Un campeonato que sirve para olvidar la cr¨ªsis
El Mundial de f¨²tbol ofrece durante un mes al pueblo mexicano la posibilidad de olvidar la crisis que asola al pa¨ªs, mientras que las autoridades se esfuerzan por barrer debajo de la alfombra las expresiones del deterioro econ¨®mico y social que padece M¨¦xico. Con machacona insistencia se repite en televisi¨®n un anuncio con el eslogan Todo es posible, si creemos en nosotros. El anuncio ofrece diversas variantes. En una de ellas, un equipo de sondeos, en medio de un paisaje des¨¦rtico, trata de sacar agua. Ya desesperado, el ingeniero dice al equipo: "Aqu¨ª nunca vamos a encontrar agua. Saquen la barrena". Sus ojos se cruzan con los de un ni?o con mirada angustiada. El ingeniero reflexiona y cambia de opini¨®n. Grita otra vez a su gente. "Debajo de esta tierra tiene que haber agua". Todos vuelven a perforar la ¨¢rida tierra con entusiasmo.
Todo es posible, si creemos en nosotros. Una frase que trata de levantar el ¨¢nimo de un pueblo golpeado por una crisis econ¨®mica a la que no se ve ninguna perspectiva de salida y que hace menos de nueve meses fue sacudido por un terremoto que ha dejado tambaleantes los cimientos y la infraestructura de esta monstruosa ciudad de 18 millones de habitantes donde hoy se inaugura el Mundial.En esta ocasi¨®n la organizaci¨®n del Mundial corre a cargo de una empresa privada de televisi¨®n, Televisa, que ha sido definida con precisi¨®n como el quinto poder en M¨¦xico. La filosof¨ªa que animaba la direcci¨®n de Televisa es clara: obtener beneficios como cualquier empresa privada con ¨¢nimo de lucro y, al mismo tiempo, ofrecer al pueblo mexicano una especie de "lenitivo del dolor". En t¨¦rminos similares se expres¨® en una conversaci¨®n con este peri¨®dico,el presidente ejecutivo de Televisa, Emilio Azc¨¢rraga el pasado diciembre, durante los actos de inauguraci¨®n del Centro Internacional de Prensa. Azc¨¢rraga afirmaba, sin el menor ¨¢nimo de enmascarar sus intenciones, que el mexicano gana poco y trabaja mucho y por eso hay que ofrecerle, cuando llega a casa por la tarde, un entretenimiento. El f¨²tbol, para un pueblo "cat¨®lico y f¨²tbolero", cumple perfectamente esa funci¨®n, piensa Azc¨¢rraga.
El Mundial llega en medio de la desmoralizaci¨®n de un pa¨ªs que parece haber perdido la fe en sus dirigentes. Esto se palpa en las cotidianas conversaciones intrascendentes. Los goles de Hugo S¨¢nchez y un buen papel de la selecci¨®n mexicana en el Mundial podr¨ªa venir a aliviar, al menos deforma ilusoria, las penalidades de una vida cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil.
Jungla de asfalto
El quinto poder (Televisa) y el Gobierno se esfuerzan por conseguir un Mundial que devuelva a M¨¦xico una parte de la imagen perdida. En un anuncio, publicado en la revista norteamericana Times, el presidente mexicano, Miguel de la Madrid, explica: "Para mi pa¨ªs y para mi pueblo, este evento nos dar¨¢ la oportunidad de mostrarle al mundo la realidad de M¨¦xico: el arduo trabajo y la dedicaci¨®n de nuestra gente para sobreponerse a los efectos de la crisis econ¨®mica mundial, que tanto nos ha afectado; la paz y tranquilidad con la que vivimos en una naci¨®n preocupada por su progreso, para asegurar un mejor futuro para sus ciudadanos; el vigor, el coraje y la unidad de todos los mexicanos para enfrentar las situaciones dif¨ªciles que permitan a nuestro pa¨ªs seguir adelante".
El presidente conjura de nuevo esa f¨®rmula m¨¢gica que parece resumida en el mensaje propagand¨ªstico que repite machaconamente la televisi¨®n mexicana: Todo es posible, si creemos en nosotros. Sin embargo, la sensaci¨®n del nosotros ha desaparecido cada vez m¨¢s a lo largo de los ¨²ltimos meses del Distrito Federal de M¨¦xico. La ciudad, que hace ocho meses vivi¨® la explosi¨®n de solidaridad desencadenada por la cat¨¢strofe, se ha transformado en una jungla de asfalto, en la que cada uno parece dispuesto a enga?ar, pisotear y machacar al vecino en un desesperado s¨¢lvese quien pueda. Las autoridades se esfuerzan por enmascarar todo lo que pueda deteriorar la armon¨ªa del paisaje y tratan de evitar que el visitante del Mundial perciba esa lucha feroz por la superviviencia. Los damnificados del terremoto Uron trasladados; las fachadas, blanqueadas; las calles, asfaltadas a toda velocidad, en un esfuerzo para tender la alfombra de forma que no se vea la basura acumulada debajo. Este intento alcanza a veces aspectos grotescos. El pasado jueves, por motivos laborales, las telefonistas abandonaron su puesto de trabajo y varios servicios, entre ellos el de conferencias con el extranjero a trav¨¦s de operadora quedaron desatendidos. Tras intentar en vano durante varias horas comunicar con el 09, el corresponsal de este peri¨®dico pregunta la oficina de relaciones p¨²blica, de tel¨¦fonos de M¨¦xico qu¨¦ ocurr¨ªa. La respuesta fue: "El servicio est¨¢ sobrecargado". Todo, menos reconocer el hecho normal de que unas telefonistas pueden tener unas reivindicaciones y que hayan aprovechado el Mundial para presionar.
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