Corea del Sur o la fuerza de la resistencia pasiva
El dilema es c¨®mo compaginar la dictadura con la transici¨®n a la democracia
Una fr¨ªa llovizna cae sobre 100 tumbas grises en un cementerio rural situado en las afueras de la ciudad surcoreana de Kwangju. Es el Domingo de Resurrecci¨®n y dos mujeres sollozan. Kim Young Sam y Lee Min Woo, dos de los dirigentes m¨¢s conocidos de la oposici¨®n surcoreana, entran en el cementerio y depositan solemnemente una corona sobre las tumbas. Los visitantes permanecen en pie, en silencio, recordando los centenares de personas muertas por las tropas gubernamentales en Kwangju durante las protestas estudiantiles de hace seis a?os.
Los dos dirigentes, tras haber honrado a los muertos, se dirigen a la sede de la Asociaci¨®n de Hombres J¨®venes Cat¨®licos y suben al estrado situado en un peque?o gimnasio en el que apretujan unos 3.000 simpatizantes. Otras 50.000 personas se hallan -reunidas en las proximidades del edificio -algunas subidas en los techos de las casas o encaramadas en los postes del tel¨¦fono y los ¨¢rboles- para escuchar el llamamiento a favor de la resistencia pasiva."Dejad que nos coaccionen, nos detengan o nos pongan bajo arresto domiciliario", afirma Kim Young Sam, "as¨ª consiguieron la victoria Gandhi y Martin Luther King". Durante las cuatro horas en las que se desarrolla el acto miles de polic¨ªas desarmados vigilan sin intervenir.
Este acto fue quiz¨¢ la mayor manifestaci¨®n desarrollada en Corea del Sur desde que Chun Doo Hwan ocup¨® el cargo de presidente, hace seis a?os. Una semana antes, una protesta parecida se hab¨ªa celebrado en la ciudad de Pusan. Posteriormente, la oposici¨®n organiz¨® otro acto masivo en la ciudad de Taegu. A pesar de que la polic¨ªa no adopt¨® ninguna represalia contra las aproximadamente 100.000 personas que escucharon el discurso de Kim Young Sam, carg¨® y lanz¨® bombas de gas contra los 2.000 j¨®venes que intentaron concentrarse ante el Ayuntamiento de la ciudad despu¨¦s de que el grupo principal se dispersara. Las manifestaciones se est¨¢n celebrando para recoger firmas a favor de la reforma del sistema vigente en el pa¨ªs de elecciones presidenciales indirectas.
Prensa silenciosa
La televisi¨®n -controlada por el Estado- apenas se hicieron eco de estos actos, mientras los diarios las ignoraron completamente. El principal l¨ªder opositor, Kim Dae Jung, intent¨® viajar a Kwangju, pero fue detenido en el camino por unos 200 polic¨ªas y obligado a volver a su casa. Las autoridades tambi¨¦n le prohibieron viajar a Taegu.El esp¨ªritu opositor en Corea del Sur ha crecido, en parte debido al casi milagroso triunfo del poder popular en Filipinas, que ha dado como resultado la ca¨ªda del r¨¦gimen de Ferdinand Marcos. Sin embargo, existen grandes diferencias entre la situaci¨®n existente en ambos pa¨ªses: ni siquiera sus enemigos han acusado al austero y trabajador Chun de los delitos de nepotismo y corrupci¨®n atribuidos a Marcos; su Ej¨¦rcito, al contrario de lo que ocurre en Filipinas, es muy disciplinado y no est¨¢ dividido en facciones y, lo que es m¨¢s importante, la econom¨ªa surcoreana ha crecido, mientras que la filipina se halla en la bancarrota. Mientras que hace 20 a?os el filipino medio ganaba casi tres veces m¨¢s que sus colegas surcoreanos, ahora la situaci¨®n se ha invertido. Sin embargo, ha crecido la oposici¨®n de los surcoreanos frente al dictador de derechas que se halla sometido a la presi¨®n estadounidense y a la de las protestas pac¨ªficas. "Saben que la situaci¨®n no es la misma que en Filipinas", afirma un diplom¨¢tico occidental en Se¨²l, "pero desde luego han tomado aliento de lo que all¨ª ocurrido".
El sistema electoral
El objetivo de las protestas en Corea del Sur es el cambio de un sistema electoral con el que el pa¨ªs -de unos 41 millones de habitantes- elige a m¨¢s de 5.000 representantes, que a su vez designan al presidente.Chun sugiri¨® que.en 1988 las elecciones se celebren de la misma forma que hasta ahora. El presidente que resulte elegido podr¨ªa efectuar una reforma constitucional para los comicios de 1989. Sus opositores, sin embargo, temen que su sucesor pueda desdecirse y desean que la reforma se haga inmediatamente. Bajo la presi¨®n de Washington, Chun permiti¨® a la oposici¨®n organizar manifestaciones de apoyo a dicha reforma.
La cuesti¨®n es c¨®mo se pueden compaginar el dictador y la transici¨®n a la democracia. Chun ha flexibilizado su r¨¦gimen. Ya no hay toque de queda a medianoche y no existe el temor a repentinas incursiones policiales. Sin embargo, Corca del Sur sigue siendo un Estado esencialmente policial, y el presidente ha puesto a muchos de sus enemigos bajo arresto domiciliario. La Prensa sigue sometida a una fuerte censura y, seg¨²n opina el Departamento de Estado norteamericano, unos 1.000 prisioneros pol¨ªticos siguen en la c¨¢rcel.
"Chun tiene escaso apoyo popular", admite un representante estadounidense. Prueba de ello es que, en las elecciones celebradas el pasado a?o, el Partido Democr¨¢tico de la Nueva Corea -que se hab¨ªa constituido s¨®lo algunas semanas antes de los comicios- logr¨® 102 esca?os de los 276 que constituyen la Asamblea Nacional surcoreana.
El Gobierno justifica su pol¨ªtica autoritaria con la amenaza que constituye para su seguridad Corea del Norte. Su principal arma, sin embargo, es el crecimiento economico que experimenta el pa¨ªs.
En los primeros dos meses de este a?o las exportaciones crecieron un 38%, lo que ha dado lugar a que los economistas hayan previsto un crecimiento para este a?o del 9%. "Hacemos lo posible para tolerar a Chun, no porque le queramos, sino porque necesitamos estabilidad pol¨ªtica para mantener nuestras empresas", afirma un hombre de negocios.
La oposici¨®n convoca multitudes, pero ha perdido su unidad en esp¨ªritu y objetivo. Sus principales enemigos, sin embargo, pueden ser los estudiantes, que en los ¨²ltimos cinco a?os se han hecho m¨¢s combativos. El 5% del mill¨®n de estudiantes del pa¨ªs es radical, y algunos de ellos incluso se declaran partidarios del l¨ªder libio, Muammar el Gaddafi, y piden la retirada de las bases norteamericanas y la reunificaci¨®n con el Norte.
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