Los misterios del empleo
LA RECIENTE comparecencia del ministro de Econom¨ªa ante la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso pone de manifiesto un problema estad¨ªstico que, de no aclararse pronto, amenaza con enterrar la credibilidad de los datos que el Gobierno maneja. Seg¨²n la encuesta de poblaci¨®n activa que elabora el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), el empleo en 1985 aument¨® en 45.000 personas, cifra que se descompone en una disminuci¨®n de 89.000 en el sector privado y en un aumento de 134.000 en el sector p¨²blico entendido en sentido amplio. Sin embargo, esta ¨²lt¨ªma cifra, la del aumento en el sector p¨²blico, es discutida por el Ministerio de Hacienda, que, sobre la. base de la evoluci¨®n de las plantillas, asegura que en el Estado y en la Seguridad Social hubo una disminuci¨®n de 38.000 funcionarios.?A qui¨¦n dar fe? Si intentamos conciliar las cifras del Ministerio de Hacienda y del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), podr¨ªa suponerse que la generaci¨®n de empleo p¨²blico se debe a las autonom¨ªas, ayuntamientos y empresas p¨²blicas. La consecuencia ser¨ªa entonces (para llegar a esa cifra de 134.000 nuevos empleos que contabiliza el INE) que en dichas administraciones se crearon 172.000 puestos de trabajo, cifra bastante superior a la, propuesta por el propio INE, que estima el aumento de dichos colectivos en 117.500 personas. Faltan, en todo caso, con esta ¨²ltima contabilidad m¨¢s de 50.000 empleados a la hora de pasar lista.
El hecho de que, en el mejor de los supuestos, falten 50.000 empleados en las cuentas pone en entredicho las repetidas tesis oficiales de que la crisis del empleo ha tocado fondo y de que al fin parece quebrarse la tendencia a la destrucci¨®n de puestos de trabajo en nuestra econom¨ªa. Urge, pues, aclarar un problema cuyas dimensiones son bastante mayores de lo que a primera vista parece.
En primer lugar, por la actitud de la propia Administraci¨®n, que, salvo honrosas excepciones, ha preferido mantener el silencio sobre un problema que era conocido por ¨¦sta desde hace m¨¢s de un mes. La actitud de los responsables de estad¨ªstica de algunas comunidades aut¨®nomas, que se han negado a facilitar los datos del n¨²mero de funcionarios de sus propias comunidades, es sencillamente intolerable. Parece como si el oscurantismo estad¨ªstico fuera uno de los principios fundamentales sobre los que pretenden asentar su poder. Hace tiempo que deb¨ªan haber presentado una primera estimaci¨®n de sus ingresos y gastos en 1985; ahora resulta que ni tan siquiera est¨¢n en condiciones de decir cu¨¢ntos empleados figuran en sus n¨®minas. Y, sin embargo, tendr¨¢n que explicar alg¨²n d¨ªa estas cosas si es que quieren que los ciudadanos contin¨²en confi¨¢ndoles su dinero.
En cuanto a la Administraci¨®n central, parece haber llegado el momento de que se tome en serio el problema de las estad¨ªsticas en nuestro pa¨ªs. El nivel de informaci¨®n que posee el ciudadano medio, en cuanto a la estad¨ªstica econ¨®mica se refiere, est¨¢ muy por debajo del que dispone cualquier ciudadano de la Comunidad Econ¨®mica Europea. Las estad¨ªsticas espa?olas son escasas, se publican con retraso y, como vemos ahora con una tan importante como la encuesta de poblaci¨®n activa, pueden ser puestas en entredicho, al menos mientras no se aclare el embrollo actual. Por citar algunas carencias, no existen estimaciones trimestrales de contabilidad nacional, no existe una estimaci¨®n medianamente fiable de la econom¨ªa sumergida, las estad¨ªsticas de producci¨®n industrial se publican con un gran retraso, no existe una publicaci¨®n regular que permita estimar el volumen del comercio exterior, y as¨ª sucesivamente. Se trata esencialmente de un problema de estructuras y de recursos. Desgraciadamente, no es posible afirmar que las cosas hayan ido a mejor en los ¨²ltimos a?os; m¨¢s bien al contrario. Y, sin embargo, un buen sistema estad¨ªstico es una de las circunstancias definidoras de la democracia, puesto que permite algo tan elemental como la transparencia y el control de las administraciones por parte de los administrados. Es hora de ir tomando conciencia, en la pr¨¢ctica, de estas realidades.
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