Centrales nucleares
No s¨¦ si a la hora actual, despu¨¦s del desastre a la vez tecnol¨®gico y pol¨ªtico que ha tenido lugar en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, alguien, sea dentro o fuera de dicho pa¨ªs, sabe a ciencia las consecuencias f¨ªsicas, biol¨®gicas y psicol¨®gicas que puede haber producido el derretimiento de la masa (de grafito en el reactor n¨²mero 3 y parece que en parte del reactor n¨²mero 4), si no en todo ¨¦l de la central nuclear de Chernobil, al norte de Kiev. Supongamos que se conozcan tales consecuencias. Aun en este caso nadie puede a¨²n saber qu¨¦ consecuencias a largo plazo tendr¨¢ el incremento de radiaci¨®n producido por este desastre nuclear.Esto es una caracter¨ªstica de ciertos fen¨®menos naturales, espont¨¢neos o f¨¢bricados -unos, deliberadamente, y otros, consecuencia de fallas. Los efectos da?inos que puedan producirse se manifiestan s¨®lo a, medio plazo, o, y sobre todo, a largo plazo.
Podr¨ªan mencionarse varios causantes de da?os a largo plazo, adem¨¢s de los producidos a corto plazo. Un ejemplo es el tristemente c¨¦lebre agente naranja usado durante la guerra de Vietnam para la defoliaci¨®n de zonas boscosas con fines militares. Muchos a?os despu¨¦s de haber sido usado, se han formulado quejas, y se han entablado pleitos (algunos, ganados en favor del demandante), por graves dolencias sobrevenidas mucho despu¨¦s del contacto con las sustancias qu¨ªmicas del agente. Pero el m¨¢s sonado y temido causante de da?os es, el aumento del nivel de radiactividad causado por explosiones nucleares, sea de bombas o de instalaciones energ¨¦ticas, que puede afectar, y muy considerablemente, a medio o largo plazo, a quienes hayan, tenido la mala fortuna de estar contaminados o inclusive, en al gunos casos, a sus descendientes. Se habla al respecto, sobre todo, de la contaminaci¨®n de la. atm¨®sfera, pero hay otras v¨ªas; transmisoras de elementos mort¨ªferos: las aguas, las plantas, los; productos agr¨ªcolas en zonas to cadas, la leche producida por vacas contaminadas, etc¨¦tera. La dolencia que m¨¢s a menudo se trae a colaci¨®n, y se comprende, es (si se me permite la redundancia) la proliferaci¨®n de c¨¦lulas cancerosas. Cabe alegar que a largo plazo ya no se puede saber con absoluta seguridad si el da?o es consecuencia de previa contaminaci¨®n radiactiva o puede explicarse por otros factores, incluyendo la posible m¨¢s avanzada edad de las personas afectadas. Bueno, si por saber se entiende saber absolutamente, habr¨¢ que remitirse al t¨ªtulo del libro de Francisco S¨¢nchez: Que nada se sabe. Pero hay muchas probabilidades, confirmables estad¨ªsticamente, de que un percance nuclear produzca muchos, y muy deplorables, efectos a largo plazo. En todo caso, una de las consecuencias inmediatas del desastre nuclear en Chernobil s¨ª la sabemos: es la renovada disputa en torno a la conveniencia de seguir confiando en la fisi¨®n nuclear para satisfacer las necesidades de energ¨ªa. Previsiblemente, las opiniones al respecto pueden ser, para empezar, dos: no y s¨ª. Previsiblemente tambi¨¦n las opiniones manifestadas al respecto expresan en muchos casos actitudes irracionales o, por lo menos, no razonadas -o que, cuando se razonan, es s¨®lo para tratar de apoyar la propia opini¨®n sin tener en cuenta las razones que pueda haber en favor de la opini¨®n contraria. No debe sorprendernos. Es una manifestaci¨®n m¨¢s de que cuando se plantean cuestiones que afectan hondamente a los seres humanos, la reacci¨®n es a menudo "humana, demasiado humana". Curiosamente, aunque tambi¨¦n comprensiblemente, el no y el s¨ª radicales florecen en deter-
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minados suelos psicol¨®gicos y psicosociales.
