Salvador P¨¦rez Arroyo
El arquitecto del 'rock¨®dromo' madrile?o ha querido recuperar la funci¨®n social del circo romano
Tiene 41 a?os, le gustan el cine, la fotograf¨ªa y la lectura, prefiere un gran aparcamiento lleno de coches a La marquesa de Santa Cruz, cree que todos debemos algo a los futuristas y, como arquitecto, ha intervenido en muchas de las ¨²ltimas operaciones urban¨ªsticas de Madrid: ¨¦l restaur¨® la Casa de la Panader¨ªa, suyo es el primer dibujo del parque de las Delicias y de su estudio han salido los planos del Planetario y del auditorio de la Casa de Campo de Madrid. Pese a que hasta hace muy pocos d¨ªas no hab¨ªa o¨ªdo hablar de The Kinks -el grupo brit¨¢nico que inaugur¨® el llamado mayor rock¨®dromo de Europa-, P¨¦rez Arroyo confiesa que el pasado s¨¢bado, en aquel concierto, vio el recinto tan lleno de gente que se emocion¨®.
"Me considero m¨¢s un Bogdanovich que un Truffaut de la arquitectura". "No hago chal¨¦s; es menos estimulante que hacer edificios de uso p¨²blico, y adem¨¢s hay que soportar a la se?ora". "La arquitectura ha sido hist¨®ricamente la gran manipulada de los pol¨ªticos inteligentes". "Hasta hace muy pocos a?os, Madrid ten¨ªa los mismos espacios de ocio que en la Edad de Oro". "Nunca hemos tenido en Espa?a una arquitectura de primera l¨ªnea. La actual, pese a lo que dicen algunos, es mediocre". De una conversaci¨®n con Salvador P¨¦rez Arroyo salen siempre media docena de frases redondas de las que tanto aman los redactores jefes a la hora de titular.Sus horas laborables se reparten entre su trabajo en un vetusto caser¨®n cercano al Retiro, donde tiene estudio y domicilio, y sus clases como profesor de construcci¨®n en la Escuela de Arquitectura. Sus horas de ocio, entre las pel¨ªculas de estreno, las lecturas ("estoy ahora con los vieneses de principio de siglo") y la fotograf¨ªa ("tengo varias c¨¢maras, entre ellas una vieja Leika, y unas 40.000 diapositivas que he ido haciendo por ah¨ª").
Hace ahora un a?o, cuando ultimaba el proyecto del Planetario -en la actualidad ya construido y casi listo para su inauguraci¨®n en julio pr¨®ximo-, recibi¨® el encargo de convertir unas viejas gradas de la Casa de Campo en un gran recinto que pudiera albergar multitudinarios espect¨¢culos. "El proyecto era de poca importancia econ¨®mica, y ha resultado de mucha repercusi¨®n social. Es casi el equivalente a los grandes circos romanos, como si la ciudad entera pudiera en un momento dado verse la cara. Y ello, pese a que a¨²n no se le ha sacado partido suficiente. Vienen todos los artistas con cuatro luces y cuatro altavoces, pensando que se van a encontrar un tenderete del tipo del paseo de Camoens, y luego se hallan en medio de un escenario de 80 metros de boca y con 100.000 personas alrededor".
Pese a ser defensor de la alta tecnolog¨ªa en la arquitectura, P¨¦rez Arroyo ha restaurado tambi¨¦n viejos edificios. "Lo he hecho casi como un taxidermista, con mentalidad arqueol¨®gica. A los viejos palacios no hay que buscarles nuevos usos, han de ser simplemente museos de s¨ª mismos".
Cita a Foster, Oiza y Lasota como sus colegas m¨¢s admirados; a G¨®mez de la Mora, Ventura Rodr¨ªguez y Villanueva, como los arquitectos a quienes m¨¢s debe Madrid, y cree que el ciudadano de a pie va d¨¢ndose cuenta lentamente de la importancia de la arquitectura en su vida cotidiana. "Es preferible que la gente disfrute de los espacios urbanos, que los use, a que piense en sus valores art¨ªsticos".
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