El que m¨¢s manda
El candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno de Espa?a, Felipe Gonz¨¢lez M¨¢rquez, de 44 a?os, tiene casi tres a?os m¨¢s que la media del candidato tipo de su partido para las pr¨®ximas elecciones y, como muchos de ellos, es abogado. Sus ¨²ltimos cuatro a?os han transcurrido en el palacio de la Moncloa por voluntad de los espa?oles, que votaron mayoritariamente a los socialistas en 1982. Sus cercanos aseguran que este cuatrienio no le ha cambiado. Sigue siendo el mismo: duro, con capacidad de mando, firme de criterio, y nada depresivo -"su caracter¨ªstica psicof¨ªsica es la del atl¨¦tico, vitalista, afronta los problemas directamente y no reh¨²ye responsabilidades"-. Dicen que su dureza le viene de la tranquilidad que le- inspira la posibilidad de regresar a su casa. Todos coindicen en que sigue siendo "el que m¨¢s manda; manda en el Gobierno y manda en el partido". Y a veces, lo reconocen, manda manu militari.
Felipe Gonz¨¢lez se "cabrea en silencio" cuando le atribuyen gestos de prepotencia. Sin embarg¨®, no le afectan en absoluto las cr¨ªticas en torno al boato que le rodea, mucho menos aqu¨¦llas derivadas de su paseo mar¨ªtimo en el Azor. Es presidente del Gobierno de una Espa?a democr¨¢tica y su legitimidad le obliga a desterrar cualquier tab¨² del antiguo r¨¦gimen. Utilizar¨¢ el patrimonio nacional tantas cuantas veces "lo exija el gui¨®n", cuentan quienes le conocen, al tiempo que aseguran que es el militante del PSOE que ha acogido con mayor naturalidad, sin deslumbrarse, la llegada al poder, a pesar de su origen modesto.
Atribuyen a su "car¨¢cter afable" la perfecta asunci¨®n de su papel, que le ha llevado de la clandestinidad al trato fluido con la milicia, el empresariado y la banca. Claro que su capacidad de encantar tampoco es ajena a su ¨¦xito en las relaciones p¨²blicas. Pero que conste: "A Felipe no hay quien le haga la imagen".
Y no es cierto que en 1979 le pintaran las canas para el cartel electoral: ya las ten¨ªa. La impresi¨®n en el papel las resalt¨® en exceso, justifica quien se encarg¨® de aquello. Ahora tiene muchas m¨¢s canas, ha ganado peso y ha perdido un punto de coqueter¨ªa en aras de una m¨¢s s¨®lida imagen de hombre de Estado. No le importa presentarse p¨²blicamente con gafas.
Sus gustos se mantienen y las pinceladas humanas son muy parecidas a las registradas en 1982: gran estima a la amistad, rapidez de captaci¨®n, capacidad de s¨ªntesis y clarividencia de juicio. Contin¨²a jugando al billar, duerme y come poco, lee mucho por las noches, es solitario, t¨ªmido y cari?oso, aunque controla bien las emociones. Contar y escuchar chistes le apasiona. De ah¨ª su proclividad a desgranar en la conversaci¨®n citas de humoristas tales como Manolo Gand¨ªa y Manolo de Vega.
Gonz¨¢lez est¨¢ al frente del PSOE y del Gobierno sin que nadie lo ponga en cuesti¨®n en las filas de su partido: "es su sitio". La leyenda de que el duro es Alfonso Guerra se considera, a estas alturas, una broma.
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