Pintores sin techo
Decenas de dibujantes trabajan en la plaza Mayor, el Retiro o el Rastro
Tienen por herramienta el l¨¢piz, por estudio el cielo raso, por modelo el viandante y por destino el azar. Son decenas de dibujantes que sobreviven, en Madrid al amparo de plazas y calles, esperando la llegada del verano. Caricaturas y retratos se suceder¨¢n entonces sin descanso, noche y d¨ªa, en las terrazas veraniegas que alfombrar¨¢n el asfalto madrile?o.
Sobre los arcos de la plaza Mayor, la balaustrada del lago del Retiro o la pared lisa de las calles que conforman la arteria principal del Rastro reposan caricaturas y retratos. Una cohorte de dibujantes callejeros ofrece su arte a precio m¨®dico desde primeras horas de la ma?ana. Por 300 o 400 pesetas prometen imprimirle en papel sus rasgos m¨¢s acusados, si es una caricatura, o su imagen facial lo m¨¢s exacta posible, s¨ª es un retrato; en este caso, el precio asciende a 1.000 o 2.000 pesetas.El caricaturista parece partir a veces del famoso refr¨¢n que afirma que "la cara es el espejo del alma", aunque el caricaturizado no siempre conoce la suya: "Claro que no, es una de las conclusiones que saco de mis a?os de dibujante: la mayor¨ªa de las personas no conocen su cara. Se sorprenden cuando ven en el papel una nariz aguile?a, y exclaman: ?Pero si soy chato!". Quien se explica as¨ª es Ghafir el Obaidi, profesor de bellas artes, iraqu¨ª nacionalizado espa?ol, de 32 a?os; los siete ¨²ltimos los ha vivido en las cercan¨ªas de la plaza Mayor, convertida en cuartel general de verano / invierno de un tropel de artistas callejeros.
Hacer la calle, con l¨¢piz y papel bajo el brazo obliga a veces a dibujar sin pretensiones, a trasladar los sue?os de realizarse y ser reconocido fuera del horario laboral / personal establecido. Unos ven esta forma de trabajar s¨®lo como un modo de sacar dinero: "Esto es una verg¨¹enza, muchos llevamos a?os reflejando nuestro arte en la calle, y ahora se aprovechan algunos, con cuatro trazos, para ganar dinero. ?sos no son artistas ni nada".
La rotunda afirmaci¨®n la hace un viejo dibujante de Madrid que prefiere, tras el acaloro moment¨¢neo, el anonimato. Otros reconocen sin pudor que es un medio de vida que te permite hacer otras cosas. Carlos Aranda, autodidacta madrile?o de 43 a?os: "Esto no es excesivamente halag¨¹e?o, como piensan algunos. Cada uno trata de realizarse en otra parte. En mi casa tengo una habitaci¨®n que utilizo de estudio para retratar, aunque aqu¨ª estoy de lunes a domingo muchas horas". Los dibujantes callejeros coinciden todos en reconocer el enorme poder de atracci¨®n que emana de la calle. Algunos adoran el contacto directo con el p¨²blico, el remolino de observadores que contemplan el trabajo del artista, incluso no podr¨ªan vivir sin ¨¦l, y lo reivindican en cada frase. "Nosotros tenemos el arte a bocajarro".
Barbazul, sevillano de 57 a?os, repite estas palabras a menudo: "Aqu¨ª, en la plaza Mayor, estamos bien porque hay libertad. Yo soy el rey del carb¨®n de Barcelona, soy el m¨¢s famoso de todas las Ramblas trabajando el carboncillo. Pero me he tenido que venir por problemas con la sociedad catalana despu¨¦s de estar 20 a?os dibujando all¨ª. Me traslad¨¦ a Madrid hace dos a?os, con dos de mis ocho hijos, y como me va bien, pienso quedarme y traerme al resto de mi familia".
22 a?os en la plaza Mayor
Lleva 30 a?os metido en la pintura y afirma que sigue aprendiendo cada d¨ªa. Ahora, en la plaza Mayor, es observado por los escasos turistas de la ¨¦poca, y asegura que cudndo su dibujo gusta recibe aplausos. "Hay pocas personas que valoren el arte puro, el arte a bocajarro, que es el que tenemos nosotros; se creen que les vamos a enga?ar. Como en todas partes, hay buenos dibujantes y menos buenos; adem¨¢s, si no hay malo, ?c¨®mo se ve lo bueno?".Mart¨ªn Hidalgo, pintor de 48 a?os, es el m¨¢s antiguo de la plaza Mayor. Sus pinceles han sido testigos mudos de los cambios sociales de los ¨²ltimos 22 a?os: "Las cosas han cambiado mucho, ahora hay mayor libertad incluso para pintar; el Ayuntamiento no nos molesta; antes s¨ª, con la dictadura. Aunque yo llevo bastante tiempo pintando lo mismo, las calles madrile?as al ¨®leo esmaltado. Pinto por las ma?anas en los pueblos de los alrededores, y por las tardes vengo a vender aqu¨ª, lo que hemos trabajado, al turismo".
