Afganist¨¢n: combates y negociaciones
EL 5 de mayo debe comenzar en Ginebra una nueva ronda de las negociaciones indirectas sobre Afganist¨¢n que se vienen realizando desde 1982, organizadas por las Naciones Unidas; indirectas, porque los delegados de las dos partes, el Gobierno de Islamabad y el de Kabul, no se sientan en la misma mesa, sino que las posiciones respectivas de una son transmitidas a la otra por un negociador especial, Diego Cordovez, designado para esta funci¨®n bor el secretario general de la ONU. En las se manas que han precedido a esa nueva ronda han tenido lugar en Afganist¨¢n una serie de hechos, militares y pol¨ª ticos, que deben ser considerados como un esfuerzo serio por parte sovi¨¦tica para mejorar sus puntos de partida en la defensa de sus posiciones.Las tropas sovi¨¦ticas y las dependientes del Gobierno de Kabul han emprendido en el pasado mes de abril dos fuertes ofensivas contra la resistencia afgana en la regi¨®n de Kandahar, en el Sur, y contra la ciudad fort¨ªn de Jawar, muy cerca de la frontera paquistan¨ª; el objetivo esencial, sobre todo en este ¨²ltimo caso, es interrumpir o dificultar al m¨¢ximo las relaciones entre la resistencia y Pakist¨¢n, de donde aqu¨¦lla obtiene sus principales recursos en armas. Seg¨²n noticias de la propia resistencia, los sovi¨¦ticos han concentrado muchas fuerzas para destruir la base de Jawar, y lo han logrado, si bien la resistencia ha vuelto a ocupar la ciudad, pero habiendo perdido considerables reservas de armas. Este hecho pone de relieve una caracter¨ªstica esencial de la resistencia afgana: tiene un enraizamiento profundo en la poblaci¨®n, sobre todo rural, porque nace de las propias estructuras tradicionales de las aldeas, los valles y las tribus, pero no es capaz de establecerse en ciudades o en territorios liberados fijos; la movilidad es su fuerza. Ello mismo se traduce en una incapacidad de dar nacimiento a una alternativa pol¨ªtica coordinada. Con predominio, general de la inspiraci¨®n isl¨¢mica, son de hecho muchas resistencias con sus jefes propios; incluso la coordinaci¨®n regional para combates comunes es escasa y choca con dificultades.
Si han obtenido ciertos resultados militares, en cambio los sovi¨¦ticos est¨¢n chocando a todas luces con dificultades serias para lograr una ampliaci¨®n de la base pol¨ªtica del r¨¦gimen que han establecido con el apoyo de sus tropas. El retorno de Karmal despu¨¦s de una larga estancia en Mosc¨² deshace de momento las especulaciones sobre su eliminaci¨®n. Pero lo significativo es que, con un gesto absolutamente desacostumbrado, Pravda haya expresado el descontento del Kremlin por la incapacidad del Gobierno de Karmal de sustraer base social a la resistencia y de ensanchar su propia base. Esa incapacidad tiene ra¨ªces en el origen mismo de ese Gobierno; los sovi¨¦ticos enviaron sus tropas en diciembre de 1979, cuando el partido comunista, llamado Partido Democr¨¢tico del Pueblo Afgano, que ya ten¨ªa el poder, se deshac¨ªa en duras luchas intestinas; apostaron por la fracci¨®n dura de Karmal, pero la consecuencia inevitable era un poder apoyado en las bayonetas y totalmente alejado de las realidades nacionales. Hoy el fracaso de esta experiencia es obvio, y la soluci¨®n dificil¨ªsima: ?c¨®mo compatibilizar la represi¨®n policiaca y militar contra una resistencia enraizada en una poblaci¨®n mayoritariamente rural, animada incluso por la idea de la guerra santa, con la ampliaci¨®n de la base social del Gobierno de Kabul? En cuanto a la negociaci¨®n, el jefe del Gobierno sovi¨¦tico ha declarado en Mosc¨² que "ha alcanzado una fase particularmente importante" y que se pueden producir "progresos sustanciales". El negociador de las Naciones Unidas, Diego Cordovez, se ha referido a un "calendario de retirada de las tropas sovi¨¦ticas" que le ha entregado el Gobierno de Kabul. Esa impresi¨®n inclinada a un optimismo prudente no ha sido desmentida hasta ahora por las autoridades de Pakist¨¢n, aunque las ¨²ltimas operaciones militares de la URSS en zonas cercanas a este pa¨ªs podr¨ªan crear dificultades suplementarias. Pero es obvio que el,problema de fondo se sit¨²a en un marco m¨¢s amplio que el de los actuales esfuerzos pacificadores de la ONU. Parece l¨®gico que Mijail Gorbachov, por sus propios objetivos generales en el terreno internacional, tenga deseos de dar pasos para que el Afganist¨¢n invadido por sus tropas deje de pesar como una losa sobre la imagen de la URSS en todo el mundo. Ello exige no s¨®lo prometer la retirada de los ej¨¦rcitos sovi¨¦ticos, aunque sea con un calendario. El problema grave es qu¨¦ Gobierno ocupar¨¢ el poder ma?ana en Kabul. Si la URSS no est¨¢ dispuesta a aceptar en ese terreno cambios serios, asumiendo de una u otra forma el fracaso de su pol¨ªtica, ser¨¢ dif¨ªcil que una soluci¨®n del problema afgano aparezca en el horizonte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.