La estrategia socialista en pol¨ªtica economica / y 2
Resulta parad¨®jico o¨ªr a las mismas personas defender primero la necesidad de no monetizar el d¨¦ficit, financi¨¢ndolo por medio de deuda no pignorable, y dos a?os despu¨¦s manifestar una extrema preocupaci¨®n por la carga de dicha deuda en los presupuestos generales. Resulta de igual forma significativo que las mismas autoridades que han decidido gastar m¨¢s de un bill¨®n de pesetas en sanear el sistema financiero privado, omitan esta cifra en las discusiones del d¨¦ficit p¨²blico y consideren, sin embargo, grav¨ªsimo que la empresa p¨²blica industrial pierda -en forma agregada- algo menos de la d¨¦cima parte de dicha cifra, es decir; menos que el coste financiero de aquel bill¨®n. No deja de ser cuando menos curioso que las autoridades econ¨®micas hayan decicido que los pasivos financieros emitidos por la banca privada deban ser socialmente m¨¢s seguros que los generados por el sector p¨²blico v¨ªa Seguridad Social.Creo que el problema del d¨¦ficit p¨²blico hay que afrontarlo, no en forma simplista, descubriendo los fallos del sector p¨²blico, ignorando los del mercado y concluyendo que el sector privado es, m¨¢s eficiente para todo el p¨²blico, y que, por tanto, hay que reducir el tama?o del mismo. Pienso que el dise?o institucional del sector p¨²blico actual es inadecuado, porque sus fanciones han tenido necesarimente que cambiar en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, mientras que las instituciones p¨²blicas no lo han hecho al mismo ritmo, pero que el problema es, exactamente, el de las funciones y la forma institucional m¨¢s adecuada de realizarlas, de cuya soluci¨®n se derivar¨¢ un tama?o ¨®ptimo del sector p¨²blico, pero que discutir en otro contexto el tema en s¨ª del tama?o es poner los bueyes detr¨¢s de la carreta. Creo que dos ejemplos de instituciones econ¨®micas p¨²blicas muy importantes pueden ser significativos de este tipo de planteamientos: la Seguridad Social y la empresa p¨²blica.
Con muy contadas excepciones, el tema de la Seguridad Social se plantea en una de dos formas extremas.O0 se se?ala su d¨¦ficit y los problemas organizativos y de gesti¨®n, concluy¨¦ndose que debe privatizarse en todas las actividades posibles -jubilaciones, asistencia sanitaria-, o se defiende que la Seguridad Social debe cubrir m¨¢s generosamente que en la actualidad mayor n¨²mero de contingencias. La primera posici¨®n tiene como valedores a los grupos de presi¨®n potenciales beneficiarios de la privatizaci¨®n (sistema finan ciero privado, m¨¦dicos, farmac¨¦uticos ... ), partiendo del juici¨® pol¨ªtico de que el Estado no debe intervenir en decisiones privadas tales como la aseguraci¨®n de los in gresos familiares a lo largo del ciclo de vida, caiga quien caiga, que son siempre los que menos tienen. La segunda posici¨®n est¨¢ defendiendo unas transferencias intergeneracionales de renta de los j¨®venes a los viejos totalmente injustas e insostenibles a medio plazo.
?Hay que reducir o ampliar la Seguridad Social? ?ste no es,el tema. El problema estrat¨¦gico qu¨¦ es lo que se considera socialmente conveniente desde una perspectiva progresista que cubra la Seguridad Social, es decir, qu¨¦ funciones tiene en una sociedad moderna y avanzada pol¨ªticamente dicha instituci¨®n p¨²blica. Esto conlleva una serie de decisiones pol¨ªticas de gran importancia. Por ejemplo, contestar a la pregunta de si la asistencia m¨¦dica se considera o no un bien p¨²blico: si la contestaci¨®n es afirmativa, tal y como es mi opini¨®n, lo razonable ser¨ªa sacarla del ¨¢mbito de la Seguridad Social y financiarla con cargo a los presupuestos del Estado mediante impuestos. En este caso, el que la estructura fiscal sea progresiva o no es crucial. Por ejemplo, contestar a la pregunta de si es mejor que la Seguridad Social cubra muchas contingencias en forma insuficiente o garantice una renta m¨ªnima admisible a todos los ciudadanos bajo cualesquiera circunstancias. Si se trata de lo segundo, como es mi creencia, esto implica sostener una posici¨®n pol¨ªtica clara respecto a la distribuci¨®n de la renta: es socialmente mejor una distribuci¨®n con menor dispersi¨®n, pero mayor recorrido.
Equidad limitada
Y esto implica, a su vez, aceptar un grado limitado de equidad intergeneracional y regular sistemas complementarios, voluntarios o no de aseguraci¨®n particular de. las familias. El resultado final de todo esto no es a priori, una Seguridad Social mayor o menor, sino m¨¢s sana financieramente y m¨¢s equitativa. El que sea mayor o menor es un problema del c¨¢lculo resultante.
