Goya muestra su obra menos conocida
45 cuadros se exponen desde ayer en el Museo Von Thyssen, de Suiza
Los cuadros de Goya menos conocidos, los que cuelgan en salones privados espa?oles, dejar¨¢n de serio a partir de hoy, al convertirse en uno de los puertos del verano cultural europeo. Cuarenta y cinco obras, de las que 20 nunca hab¨ªan salido de Espa?a, seg¨²n la comisaria Marta Medina, y ocho nunca hab¨ªan sido exhibidas en muestras temporales, seg¨²n su ficha t¨¦cnica, se exhibir¨¢n hasta el 15 de octubre en la Villa Favorita, la residencia-museo del bar¨®n Von Thyssen-Bornemisza. Un lugar de aspecto mediterr¨¢neo -caminos de grava flanqueados de estatuas y cipreses y rumor de olas- y que se dir¨ªa es un s¨ªmbolo. A la derecha se ve Suiza, y a la izquierda, Italia. Enfrente, un lago atravesado por veleros, y alrededor, monta?as que alcanzan el cielo. Se llega preferentemente en barco.
La presentaci¨®n de la muestra Goya en las colecciones privadas de Espa?a convoc¨® ayer a mediod¨ªa en la Villa Favorita a un centenar de periodistas europeos, y 400 personas asistieron a la inauguraci¨®n por la tarde. Los barones Von Thyssen, cuya colecci¨®n est¨¢ formada por 1.800 obras de arte, ofrecieron horas despu¨¦s una cena de gala a 200 personas -la infanta Pilar y las familias que prestaron los cuadros, entre ellas- y la organizaci¨®n del protocolo fue causa de tensiones.Los organizadores esperan que unas 300.000 personas asistan a la muestra de Goya, que se exhibe junto a otra de joyas y objetos de oro y plata del museo del Ermitage de Leningrado. Esta muestra de Goya no pretende ser cient¨ªfica -esto es, exhaustiva, en la jerga de los museos, propicia a matices acad¨¦micos-, pero aun as¨ª, mantiene la armon¨ªa que imponen siempre los artistas grandes. Por ejemplo, el azul inveros¨ªmil de los vientos campestres que Goya p¨ªnt¨® hacia 1887 para la casa de Osuna, de los que se exponen dos bastante conocidos: El columpio y La ca¨ªda: obra casi de sainete esta ¨²ltima, en la que algunos autores han querido ver a las duquesas de Osuna y de Alba entre los personajes que representan, con aspavientos y l¨¢grimas, una aparatosa ca¨ªda de caballo en el campo. El animal es el que parece m¨¢s maltrecho.
Evidente es tambi¨¦n la intuici¨®n goyesca de la narraci¨®n, propia de un novelista. Se impone en seis Juegos de ni?os (1777-1785), peque?os ¨®leos que constituyen una de las joyas de la muestra. Es la ¨²nica serie completa conocida, que se cre¨ªa perdida y fue redescubierta hace poco por Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez. Pertenece a la Fundaci¨®n Asilo de Santa Marca. Cada uno de los cuadros cuenta una historia, y ¨¦sta descubre el conocimiento y ternura de Goya por el mundo de los ni?os, a la vez que su compasi¨®n por su destino de adultos, que ya se adivina: unos ni?os juegan a toro y toreros; uno llora en el suelo.
Unos ni?os saltan; uno sangra por la cabeza, descalabrado. Unos ni?os juegan a soldados; uno rinde pleites¨ªa a los vencedores. Cuatro ni?os pelean; otros dos, mejor vestidos, miran y se r¨ªen. Y as¨ª. El retrato de Marianito Goya (1813-1815), dedicado por Goya al nieto que le hac¨ªa de lazarillo en los peores momentos de su sordera, repetir¨¢ m¨¢s tarde esa misma ternura.
Una ni?a tras el cartel
Quiz¨¢ sea el recuerdo de una ni?a la clave del misterio en el delicad¨ªsimo retrato de La condesa de Chinch¨®n, la obra que sirve de cartel a la muestra. Siempr ha emocionado a muchos la evi dente tristeza -pese a no ser visible- de esa joven esposa d Godoy que cruza sus manos inse guras sobre un regazo ligeramente abultado por un estado de esperanza. La maestr¨ªa del retrato podr¨ªa tener que ver con la nostalgia de un pasado m¨¢s feliz -cuando Goya la pint¨® a los dos a?os, 15 antes-, un tiempo en que ambos desconoc¨ªan su futuro y permanec¨ªan a¨²n ajenos a las intrigas de la corte.Otras obras justificar¨ªan por s¨ª solas los sistemas de seguridad de casi brujer¨ªa que protegen a los Goya espa?oles de malas y humanas tentaciones. Celestina y su hja, sin ir m¨¢s lejos, en el que Goya alardea de su sentido de la escena y el contraste, al dibujar a una vieja hip¨®crita sin dientes -pariente de los caprichos- que realza con su grisura la belleza color manzana de su hija: un perfecto ejemplo, dicen los expertos, de la goyesca maja castiza.
Por lo menos tan bella, aunque de forma m¨¢s perturbadora -y ya es decir-, es la mitol¨®gica joven de Amor y Psych¨¦, del legado Camb¨® del Museo de Arte de Catalu?a y uno de los Goya que nunca hab¨ªan salido de Espa?a. Una obra de pinceladas neocl¨¢sicas, aunque de sensualidad contempor¨¢nea, en el que dos brazos en movimiento sugieren conquista y caricia, defensa e incitaci¨®n.
Velas en el sombrero
Siete salas acogen a estos y otros c¨¦lebres cuadros: La Tirana; El arrastre de la piedra, antecente de pintura social; El incendio y El naufragio, ambos de 1793, ya el Goya de los ruidos en la cabeza; el Autorretrato de velas en el sombrero que la Real Academia de San Fernando adquiri¨® con 80 millones de pesetas del legado Guitarte; el Vuelo de brujas, que bati¨® un r¨¦cord de subasta en Espa?a al ser comprado por 77 millones de pesetas el a?o pasado; el retrato de la duquesa de Abrantes, hermana de la tambi¨¦n modelo de Goya marquesa de Santa Cruz.Todos cuelgan bajo unas marquesinas con c¨¦lulas fotoel¨¦ctricas que encienden luces cuando se oculta el sol, aunque sea tras de nubes, y penden de unos hilitos insignificantes que armar¨ªan un esc¨¢ndalo may¨²sculo si el mism¨ªsimo Goya pretendiera acercarse m¨¢s de lo debido. Colaboraron en la organizaci¨®n los Ministerios de Asuntos Exteriores y Cultura.
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