuentran en otros puntos del Mediterr¨¢neo, incluida la costa espa?ola."Nosotros emitimos, sin recibir, estas se?ales, con las que los abonados tanto militares como civiles pueden calcular su situaci¨®n en el mar o en el aire", afirma Del Bueno. Y a?ade: "Aqu¨ª nosotros s¨®lo somos hu¨¦spedes del Gobierno italiano, que es, a quien corresponde la defensa de su territorio".
Al amanecer del mi¨¦rcoles, la isla apareci¨® tomada por los paracaidistas de la Folcore. El Caio Deuilio, el tercer barco almirante de la Marina italiana,. el cazatorpedero Audaz y el lanzamisiles Lobo constituyeron un escudo naval en torno a Lampedusa, junto a unidades de la VI Flota. Todos los que pudieron abandonaron la isla.
Hacia las dos de la tarde, una llamada an¨®nima con acento ¨¢rabe amenaz¨® con el bombardeo del aeropuerto. El rumor corri¨® de nuevo como la p¨®lvora y la gente pas¨® otra noche en los refugios sin pegar ojo.
Ahora la isla vuelve a su tranquila rutina, pero los lampedusanos est¨¢n preocupados por la temporada veraniega. Un hotelero afirma: "Los turistas est¨¢n cancelando todas sus reservas; como si no fuera suficiente con el turco de Gaddafi, ahora tenemos esta invasi¨®n de paracaidistas que recorren la isla asustando a los ni?os".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.