Antiguos 'culiparlantes', modernos 'girallaves'
Las escasas facilidades de sus grupos sumieron a algunos diputados en un mutismo de cuatro a?os
Las estad¨ªsticas de los grupos parlamentarios reflejan, aunque no lo parezca, un alt¨ªsimo grado de participaci¨®n de sus miembros en la vida legislativa de los ¨²ltimos cuatro a?os. Esto es as¨ª, salvo las notables excepciones de un grupo de silenciosos diputados que han permanecido agazapados en sus esca?os con la ¨²nica misi¨®n de girar la llave para participar en las votaciones. En muchos casos hay que se?alar, para su descargo, que su rigurosa discreci¨®n se debe m¨¢s a la voluntad de los jefes de grupo que a una enfermiza timidez que les impida hacer uso de la palabra. En la historia del parlamentarismo espa?ol, la tradici¨®n del silencio se remonta a los, comienzos del siglo XIX. En las Cortes de C¨¢diz se acu?¨® el t¨¦rmino culiparlantes para estos casos. Ahora, en la ¨¦poca de la electr¨®nica y del tablero electr¨®nico, son los girallaves.
Todos los grupos parlamentarios se felicitan internamente por la febril actividad de sus componentes en la legislatura a la que el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, puso fin el pasado mes de abril. Bien es cierto que los debates fundamentales han sido acaparados por los primeros espadas de cada grupo.La defensa de enmiendas parciales en intervenciones de 10 minutos ha sido todo el tiempo con el que contaba un diputado o senador de provincias para estrenar sus dotes oratorias.
A medida que pasaron los meses pudo apreciarse que los m¨¢s silenciosos eran, por el contrario, los m¨¢s ruidosos en el esca?o: un nutrido grupo de socialistas y populares, enfrentados espacialmente en el hemiciclo y prestos a abuchear, patear y silbar si el adversario pol¨ªtico en el uso de la palabra sub¨ªa el tono de sus imprecaciones.
Mala imagen
El Grupo Parlamentario Socialista ha declinado facilitar la frecuencia de intervenci¨®n, no num¨¦rica sino nominal, de sus parlamentarios, al considerar que el conocimiento P¨²blico de la escasa participaci¨®n de algunos de ellos puede suponer una mala imagen en su provincia en un tiempo tan delicado como es el per¨ªodo electoral.
El caso es que todos han intervenido en estos cuatro a?os, con el matiz fundamental de que mientras algunos lo han hecho en numerosos plenos, en comisiones y en la redacci¨®n de decenas de enmiendas a leyes, otros han aportado su grano de arena con la presentaci¨®n de alguna pregunta, la defensa de un par de art¨ªculos de los 200 de un determinado proyecto de ley o la elaboraci¨®n de proposiciones legislativas.
El caso era dar juego a todos, aunque fuera m¨ªnimo. Este problema tan s¨®lo se ha puesto de manifiesto con socialistas (202) y populares (106), al ser grupos tan numerosos.
El presidente del Grupo Parlamentario Socialista, Eduardo Mart¨ªn Toval, aseguraba los pasados d¨ªas que "todos los parlamentarios socialistas han ?intervenido en el trabajo de las C¨¢maras". Ante la perplejidad que caus¨® esta tajante afirmaci¨®n, Mart¨ªn Toval matiz¨®: "Todos han intervenido en el sentido de que han conocido perfectarmente el trabajo parlamentario porque ten¨ªan toda la informaci¨®n".
Este dirigente socialista, no obstante, es consciente de que la imagen del diputado silencioso resulta poco gratificante para la opini¨®n p¨²blica. "Ya s¨¦ que es muy denostado el que no todos intervengan p¨²blicamente, pero es l¨®gico si se tiene en cuenta que el parlamentarismo espa?ol est¨¢ basado en los grupos parlamentarios".
Esta realidad puede apenas matizarse por la capacidad de diputados y senadores de formular preguntas al Gobierno una vez por semana, que tienden generalmente a orientarse hacia problemas concretos de su circunscripci¨®n.
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