De la perplejidad a la accion
No es intenci¨®n de este art¨ªculo el exponer con minuciosidad descriptiva los problemas que aquejan a la profesi¨®n de m¨¦dico de hospital, sino el delinear la estructura donde se asientan aqu¨¦llos.El m¨¦dico del hospital p¨²blico es retado en estos momentos por tres caminos diversos que tienden a cercenar la dignidad de su profesi¨®n. El primero es la tendencia del Estado, como empresario, como pol¨ªtico, a robar el poder del m¨¦dico sobre su trabajo. El segundo, el deterioro cient¨ªfico intencionado al que quieren llevar al hospital. El tercero, la depauperaci¨®n indigna de su salario.
Pasemos y deteng¨¢monos, en cada uno de ellos.
1. El m¨¦dico de hospital est¨¢ colocado en estos momentos en un punto de conflicto entre la sociedad, el individuo y el Estado. El desarrollo enorme de los conocimientos cient¨ªficos ha dado lugar, por una parte, a un surgimiento de cuestiones ¨¦ticas que no se hab¨ªan planteado antes de forma tan intensa, y por otra, a la explosi¨®n de las esperanzas de la sociedad en la ciencia y la medicina.
El m¨¦dico, y sobre todo el m¨¦dico hospitalario, se ve involucrado en problemas ¨¦ticos de importancia suma (entre otros: consejo gen¨¦tico, terapia gen¨¦tica, fertilizaci¨®n, aborto, eutanasia e impacto de la escasez de recursos sobre la asistencia al paciente). Pensamos que los m¨¦dicos de hospital deben prepararse a fondo en estos temas, y fomentar la discusi¨®n, y empujar a sus organizaciones colegiales a una profundizaci¨®n de su misi¨®n en este aspecto, a fin de que su voz sea escuchada con atenci¨®n.
Los m¨¦dicos deben hacerse o¨ªr en cuestiones que d¨ªa a d¨ªa la sociedad les conf¨ªa, y en las que sin duda son los m¨¢s expertos. Menci¨®n especial merece la distribuci¨®n de cuidados m¨¦dicos cuando los recursos son escasos.
El m¨¦dico tiene la obligaci¨®n moral de denunciar aquellos recortes presupuestarios que implican una peor atenci¨®n al paciente (por ejemplo, los objetivos tercermundistas de camas hospitalarias del ministerio actual), y denunciar al Gobierno, que no se Atreve a decir a sus conciudadanos la realidad de las cosas: que"el sector sanitario es un ¨¢rea econ¨®mica" en la que lo importante es reducir gastos (Ernest, Lluch, Anuario El Pa¨ªs, 1986, p¨¢gina 162). Pero el m¨¦dico tiene tambi¨¦n que estar all¨ª donde se planeen los gastos, por que s¨®lo ¨¦l podr¨¢ avalar la idoneidad de los objetivos. Frenar el intento del Estado de impbner su c¨®digo moral y frenar los intentos de que sean los economistas los que fijen los objetivos sanitarios es dar los primeros pasos para restaurar el control del m¨¦dico sobre su trabajo.
2. El deterioro funcional de los hospitales p¨²blicos es tan evidente como doloroso. Recordar que nuestra profesi¨®n es la ¨²nica que tiene una formaci¨®n posgrado controlada y de nivel cient¨ªfico perfectamente homologable y que la medicina hospitalaria p¨²blica espa?ola ha accedido a cotas de calidad europeas nos lleva a decir que esto ha sido as¨ª por el entusiasmo de los m¨¦dicos.
Modelo hospitalario
?stos han tenido que enfrentarse con salarios bajos, con dificultades en su formaci¨®n continuada, con la ausencia de incentivos. Se enfrentan ahora con directores elegidos por amistades pol¨ªticas, con una restricci¨®n econ¨®mica extrema e irracional, con plantillas congeladas, con amenazas de movilidad. Y sobre todo con una ley de Sanidad indefinida, s¨ª; mediocre, tambi¨¦n, pero que deja muy clara la concepci¨®n gubernamental del hospital (as¨ª, con min¨²scula), contemplado casi como un utillaje de la omnipresente y tambi¨¦n amorfa ¨¢rea de salud. EI hospital, al que en los pa¨ªses europeos se le asignan m¨¢s del 50% de los recursos, ha pasado a ser inexistente. El fantasma de Alma Ata recorre en su totalidad la ley de Sanidad, y la orden ministerial que regula los ¨®rganos de gobierno de los hospitales se encarga de tener apartados a los m¨¦dicos de los puntos de decisi¨®n.
3. El m¨¦dico de hospital, con su residencia flamante, concluida, ve con pavor una situaci¨®n estancada: no se crean nuevas plazas de. m¨¦dico porque no hay hospitales nuevos. Los m¨¦dicos de plantilla ven con desesperaci¨®n c¨®mo la promoci¨®n es imposible. Para colmo, no se convocan plazas de jefe de servicio. ?Los jefes de departamento? ?No, por favor, no..., qu¨¦dese eso para nosotros, funcionarios del Insalud!
Un paso m¨¢s en contra de la independencia del m¨¦dico. Se intenta un m¨¦todo que permita al Gobierno el tener jefes de servicio d¨®ciles y agradecidos. Se nos paga tan mal que abochorna, se nos obliga a hacer guardias sin n¨²mero para tener un sueldo que no haga enrojecer, se compra a los m¨¦dicos con una jornada, partida, cuyo cumplimiento es vigilado por ATS visitadores.
?Tiene soluci¨®n la medicina hospitalaria con unos m¨¦dicos desprovistos del control sobre su trabajo, apartados de los puntos de decisi¨®n, sin influir sobre el desarrollo de una ley de Sanidad indefinida e indefendible, mal pagados y constantemente calumniados?
No lo creemos as¨ª, sino que afirmamos que el Gobierno lograr¨¢ deteriorar los hospitales, y tendr¨¢ para ofrecer a los ciudadanos una mediocridad general que no merecen.
Creemos asimismo que la medicina hospitalaria p¨²blica debe ser potenciada; sus medios, acrecentados; sus recursos, modernizados. Que sea posible la educaci¨®n continuada y la promoci¨®n basada en m¨¦ritos. Que los m¨¦dicos est¨¦n muy presentes en los puntos de decisi¨®n de los hospitales y que las organizaciones, asociaciones y sindicatos m¨¦dicos sean escuchados en el desarrollo de la ley de Sanidad. Que los m¨¦dicos de hospital sean pagados de acuerdo a su responsabilidad y formaci¨®n.
Para ello no hay otra v¨ªa que la de que los m¨¦dicos de hospital del Insalud de toda Espa?a sigan el ejemplo de sus compa?eros catalanes; que creen asociaciones sindicales en cada centro, exquisitamente representativos, y que ¨¦stas sean en todo momento controla.das por los propios facultativos, a fin de que s¨®lo los motivos profesionales quepan en ellas. Una federaci¨®n de asociaciones de este tipo es quiz¨¢ la m¨¢s importante de las soluciones a nuestros problemas.
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