El mar que fue de Europa
El mundo occidental naci¨® en el Mediterr¨¢neo. Primero Grecia, luego Roma, crearon un modelo de organizaci¨®n humana que llegar¨ªa a ser el de Europa entera, y de ah¨ª impregnar¨ªa otros continentes, por transposici¨®n, como en el poblamiento de Am¨¦rica, y por imposici¨®n-imitaci¨®n como en la colonizaci¨®n de Asia y ?frica.El Mediterr¨¢neo fue el centro estrat¨¦gico del mundo occidental desde la pax romana hasta bien entrado el siglo XVII. En los primeros 50 a?os del 1600, que coinciden con la fase ag¨®nica de la decadencia espa?ola, el eje mar¨ªtimo del espacio sobre el que hab¨ªa regido Felipe II cambia de mar para centrarse en el Atl¨¢ntico.
El descubrimiento de Am¨¦rica y la colonizaci¨®n de los mares al oeste de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hab¨ªa abierto una nueva perspectiva planetaria, pero no hab¨ªa desplazado verdaderamente el eje del m¨¢ximo inter¨¦s imperial. Mientras el Atl¨¢ntico era la autopista de la plata americana en viaje de ida y vuelta sobre las corrientes de alisios y contralisios, el Mediterr¨¢neo era el mar de la guerra donde combat¨ªan islam y cristiandad.
El dominio espa?ol sobre el Mediterr¨¢neo occidental dura cerca de un siglo, mientras que otro imperio, el otomano, predomina en sus aguas orientales y su lucha por la supremac¨ªa ni siquiera se resuelve en la batalla de Lepanto, en 1571, donde la victoria hispano-veneciana s¨®lo sirve para consolidar el reparto del mar en dos mitades. La sustituci¨®n imperial de Espa?a por la potencia mar¨ªtima holandesa, primero tras la guerra de los 80 a?os y la paz de Westfalia en 1648, y de ¨¦sta por el primer imperio ingl¨¦s, que data de finales del siglo XVII, hacen que por primera vez el eje de la gran conflagraci¨®n pol¨ªtica en los mares se traslade fundamentalmente al Atl¨¢ntico.
Guerra de Sucesi¨®n
Durante el siglo XVIII, el Mediterr¨¢neo, reducido a mar regional, ve ascender el predominio brit¨¢nico, que se afirma con la guerra de Sucesi¨®n espa?ola, en la que se produce la p¨¦rdida de Gibraltar, y se consolida en la de Sucesi¨®n austriaca y la de los Siete A?os, ¨¦stas ya de verdadera dimensi¨®n oce¨¢nica, puesto que se combate en Europa, Am¨¦rica y Asia. Paralelamente, al otro extremo del continente el reinado modernizador de Pedro el Grande en Rusia, que llega hasta mediados de siglo, impulsa la gran marcha del antiguo ducado de Moscovia hacia dos mares: las aguas fr¨ªas del B¨¢ltico y las calientes del Mediterr¨¢neo, con lo que se instala un futuro competidor en el mar Negro.
En el tr¨¢nsito del siglo la flota brit¨¢nica destruye en la rada egipcia de Abukir (1799) los sue?os napole¨®nicos de abrir para Francia el camino de Oriente a trav¨¦s del Mediterr¨¢neo, y poco despu¨¦s en la batalla de Trafalgar (1805), librada frente a las costas de C¨¢diz casi a la entrada del Pe?¨®n, cierra sus aguas a la hegemon¨ªa de cualquier otra potencia. El resto del siglo XIX est¨¢ marcado por la decadencia del imperio turco, cuyas fuerzas navales son destruidas en 1827 en Navarino por Inglaterra, ahora aliada a Francia, en apoyo de la pr¨®xima independencia griega. Al mismo tiempo, desde finales del XVIII, la presi¨®n rusa para controlar los Dardanelos y tener un acceso seguro desde Estambul al Mediterr¨¢neo contribuye por el juego de las compensaciones a convertir a la Sublime Puerta en aliado menesteroso de Londres. As¨ª, en la guerra de Crimea en los a?os cincuenta, Francia y Gran Breta?a acuden en socorro de Turqu¨ªa contra Rusia, y la ca¨ªda de Sebastopol aplaza el sue?o zarista en el Mediterr¨¢neo oriental, haciendo precario incluso su control del mar Negro.
La apertura de la ruta del canal de Suez a finales de los a?os sesenta y la consolidaci¨®n del dominio brit¨¢nico sobre Egipto con el virreinato de lord Crome, en los ochenta, obligan al Reino Unido a sostener en el Mediterr¨¢neo una flota que pueda enfrentarse a todas las de sus enemigos potenciales coligados. Finalmente, la ocupaci¨®n brit¨¢nica de Chipre a favor de las guerras balc¨¢nicas antes de la I Guerra Mundial cierra el anillo de bases que va desde Gibraltar a la isla greco-turca pasando por Malta y el baluarte egipcio.
Grandes victorias navales
El Mediterr¨¢neo desempe?a en la I Guerra Mundial un papel todav¨ªa importante con el desembarco brit¨¢nico en la pen¨ªnsula turca de Gal¨ªpoli; la victoria aliada permite el asentamiento de Francia en la costa sirio-libanesa y redondea la supremac¨ªa de Londres en los Dardanelos y el Egeo, que se sostiene en el per¨ªodo de entreguerras, cuando el poder¨ªo naval norteamericano no pasa de ser una especulaci¨®n.
En la Segunda Guerra Mundial se producen las ¨²ltimas grandes victorias navales brit¨¢nicas en el Mediterr¨¢neo mientras el esfuerzo norteamericano se concentra en el Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico. El poder¨ªo mar¨ªtimo italiano deja de existir tras la victoria de la Home Fleet en la batalla del Cabo Matap¨¢n, completada con la resistencia inglesa en la isla de Malta. En la posguerra, sin embargo, un Reino Unido extenuado cede a Estados Unidos su posici¨®n predominante en el Egeo, sus puntos de apoyo en Libia, as¨ª como abandona el canal de Suez en 1956 y las bases egipcias. En esos a?os cincuenta la VI-Flota norteamericana se ha convertido ya en la fuerza naval hegem¨®nica en el Mediterr¨¢neo, y como tal desembarca en 1958 en un L¨ªbano que vive su primera guerra civil. Esta supremac¨ªa se ve, sin embargo, inquietada a partir de los setenta por un reci¨¦n llegado que viene de lejos: la nueva flota oce¨¢nica de Mosc¨².
La partici¨®n de Europa en la Segunda Guerra Mundial convierte de nuevo al gran mar en primer¨ªsimo tablero estrat¨¦gico de las dos grandes potencias mundiales, aunque la rusa, llegada con retraso, luche todav¨ªa por recuperar el tiempo perdido. Mientras Estados Unidos tiene sus principales bases en el Mediterr¨¢neo europeo, la Uni¨®n Sovi¨¦tica no puede mostrar en el mapa asentamientos de igual consistencia en la otra ribera, pero no es menos cierto que la flota sovi¨¦tica ha salido por fin al mar caliente, que tentaba al zar Pedro el Grande.
El Mediterr¨¢neo es hoy un lago norteamericano, en el que la marina brit¨¢nica y la francesa desempe?an un papel s¨®lo regional y en el que la flota de Mosc¨² se limita a pasear el pabell¨®n. Parece una necesidad de la historia que nuestro mar siempre haya sido propiedad de alguien. Desde los tiempos de la rivalidad hispano-otomana esa hegemon¨ªa tiene su capital en otros mares.
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