Tres puyazos
J. V., Hay una campa?a para que no se cumpla la norma de los tres puyazos en el primer tercio. Ser¨ªa grave que prosperara, pues al toro no se le ve en un puyazo, ni siquiera dos. Con dos, a veces parece bravo, y es en el tercero cuando se duele al castigo; o es en el tercero cuando reafirma su bravura.
Dicen los campa?istas -casi todos taurinos profesionales- que debe ser el matador quien decida el n¨²mero de puyazos necesarios, pues se trata de su toro. Est¨¢n equivocados. El toro no es del torero, sino de todos, principalmente de la lidia y del espect¨¢culo.
M¨¢s l¨®gico ser¨ªa que la campa?a se dirigiera a erradicar los puyazos traseros, que desbaratan al toro y le dejan moribundo. Los picadores son quienes realmente mandan en la fiesta. Tal como realizan la suerte, el toro no es del espect¨¢culo, ni de la lidia, ni siquiera del torero; es del picador, que hace con ¨¦l lo que le viene en gana.
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