Su mujer, chilena de 45 a?os, asiente a cada palabra sin emitir un sonido. "Ella me acompa?a desde que nuestro hijo se fue a la mili, pero no quiere pintar, aunque lo hace muy bien", dice Mart¨ªn Hidalgo. "No, no, yo no s¨¦ pintar, yo s¨®lo bordo", replica, sonriendo, ella. "Mi hijo s¨ª que hace retratos muy buenos, pero ahora no est¨¢'".
Con la llegada del verano, los dibujantes de la plaza Mayor trasladan sus b¨¢rtulos -un par de sillas plegables y sus instrumentos para dibujar- de los arcos al centro de la plaza, a la vera de las terrazas que se desparraman por la zona. Los turistas extranjeros, cuya ruta inevitable madrile?a pasa siempre por la plaza Mayor, son su fuente de ingresos principal. Algunos viven despu¨¦s de lo que sacan en verano: "Cuando empieza la temporada, a primeros de junio, es la mejor ¨¦poca, porque los turistas se prestan divertidos a ser caricaturizados o retratados. Son proclives a este tipo de recuerdos, sobre todo los norteamericanos, pero este a?o sospecho que no vendr¨¢n muchos", afirma el pintor iraqu¨ª Najim.
La imagen festiva que recobra el Retiro a principios de la primavera atrae a m¨²sicos y dibujantes. Con los primeros rayos de sol, tras el invierno, la balaustrada del lago del Retiro recibe cada a?o una fila paralela de caballetes. Es, seg¨²n los dibujantes, el lugar m¨¢s propicio para los retratos. "Yo hago caricaturas y retratos", dice el argentino Carlos Villanueva, de 29 a?os, "pero en el Retiro me va mejor retratando; adem¨¢s hay un clima de trabajo relajado, mucha gente, un ambiente de fiesta que se agradece a la hora de pintar. En invierno trabajo por la plaza Mayor, pero "prefiero, en primavera y verano, esto".
Su compa?ero, tambi¨¦n argentino, Daniel Alejandro Ebola, afirma que las mujeres son las que m¨¢s se dejan retratar: "Tienen mayor sentido del humor, aunque algunas te piden que las saques m¨¢s guapas, que no se les vea mucho la nariz o que les agrandes los ojos ... ; los hombres son mas reacios a dejarse dibujar".
A Mohamed T., de 27 a?os, dibujante asiduo del Retiro, lo ¨²nico que le molesta es el enfado de algunas personas al ver su caricatura. "Primero se prestan a dejarse dibujar, pero luego, al verse los defectos de la cara, se sienten un poco molestos. Otros, en cambio, quedan tan contentos que te dan hasta propina".
El m¨¢s barato y el m¨¢s c¨®modo
Por entre el enjambre nocturno del barrio de Malasa?a, un personaje desgarbado y solitario escudri?a, con su herramienta de tiz¨®n entre los dedos, el ambiente. Es Jano, un gallego convertido en dibujante a fuerza de contemplar con detalle decenas de rostros desconocidos cada noche en el barrio que ha transformado en su aldea cotidiana. No hay noche en Malasa?a sin Jano Vidal, el caricaturista m¨¢s barato del mundo. Por cinco duros estampa en papel cualquier imagen. El dibujado tiene algunas ventajas: no tiene que posar, no interrumpe su charla con los amigos ni deja de saborear el brebaje preparado por el camarero de turno.Los habituales de las terrazas de la plaza del Dos de Mayo han visto su figura cada noche de verano, y en invierno, los bares de la zona reciben su visita: "Mi rollo en Madrid es muy solitario, pero me encanta. Salgo cuando se esconde el sol y hago siempre la misma ruta varias veces, hasta las tanta s, y siempre aprendo algo nuevo en las caras y los gestos de la gente".
Sobre la situaci¨®n econ¨®mica, el precio ins¨®lito de sus caricaturas, no quiere apenas hablar: "Me va bien, da lo suficiente para vivir, a veces grupos de amiguetes me pi den caricaturas colectivas, y entonces gano m¨¢s. Otras recibes sorpresas. Una vez, un se?or me pidi¨® que le hiciera una caricatura a su amigo. Cuando termin¨¦, se ri¨® y me meti¨® 1.000 pesetas en el bolsillo. Me di cuenta de que era un famoso dibujante".
En las pr¨®ximas semanas, personajes de caballete en ristre se adue?ar¨¢n de plazoletas y terrazas como cada a?o. La mayor¨ªa apenas tienen nada en com¨²n, s¨®lo que no pintan por amor al arte ni sus obras ocupar¨¢n espacio en galer¨ªas ni museos; no pertenecen a un movimiento de artistas reaccionarios ni vanguardistas, su ¨²nico rasgo com¨²n es pintar algo que nunca pasar¨¢ de moda: la cara.
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