100 a?os de lucha sindical
La conmemoraci¨®n de este Primero de Mayo tiene tras de s¨ª un siglo de lucha sindical. Cien a?os durante los cuales se ha hecho patente la voluntad de la clase trabajadora por alumbrar con sus reivindicaciones un futuro donde todos pudieran vivir conforme a la dignidad de la vida humana. Historia reciente en cuyo transcurso, las conquistas sociales que hoy se disfrutan, y que aparecen como logros irrenunciables, han sido arrancadas una a una por el movimiento obrero de todos los pa¨ªses.Desde que el Congreso Internacional Obrero Socialista de Par¨ªs adopt¨® la fecha del Primero de Mayo para "organizar una manifestaci¨®n internacional, de manera que en todos los pa¨ªses y en todas las poblaciones a, un mismo tiempo los trabajadores exijan de los poderes p¨²blicos la reducci¨®n legal a ocho horas de la jornada de trabajo y la aplicaci¨®n de las dem¨¢s resoluciones del congreso internacional de Par¨ªs", todos los 1 de mayo han sido ocasi¨®n para que los trabajadores expresaran solidariamente sus reivindicaciones por una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s libre y m¨¢s igualitaria.
Traicionar¨ªamos, pues, la memoria de nuestra historia si en la conmemoraci¨®n de estos 100 a?os de lucha sindical. que se cumplen en este Primero de Mayo no hacemos del presente el objeto de nuestras reivindicaciones y del ma?ana la expresi¨®n de lo que esperamos ver realizado.
En efecto. Los trabajadores espa?oles celebramos este Primero de Mayo en medio de problemas cruciales. Problemas que sin ser exclusivos de nuestra sociedad cobran en nuestro ¨¢mbito una especial relevancia. La escandalosa tasa de paro que se registra en nuestro pa¨ªs corre el riesgo de hacernos olvidar que m¨¢s all¨¢ del dato estad¨ªstico hay miles de trabajadores que ven c¨®mo se prolonga indefinidamente su angustia de no encontrar un empleo que los haga sentirse solidarios con su sociedad, y que en el caso de los j¨®venes, casi el 50% de los parados espa?oles, se agrava hasta l¨ªmites insospechados. Tan preocupante como el hecho en s¨ª de la situaci¨®n del empleo en Espa?a es la insensibilidad social que parece haberse instalado en la consideraci¨®n de este grav¨ªsirno problema, que amenaza la misma estabilidad democr¨¢tica y deteriora profundamente la estructuraci¨®n de la sociedad. Sobre este fondo preocupante y sombr¨ªo emerge el riesgo, cada vez m¨¢s acusado, de que se configure una sociedad dual que desde UGT hemos denunciado reiteradamente: una parte de la poblaci¨®n, con trabajo seguro, capacidad de presi¨®n y bien retribuida, y por otra parte, un n¨²mero cada vez creciente de trabajadores con empleo en precario, sin capacidad contractual y discriminada a la hora de acceder a las ventajas sociales que otros colectivos poseen.
Pol¨ªtica de concertaci¨®n
El sentido de nuestra pol¨ªtica, de las alternativas y de las propuestas que desde UGT hemos venido realizando, lo que se ha llamado pol¨ªtica de concertaci¨®n, ha ido encaminada, fundamentalmente, a hacer real la solidaridad de clase, a luchar contra el paro, contra esa sociedad profundamente injusta que amenaza con tomar carta de naturaleza entre nosotros.
Hemos exigido de quienes tienen en sus manos la posibilidad de crear empleo una actitud solidaria con la sociedad. Y seguiremos reivindicando de quienes han visto aumentar sus beneficios y las tasas de excedente empresarial la responsabilidad social que reclaman todos aquellos que se ven condenados a una existencia precaria, marginada y desesperanzada.