Ante el d¨¦ficit agregado de la empresa p¨²blica industrial se oyen cada vez m¨¢s voces que se?alan su necesaria privatizaci¨®n y la reducci¨®n imprescindible del sector p¨²blico empresarial. ?Es el mismo excesivamente grande? De nuevo se trata de un mal planteamiento a priori, porque el problema no es de tama?o, sino de los objetivos a lograr mediante el instrumento de pol¨ªtica industrial que es la empresa p¨²blica.
Privatizar empresas p¨²blicas del sector de automoci¨®n tiene un sentido claro: en la medida en que se trate de empresas no multinacionales, no podr¨¢n sobrevivir en un sector hegemonizado por ¨¦stas y, por tanto, su venta a la iniciativa privada tiene un claro sentido. Tambi¨¦n es posible preguntarse qu¨¦ funci¨®n cumple el sector p¨²blico industrial espa?ol en una actividad como la de construcci¨®n de maquinaria y bienes de equipo. Ambos son argumentos en favor de privatizaciones y, por tanto, reducciones del tama?o del sector p¨²blico. Pero tambi¨¦n es sensato plantearse que las condiciones de la econom¨ªa espa?ola permiten defender como estrategia a medio plazo la consolidaci¨®n de un sector alimentario moderno y no dependiente de " las multinacionales (v. g., piscicultura, conservas ... ), que el sector privado se muestra incapaz de construir. Y tambi¨¦n cabe preguntarse qu¨¦ funci¨®n social cumplen las empresas privadas el¨¦ctricas, y por qu¨¦ el pa¨ªs tiene que pagar los costes financieros acumulados por unas empresas privadas vitales para el funcionamiento de la econom¨ªa derivados de su irresponsabilidad de inversiones en a?os precedentes. Son argumentos en favor de un aumento del sector p¨²blico industrial.
El gran debate sobre la empresa p¨²blica en Espa?a est¨¢ por hacer, pero, en cualquier caso, una estrategia adecauda no pasa por el problema de su tama?o y de la reducci¨®n de su d¨¦ficit como ¨²nicas variables clave, sino por la discusi¨®n de la estrategia de industrializaci¨®n del pa¨ªs y por la forma m¨¢s adecuada y socialmente conveniente de instrumentarla. Y su resultado ser¨¢ necesariamente un cambio cualitativo muy importante de la empresa p¨²blica y, con seguridad, una empresa p¨²blica excesiva en ciertos campos e insuficiente en otros.
Creo que la apuesta en favor de las llamadas nuevas tecnolog¨ªas est¨¢ fuera de toda duda, y que la elecci¨®n de un modelo tecnol¨®gico adecuado constituye una prioridad esencial desde el punto de vista estrat¨¦gico para la econom¨ªa espa?ola. Pero creo tambi¨¦n que es f¨¢cil equivocarse al dise?arlo. Comentar¨¦ un caso que me parece paradigm¨¢tico: el de la ATT.
Fabricar chips es, en principio, conveniente si se fabrican bien y se sabe qu¨¦ hacer Con ellos; como lo es fabricar, por ejemplo, cer¨¢mica refractaria bajo id¨¦nticas condiciones. Lo que no es tan claro es que de ello se derive una mejora tecnol¨®gica para el pa¨ªs, ya que esto depende de la contestaci¨®n a dos preguntas clave: ?seremos dentro de cinco a?os capaces de fabricar chips por nuestra cuenta? y ?sabremos dentro de cinco a?os utilizarlos mejor en los procesos productivos? Es claro que si la contestaci¨®n es afirmativa no ser¨¢ por la ATT,, sino por otros motivos, entre los cuales el crucial ser¨¢ haber dise?ado una pol¨ªtica de dearrollo t¨¦cnico y asimilaci¨®n adecuada. Justificar los cuantiosos beneficios concedidos a la ATT para su instalaci¨®n por razones tecnol¨®gicas es un desprop¨®sito, porque se tratar¨¢ de un proceso de pura fabricaci¨®n no asimilada; defenderlo desde el punto de vista del empleo resulta muy caro. Justificarlo en nombre de la estrategia particuar de la CTNE me parece lo ¨²nico inteligible, pero en este caso, ?por qu¨¦ no decirlo as¨ª?, ?por qu¨¦ no discutir sobre la conveniencia o no de que los contribuyentes tengan que subvencionar la viculaci¨®n de la Telef¨®nica a las multinacionales del sector en detrimento del desarrollo de un sector tecnol¨®gico distinto?.
