Hafez el Asad, la ¨²nica persona que conserva la sangre fr¨ªa en Damasco
Hafez el Asad, de paisano o de militar, segu¨ªa sonriendo desde los cientos de miles, millones tal vez, de carteles que cubr¨ªan obsesivamente las paredes de calles, carreteras y lugares p¨²blicos de Siria. En un caracter¨ªstico gesto suyo, adelantaba la cabeza colocando en primer¨ªsimo plano una frente grande y abombada, de forma que el bigote quedaba algo atr¨¢s, sobre una mand¨ªbula huidiza. Era todo un s¨ªmbolo que el dirigente de la Rep¨²blica ?rabe de Siria desde 1970 fuera por la vida con la testa por delante. Si Asad ha batido la plusmarca de permanencia en el poder de su pa¨ªs no es s¨®lo por disponer de un leal, omnipresente y dur¨ªsimo aparato policial, sino sobre todo a causa de su inteligencia y su agudo sentido de la supervivencia. Lo est¨¢ demostrando en ese mismo momento, a primeros de mayo, cuando Siria atraviesa un momento cr¨ªtico. Tras el rapapolvo infligido por la aviaci¨®n de Estados Unidos a su aliado Muammar el Gaddafi, Asad est¨¢ en el, punto de mira de la Casa Blanca y de Tel Aviv. Pero todo el mundo que en Damasco pod¨ªa expresar una opini¨®n _aunque casi siempre en voz baja y en el exterior de sus casas, "porque, sabes, puede haber micr¨®fonos aqu¨ª dentro"_ estaba convencido de que el le¨®n, el jefe, el h¨¦roe que ensalzaban los carteles saldr¨ªa del trance.
Uno de los que as¨ª prensaban, un responsable palestino de un grupo marxista _tolerado por Asad por sus excelentes relaciones con los sovi¨¦ticos, aunque sometido a un estrecho e indiscreto control de movimientos_, lo dijo en su guarida de Damasco, donde hab¨ªa concertado una cita secreta: "Como buen alau¨ª, Asad es ambicioso y altivo, pero tambi¨¦n astuto y consciente de su fuerza real. Sabe que dirige un pa¨ªs muy pobre de apenas 12 millones de habitantes. Nada que ver con el vocinglero y desmesurado Gaddafi".
Cuando a mediados de abril los aviones norteamericanos ensangrentaron Tr¨ªpoli y Bengasi no hubo manifestaciones populares, en las calles sirias. Hubo, s¨ª, una firme y sincera condena oficial y en los muros de la avenida de Abu Rumane, el ¨¢rea de las embajadas, los retratos de Asad compartieron el espacio con unos carteles en los que se ve¨ªan cr¨ªos libios espantosamente heridos y se le¨ªa en varias lenguas europeas: "Reagan, asesino de ni?os".
Ecos de Chernobil
El mal tiempo acompa?¨® en los primeros d¨ªas de mayo los sombr¨ªos augunos que se formulaban en la antigua capital de los omeyas. Se susurraba en Damasco lo que se gritaba en Beirut y Aminan que la cat¨¢strofe de la central nuclear de Chernobil era la causa de tan extra?os comportamientos clim¨¢ticos. Los sirios conoc¨ªan el asunto por la televisi¨®n jordana. Sus propios medios de comunicaci¨®n, sometidos a estricta censura, no dec¨ªan de ello ni palabra. Al fin y al cabo, la URSS es el principal sost¨¦n militar y pol¨ªtico de Hafez el Asad, su principal garant¨ªa de que el territorio sirio no ser¨¢ atacado por EE UU o Israel. Pero el veto sovi¨¦tico, mucho m¨¢s serio que en el caso libio, no afecta a las tropas sirias en L¨ªbano.
Hafez el Asad comenz¨® a moverse. Mientras el presidente viajaba a Yugoslavia y a Jordania, pa¨ªs este ¨²ltimo que no visitaba desde 1977, mientras su diplomacia prodigaba los mensajes a Europa para que mediara ante EE UU, las fuerzas sirias abrieron el fuego contra los integristas shi¨ªes del pro iran¨ª Hezbollah (Partido de Dios) en Baalbek, en el coraz¨®n de la Bekaa. Nadie en Damasco crey¨® que era un incidente aislado. Eso no se hace sin la aprobaci¨®n personal del presidente. Aquello cab¨ªa entenderlo como "un gesto de buena voluntad".
Al poco, Asad dio otro de sus cautelosos pasos hacia una disminuci¨®n de la tensi¨®n con Occidente. Por primera vez afirm¨® que el acuerdo tripartito de paz para Libano, que patrocina Damasco, pod¨ªa ser objeto de correcciones si as¨ª lo desean los libaneses".
"Los sirios tienen aut¨¦ntica fascinaci¨®n por el fuerte, y par¨¢ ellos EE UU ha subido. muchos enteros tras el ataque contra Libia". El europeo que dec¨ªa esto tomaba una cerveza en uno de los umbr¨ªos restaurantes que flanquean el r¨ªo. "En todos sus enfrentamientos con Israel, Siria ha comprobado la superioridad del armamento norteamericano de su enemigo frente al que a ella le entrega la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Se dice en Damasco que el primer mensaje que Gaddafi transmiti¨® a Hafez el Asad tras el ataque norteamericano fue que las armas sovi¨¦ticas eran "una porquer¨ªa". El drama de Siria es el de otros muchos pa¨ªses y movimientos ¨¢rabes: para sobrevivir y seguir manteniendo la cabeza algo alta frente a Israel necesita de la URSS, pero su verdadera pasi¨®n es EE UU.
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