Protecciones ilegales de un grupo de polic¨ªas nacionales en una zona de bares de Valencia
Varios polic¨ªas nacionales han prestado desde finales de abril servicios ilegales de vigilancia y protecci¨®n de los establecimientos p¨²blicos situados en la zona de la calle de Juan Llorens, de Valencia. Una decena de pubs y bares paga por este servicio 5.000 pesetas a la semana. Algunos propietarios remisos si estas protecciones las han aceptado tras la actuaci¨®n de los polic¨ªas, que cacheaban a los clientes de sus locales y exhib¨ªan sus armas. La polic¨ªa investiga estos hechos.
En este asunto estan o han estado implicados, al menos, un polic¨ªa llamado Manuel, hijo de un miembro del cuerpo adscrito a la secci¨®n de motos, y que fue asesinado en Valencia hace aproximadamente dos a?os en el transcurso de un atraco; otro llamado Toni, que presta sus servicios en la comisar¨ªa de Carcaixent (Valencia), y un tercero, de nombre El¨ªas, que tuvo disensiones con sus compa?eros y abandon¨® estas vigilancias ilegales al poco tiempo de que comenzaran. La polic¨ªa rehus¨® facilitar la filiaci¨®n completa de estos y otros implicados.A iniciativa propia o presionados por los polic¨ªas, dos de los due?os de estos locales instaron al resto a aceptar este servicio, que llevan a cabo dos polic¨ªas vestidos de paisano que se turnan con al menos otros dos. La patrulla recorre a pie, uno a uno todos los bares de la zona entre las siete de la tarde y las primeras horas de la madrugada.
En principio, el precio establecido para este servicio fue de 300 pesetas diarias; subi¨® posteriormente a 400, y despu¨¦s a 500. A fecha de hoy, la tarifa cobrada es de 5.000 pesetas a la semana, cuando hab¨ªa llegado a ser de 5.500: la incorporaci¨®n reciente de un nuevo local a la protecci¨®n permiti¨® la rebaja al resto. Los polic¨ªas no cobran directamente las cuotas a sus clientes, tarea que corresponde a los propietarios que propiciaron inicialmente el servicio.
La vigilancia se extendi¨® a la pr¨¢ctica totalidad de los bares de la calle de Juan Llorens, y otras pr¨®ximas, contra la voluntad de algunos propietarios. Los de los pubs Carioca y Mediterr¨¢neo, por ejemplo, fueron los ¨²ltimos en incorporarse, despu¨¦s de tener que soportar coacciones indirectas. Al menos uno de ellos empez¨® a sufrir un descenso en su clientela cuando los vigilantes detuvieron a un sospechoso en la calle y lo introdujeron en el local, donde fue cacheado ostentosamente.
Amedrentamiento
Seg¨²n manifestaciones de vecinos y de asiduos de estos bares, una camarera de otro local del barrio, reci¨¦n abierto, fue cacheada por estos polic¨ªas, lo que se interpreta como un intento de amedrentar a los due?os del local, reacios en someterse al chantaje. Un joven, empleado o due?o de este establecimiento, desminti¨® a EL PA?S en tono nervioso que este cacheo se hubiera producido. Aunque confirm¨®, al igual que otros afectados, la existencia de este servicio de vigilancia, neg¨® que hubiera habido coacciones, y aport¨® como prueba de ello el hecho (le que su local no pagaba. En ese mismo momento, los dos polic¨ªas que esa noche hac¨ªan su ronda ilegal se asomaron a la puerta del local y preguntaron en voz alta si "hab¨ªa alg¨²n problema" o "pasaba algo".Algunos vecinos han se?alado el notorio tr¨¢fico, de drogas que, al amparo de la numerosa concurrencia juvenil, se da cada noche en la barriada, y contra el que apenas han intervenido los vigilantes.
Si alguno de los contribuyentes es detenido o tiene alg¨²n problema con la polic¨ªa, tiene instrucciones de decir a los agentes que se pongan en contacto con un tal Hilario, "de la sala", y decir que van de parte de uno de los vigilantes.
En relaci¨®n con estos hechos, Carlos G¨®mez de Ram¨®n, jefe superior de Polic¨ªa de Valencia, afirm¨®: "Una vez est¨¦n debidamente comprobados, los implicados ser¨¢n castigados como se merecen para cortar de ra¨ªz estas pr¨¢cticas. G¨®mez de Ram¨®n coment¨®, sobre las investigaciones policiales, que "no est¨¢ siendo f¨¢cil obtener la colaboraci¨®n de los perjudicados".
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