Al igual que en las dos primeras d¨¦cadas de nuestro siglo, por lo menos en algunos pa¨ªses mediterr¨¢neos, parec¨ªa como de caj¨®n que si uno era anarquista iba a ser a la vez vegetariano, te¨®sofo y partidario del amor libre (como si uno no pudiera ser cualquiera de estas cosas sin ser ninguna de las dem¨¢s), tambi¨¦n en lo que concierne a la conveniencia o inconveniencia de usar, la energ¨ªa nuclear para fines pac¨ªficos parece que el no radical y el s¨ª radical atraigan a personas caracterizadas por ciertos talantes.
El no, punto atrae a ecologistas, a individualistas y a izquierdistas no sometidos a dogmas ideol¨®gicos. El s¨ª, punto atrae a "desarrollistas a ultranza", a derechistas y, parad¨®jicamente, a quienes, bajo el manto de una izquierda, est¨¢n sometidos a una f¨¦rrea dictadura ideol¨®gica. Las agrupaciones son tan heterog¨¦neas que uno se pregunta c¨®mo pueden haberse formado. Un ecologista deber¨ªa decir s¨ª en la medida en que el uso de la energ¨ªa nuclear permitiera evitar la expoliaci¨®n de recursos naturales. Un derechista deber¨ªa decir no, porque el uso de dicha energ¨ªa se da de bofetadas con la mayor parte de sentimientos tradicionales o tradicionistas que un derechista deber¨ªa abrigar. Y as¨ª sucesivamente.
Creo que, como en muchos otros casos, la actitud m¨¢s razonable _la que aqu¨ª propongo_es la que puede expresarse mediante s¨ª, pero _o tambi¨¦n no, pero ... (o, si se quiere, no, aunque ...), pues cuando empiezan a introducirse matices tanto el s¨ª como el no pierden gran parte de su primitiva virulencia.
Es obvio que con esto no se ha empezado a ara?ar la superficie del problema. El s¨ª o el no son cort¨ªsimos. El pero... es promesa de que la cosa va para largo. Con esta conjunci¨®n se expresa, en efecto, que no bastan las afirmaciones o las negaciones: hay que allegar hechos, examinarlos, dar buenas razones.
Por ejemplo, si se acuerda que las centrales nucleares son deseables, o muy prometedoras, siempre que se pueda poner coto a posibles desastres como el apuntado, habr¨¢ que mostrar de qu¨¦ efectivos modos ello es, o ser¨¢, posible. Si se presume que la fusi¨®n, y no la fisi¨®n, de combustibles nucleares es lo ¨²nico seguro, habr¨¢ que aguardar a que este dif¨ªcil primer proceso se haya perfeccionado lo suficiente para permitir la construcci¨®n de centrales nucleares a salvo de cat¨¢strofes. 0 si se mantiene que no conviene echar mano de centrales nucleares a menos que todos los pa¨ªses acepten un proceso de inspecci¨®n mutua a fondo de sus instalaciones y de las seguridades o inseguridades que ofrezcan, habr¨¢ que mostrar que tal inspecci¨®n es una real posibilidad y no una mera utop¨ªa. Etc¨¦tera.
El lector puede ahora preguntar: ?por qu¨¦ tanta prevenci¨®n y prudencia, tanto cuidado y cautela?
En este caso, la respuesta es simple: porque el asunto lo merece; porque confiarse en estas materias de vida o muerte a actitudes irracionales o irrazonadas, es tambi¨¦n una cat¨¢strofe. Otra especie de cat¨¢strofe, a la que deber¨ªamos esforzarnos por no sucumbir.
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