Nuestra reivindicaci¨®n se dirige tambi¨¦n a los poderes p¨²blicos, cuyo deber es la defensa y la b¨²squeda del bienestar colectivo, para que emprendan acciones decididas para combatir el paro. Con reiteraci¨®n hemos manifestado la necesidad de un mayor crecimiento econ¨®mico, de llevar a cabo una pol¨ªtica de relanzamiento econ¨®mico, todo lo prudente que se quiera, pero inequ¨ªvocamente expansiva, compatible con un crecimiento de la inflaci¨®n. El logro de este objetivo pasa por la negociaci¨®n de una pol¨ªtica de rentas global, la reforma de la Administraci¨®n, una mayor progresividad fiscal, un incremento de la inversi¨®n p¨²blica, una adecuada planificaci¨®n industrial, y tambi¨¦n, como exigen los sindicatos europeos de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos, por el desarrollo de una pol¨ªtica activa y coordinada a nivel europeo que contemple el objetivo de crear empleo al tiempo que se reduce de forma generalizada la duraci¨®n del tiempo de trabajo a 35 horas semanales, que es nuestro objetivo.
Cien a?os despu¨¦s de aquel Primero de Mayo, los sindicatos tenemos que soportar fuertes ataques contra nuestra raz¨®n de ser. La ofensiva de las derechas de todo signo, enarbolando la pretendida bandera de la modernidad, plantea un cuestionamiento sistem¨¢tico del papel de los sindicatos. Ciertas maneras de pensar constatan como realidad irreversible y necesaria la desaparici¨®n de organizaciones que, como las centrales sindicales, no aceptan el actual estado de las cosas.
La actuaci¨®n sindical
Bien es verdad que nos enfrentamos, a profundas mutaciones en la estructura y en el sentido mismo del trabajo. Los cambios en la composici¨®n de la clase trabajadora, la precarizaci¨®n del empleo y la transformaci¨®n de las estructuras productivas son otras tantas cuestiones que, indudablemente, plantean importantes problemas a la actuaci¨®n sindical. No obstante, quiza sea necesario recordar tambi¨¦n que los sindicatos nacieron como formas de organizaci¨®n de los trabajadores para luchar contra la explotaci¨®n y la miseria, para obtener mejores condiciones de trabajo y de vida, para conseguir una jornada laboral acorde con la condici¨®n humana y para que el puesto de trabajo no supusiera un riesgo permanente para la vida y la salud. La lucha continuada de los sindicatos ha conseguido implantar sistemas p¨²blicos de seguridad social que protegen a los ciudadanos, ha conseguido limitar el poder absoluto de los empresarios y ha contribuido a una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de la riqueza que permite hoy el acceso a bienes y servicios que hasta hace poco estaban reservados para minor¨ªas.
Una concepci¨®n de la modernidad que suponga renunciar a estas conquistas no es m¨¢s que un retroceso, la vuelta a situaciones hist¨®ricas ya superadas. Los trabajadores no jugamos mucho en esta ofensiva; bastar¨ªa pensar por un momento en cu¨¢l podr¨ªa ser el futuro de la clase trabajadora sin organizaciones obreras.
Si la experiencia europea permite demostrar que el sindicalismo democr¨¢tico ha sido protagonista de primera fila en la modernizaci¨®n de esas sociedades, la consideraci¨®n de lo que ha sucedido en Espa?a en los ¨²ltimos a?os deber¨ªa permitirnos llegar a una similar conclusi¨®n, bien que todav¨ªa sean numerosas las reivindicaciones pendientes que deben llevarse a cabo.
Es en este sentido en el que la Uni¨®n General de Trabajadores plantea la conmemoraci¨®n del Primero de Mayo de 1986, 100 a?os despu¨¦s: afrontando problemas nuevos y adecuando nuestra acci¨®n sindical a las exigencias que la defensa de los intereses de los trabajadores nos plantean.
La lucha sindical, el esfuerzo de la Uni¨®n General de Trabajdores continuar¨¢ en la defensa de las libertades individuales y colectivas; en la exigencia cotidiana por el acrecentan¨²ento del bienestar moral, intelectual y econ¨®mico de todos los trabajadores; en la incansable reivindicaci¨®n ante los poderes p¨²blicos para que favorezcan los intereses del trabajo hasta el tiempo en que sea posible para todos vivir conforme a la dignidad humana.
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