Falta de tecnolog¨ªa
De nuevo se trata de un problema que hay que plantearse dentro de una perspectiva estrat¨¦gica de mayor horizonte. La carencia de un sector tecnol¨®gico propio constituye un estrangulamiento muy grave de la econom¨ªa espa?ola, cuya competitividad como pa¨ªs avanzado no puede depender de los niveles relativos de salarios reales pagados en la d¨¦cada de los a?os sesenta.
Pero hacer una opci¨®n en favor de todas las tecnolog¨ªas de punta es una autop¨ªa, e igualmente peligroso ser¨ªa favorecer s¨®lo las tecnolog¨ªas blandas muy generadoras de empleo. La clave se encuentra en los procesos de difusi¨®n y asimilaci¨®n, y esto exige un plan cienciatecnolog¨ªa realista a largo plazo, que considere como prioritaria la asimilaci¨®n. de aquellas t¨¦cnicas avanzadas que sean competitivas en los sectores en que quepa pensar que un esfuerzo continuado puede ser ventajoso para la industria espa?ola.
La opci¨®n por un modelo tecnol¨®gico que nos permita ser competitivos en todo es pura fantas¨ªa, y el abandono de los sectores tradicionales, un disparate.
Frente al modelo de competitividad para dentro de la divisi¨®n internacional del trabajo en el mundo quiz¨¢ fuera m¨¢s sensato plantearse un marco tecnol¨®gico que nos permitiera a medio plazo ser complementarios en el seno de un ¨¢rea econ¨®mica supranacional como la Comunidad Europea, y competitivos como miembros de la misma frente al resto del mundo. Y no olvidemos que, si bien a corto plazo la tecnolog¨ªa determina los salarios reales eficientes, a largo plazo la causalidad es bidireccional, y en buena medida, cuales sean los salarios reales mantenibles en t¨¦rminos competitivos por la econom¨ªa espa?ola depender¨¢ crucialmente del modelo tecnol¨®gico elegido.
En la medida en que la crisis es de origen industrial, es claro que pol¨ªticas de demanda dise?ada para hacer frente a crisis de naturaleza muy distinta -como la de los a?os treinta- no constituyen una soluci¨®n, sino s¨®lo medicina sintom¨¢tica. Habr¨ªa resultado, por tanto, suicida instrumentar en los pasados a?os pol¨ªticas expansivas de demanda, que habr¨ªan impedido el logro de los equilibrios b¨¢sicos anuales y esterilizado toda pol¨ªtica de saneamiento y disciplina financiera.
El ajuste logrado constituye el mayor activo de la pol¨ªtica econ¨®mica desde 1982, y es un capital que no debe dilapidarse en forma irresponsable pensando que nos podemos embarcar en una pol¨ªtica de expansi¨®n indiscriminada. E incluso restan por terminar algunos aspectos del ajuste. Pero la econom¨ªa espa?ola se ha saneado lo suficiente como para pensar que se pueden tratar de dise?ar algunas pol¨ªticas selectivas de demanda si el comportamiento del sector exterior sigue siendo satisfactorio, porque resulta un tanto parad¨®jico que, dadas las condiciones internas, nuestra econom¨ªa sea prestamista en t¨¦rminos netos del resto del mundo. Todo lo anterior significa que el Gobierno tendr¨¢ que dise?ar pol¨ªticas selectivas y discriminadas de expansi¨®n all¨ª donde el ajuste se pueda considerar por terminado y que deber¨¢ utilizar la modesta palanca de la inversi¨®n p¨²blica con algo m¨¢s de imaginaci¨®n, no dedic¨¢ndola solamente a obra p¨²blica civil.
Creo, en consecuencia, que el gran reto del Gobierno en la pr¨®xima legislatura va a ser c¨®mo equilibrar adecuadamente la eficiencia y la equidad, tras un per¨ªodo en que la primera ha privado claramente sobre la segunda. Y la equidad implica un dise?o del sistema fiscal, que no s¨®lo persiga el aumento necesario de la capacidad recaudatoria, la fijaci¨®n de unas ofertas concretas de bienes p¨²blicos, el dise?o de una Seguridad Social que explicite n¨ªtidamente los componentes de transferencia inter e intrageneracional, la fijaci¨®n de una l¨ªnea de pobreza por encima de la cual se encuentren todos los ciudadanos por el hecho de serlo, y un acuerdo respecto al reparto de los aumentos de productividad global de la econom¨ªa entre excedentes, rentas salariales y transferencias.
El mejor resultado que nos podr¨ªa ofrecer a la mayor¨ªa de los ciudadanos un Gobierno socialista dentro de algunos a?os ser¨ªa haber asumido -como ya lo ha hecho- las exigencias de la eficiencia en la asignaci¨®n de los recursos, y resolver en forma progresista los interrogantes formulados en el p¨¢rrafo precedente; porque la eficiencia, como fin de s¨ª misma, es la supuesta caracter¨ªstica de neoliberales y conservadores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.