Con mando en plaza
Ya se estaba olvidado qu¨¦ es mandar en el toreo -uno de sus fundamentos- pues pegar pases, producir derechazos, aderezar "pellizc¨®s" ruedo adelante es costumbre de la ¨¦poca, mientras el mando rara vez se ve. Ayer fue una de ellas. Los diestros de la terna, cada uno en su estilo, tienen asumida la torer¨ªa, que incluye el mando en plaza, cuya premisa esencial es "o mandas t¨² o te manda el toro". Y los tres empezaban por mirarle al toro los ojitos y decirle: "T¨² te quedas donde yo diga, que es aqu¨ª".
De manera que las seis faenas se desarrollaron "aqu¨ª"; en funci¨®n de las. condiciones de los respectivos toros, pero siempre donde dispusieron los diestros, en una unidad de terreno. Fue de gran m¨¦rito pues no todos los toros aceptaban esa unidad, ya que les apetec¨ªa -triscar por los pastaderos, com¨¦rselos, ligar con las vacas guapas del cercado vecino. Y los diestros -un valor, una t¨¦cnica, una profesionalidad de primer orden- los desenga?aban con el se?uelo escarlata, donde pon¨ªan v¨ªdeos er¨®ticos sobre vacas pendonas. Verlo, y los toros perd¨ªan las ganas de triscar, se quedaban prendidos del se?uelo.
Fraile / Ruiz Miguel, Gonz¨¢lez, Espl¨¢
Tres toros de hermanos Fraile, con trap¨ªo, mansos, noble el 2?.; 3? y 5? de C¨¦sar Moreno, serios, uno manejable, otro descastado; 1?, sobrero de Murteira, grande y manso. Ruiz Miguel: pinchazo y estocada ca¨ªda (divisi¨®n y saluda); dos pinchazos y estocada corta (ovaci¨®n y salida al tercio). D¨¢maso Gonz¨¢lez: media y descabello (petici¨®n, gran ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo y media estocada ca¨ªda (ovaci¨®n). Luis Francisco Espl¨¢: bajonazo recibiendo (oreja); dos pinchazos, estocada corta, y descabello (silencio).Plaza de Las Ventas, 24 de mayo. 151 corrida de feria.
Ruiz Miguel estuvo valent¨ªsimo con el tardo Murteira y con el top¨®n torazo de Fraile -612 kilos de torazo-, que anunciaba su cicl¨®peo corpach¨®n con una pavorosa cornamenta arremangada para arriba. Al tardo y al top¨®n les sac¨® los derechazos y naturales que ten¨ªan. Lo malo es que Ruiz Miguel estaba empe?ado en que a¨²n tuvieran m¨¢s, y prolongaba las faenas al doble de lo razonable, en busca del derechazo perdido.
Buena la hizo quien dijo que el arte de torear es inconmensurable, pues Ruiz Miguel, y tambi¨¦n D¨¢maso Gonz¨¢lez lo han interpretarlo en un sentido de infinitud. D¨¢maso Gonz¨¢lez, al quinto, que era un buey pr¨®fugo, en permanente hu¨ªda, literalmente lo acorral¨® junto a tablas y le puso el v¨ªdeo. Fue maravilloso, pues el buey ya no escap¨® nunca jam¨¢s; el maestro le mandaba entrar al pase y entraba. Pero el maestro necesitaba realizarse en la infinitud del toreo y repet¨ªa el mismo pase, no seis veces, como habr¨ªa sido razonable, sino 66,67,68... A la que hac¨ªa 69, un espectador le avis¨® de que le llamaban por tel¨¦fono. No quiso ponerse, por si era el sastre, y sigui¨® con el 70, el 71...
El segundo toro hab¨ªa sido todo lo contrario del buey, ten¨ªa encastada nobleza, y D¨¢maso Gonz¨¢lez le instrument¨® la faena de su especialidad. Todo aquello de pisar los terrenos del toro, esperar impasible la cabezada, ligar en un palmo de terreno -que atribuyen a otra figura del momento- lo invent¨® este albacetense genial y bajito, que suele templar -y templ¨® ayer- con asombrosa facilidad.
Espl¨¢ mand¨® en plaza desde el primer capotazo, porque es un lidiador nato y la lidia empieza desde que el toro planta la pezu?a en la arena. Luego, Ia fiesta se desarrollar¨¢ seg¨²n que pezu?a plante primero. El tercero de la tarde plant¨® la derecha, y Espl¨¢ pudo aprovechar la feliz coyuntura para realizar una interesante faena, que inici¨® con escasa brillantez y culmin¨® con arrebatadora torer¨ªa.
El torero mandaba aqu¨ª m¨¢s que un almirante de la armada, y el toro -de poca clase, algo tardo- segu¨ªa el enga?o, que le presentaba desde la distancia conveniente a su codicia. Tiraba del toro Espl¨¢, lo "tra¨ªa" toreado. Tres derechazos de frente constituyeron un alarde de t¨¦cnica, valent¨ªa y belleza. Cit¨® a recibir desde muy largo y le sali¨® un bajonazo.
Aqu¨ª el criterio del presidente fue puesto en cuesti¨®n. A D¨¢maso Gonz¨¢lez le hab¨ªa denegado una oreja, y en cambio se la concedi¨® a Espl¨¢, pese al bajonazo, incurriendo en agravio comparativo, impropio de su obligada imparcialidad.
Espl¨¢ hizo dos tercios de banderillas muy desiguales. Emocionaron sus pares pasando por tablas, y estuvo espectacular en su primero, mientras el otro toro, que sali¨® del toril con la pezu?a izquierda, era un manso dificil y le cost¨® banderillearlo.
Luego intent¨® Espl¨¢ derechazos y naturales, sin que los derrotes del toro le dejaran templar ninguno, pero los dio en el terreno que quiso, y volv¨ªa a cumplir, plenamente, el fundamento del arte de torear. Tres toreros de una pieza, con mando en plaza, eran los espadas de ayer.
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