'Conspiraci¨®n de la esperanza', seis conciertos de 'rock' en apoyo de Amnist¨ªa Internacional
La iniciativa logr¨® reunir en Atlanta al grupo The Police
Un cantante irland¨¦s consegu¨ªa el pasado a?o aglutinar a una muchedumbre de figuras del rock para aliviar el hambre de ?frica. Tras Bob Geldof y su Band Aid han abundado las iniciativas caritativas promovidas por m¨²sicos, centradas generalmente en problemas locales. La Conspiracy of hope (Conspiraci¨®n de la esperanza), impulsada por otro Irland¨¦s -Bono, vocalista de U2-, pretende enfrentarse a una situaci¨®n que se repite en todos los continentes: el encarcelamiento, tortura y asesinato de disidentes pol¨ªticos y religiosos. Una realidad contra la que lucha Amnist¨ªa Internacional, beneficiaria del esfuerzo.
Lo han bautizado como Conspiraci¨®n de la esperanza, y se trata de una gira corta pero significativa. Un heterog¨¦neo plantel de grupos y solistas de primera fila recorre Estados Unidos para actuar en seis conciertos multitudinarios destinados a recaudar fondos y difundir las actividades de Amnist¨ªa Internacional (AI), que celebra sus 25 a?os de lucha contra las arbitrariedades de Gobiernos de todos los colores.Para los responsables de la rama norteamericana de Al es una oportunidad ¨²nica: esperan recaudar cerca de 500 millones de pesetas y darse a conocer entre un sector del p¨²blico -los aficionados al rock- que no se caracteriza por su activismo o su informaci¨®n sobre lo que ocurre en el mundo. Ambos objetivos parecen cumplirse: en su cuarta parada, la noche del jueves pasado, en la ciudad de Atlanta (Georgia, Estados Unidos), acudieron cerca de 10.000 j¨®venes; una buena parte de ellos aprovechaba las pausas entre actuaciones para inscribirse en Amnist¨ªa Internacional y rellenar postales en las que se solicitaba la liberaci¨®n de personas encarceladas pa¨ªses cuya localizaci¨®n exacta tal vez ni siquiera conoc¨ªan.
Desconocedores de esas terribles realidades, los sanos muchachos de Atlanta aplaudieron ardientemente los breves parlamentos de las estrellas, que explicaban sus motivos para embarcarse en la Conspiraci¨®n. Jack Healey, director de Amnist¨ªa Internacional en Estados Unidos, fue recibido como un h¨¦roe y elev¨® la temperatura emocional del concierto con sus referencias a Martin Luther King -el m¨¢s famoso ciudadano de Atlanta, aparte de los m¨ªticos personajes de Lo que el viento se llev¨®- y a la existencia de la pena de muerte en el Estado de Georgia.
Aparte de sus fines econ¨®micos y concienciadores, la Conspiraci¨®n de la esperanza ofrece un espect¨¢culo musical de gran altura. El cartel b¨¢sico incluye a Joan Baez, Lou Reed, The Neville Brothers, Peter Gabriel, Bryan Adains, U2 y Sting. Un programa tan caro y ecl¨¦ctico que ser¨ªa imposible en el circuito comercial. Y con sorpresas: en Atlanta, lo que iba a ser una aparici¨®n de Sting en solitario se transform¨® m¨¢gicamente en la resurrecci¨®n de The Police, al materializarse el guitarrista Andy Summers y el bater¨ªa Stewart, Copeland, con los que el cantante no hab¨ªa actuado desde marzo de 1984.
Actuaciones irrepetibles
La amplitud del cartel obliga a que cada artista act¨²e entre 15 y 30 minutos. Tal limitaci¨®n les hace concentrarse en los temas m¨¢s conocidos de su repertorio y versiones de canciones simb¨®licas, con el consiguiente delirio de la audiencia. La ausencia de material de relleno y la camarader¨ªa generada por la bandera de Amnist¨ªa Internacional producen unos recitales tan ricos como irrepetibles. Abundan las interpretaciones cl¨¢sicas de The Beatles y Bob Dylan, muestra de la voluntad impl¨ªcita -s¨®lo Joan Baez se atreve a mencionarlo- de intentar recuperar el idealismo de los a?os sesenta.En el concierto de Atlanta hubo cimas de comunicaci¨®n entre p¨²blico y m¨²sicos. Joan Baez, en solitario y con el respaldo de The Neville Brothers, evoc¨® los viejos tiempos y fue recibida entusi¨¢sticamente. Lou Reed, cuya est¨¦tica no parece coincidir con las celebraciones del compromiso y el activismo, hizo rock intenso y trepidante. Peter Gabriel demostr¨® una gran presencia esc¨¦nica y un sonido deslumbrante. Le sigui¨® Bryan Adams, una especie de Bruce Springsteen de serie B, que supo captar el clima del auditorio Omni y triunfar con su aire modesto; sus canciones fueron coreadas con la misma intensidad con que se aplaudi¨® su frase clave: "Estamos en Am¨¦rica, donde se puede decir lo que uno quiera, respaldando a gente que no dispone de esa posibilidad".
Resurrecci¨®n
La posibilidad de la resurrecci¨®n de The Police hab¨ªa creado una gran ansiedad. Sin ninguna presentaci¨®n -de hecho, Sting ni siquiera se dirigi¨® a los espectadores entre canci¨®n y canci¨®n- saltaron al escenario con el respaldo de un teclista y un coro femenino. Tal vez haya que atribuirlo a su falta de entrenamiento, pero sus piezas m¨¢s famosas resultaron ins¨ªpidas y poco excitantes. Por el contrario, los irlandeses U2 hicieron m¨²sica apasionada y arrolladora. El mesianismo de Bono ten¨ªa sentido en esta Conspiraci¨®n y sus canciones, que hablan de regeneraci¨®n y hermandad, resultaron arrebatadoramente apropiadas.Ondeaban las banderas irlandesas y las pancartas -los seguidores de U2 no se privan de demostrar su identificaci¨®n con el grupo- cuando interpretaban un chirriante popurr¨ª del desafiante Maggie`s Jarm, de Bob Dylan, y el desesperado Cold turkey, del m¨ªtico John Lennon. Un momento de rara emoci¨®n. Y todav¨ªa quedaba m¨¢s: con la ayuda de Lou Reed, U2 pas¨® a lo espec¨ªfico con Sun city, famoso himno antiapartheid. Finalmente, todos los participantes reaparecieron para entonar el I shall be released, el dylaniano lamento de un preso que conf¨ªa en su liberaci¨®n.
En ese momento, el rock parec¨ªa recuperar algo de la dignidad perdida en los ¨²ltimos tiempos y ser capaz de haza?as mayores que vender muchos millones de discos.
Desde luego, puede ser una simple exhibici¨®n de fuegos artificiales, caridad de buen tono y respaldo fugaz. El propio Sting comentaba posteriormente que "la gente se est¨¢ cansando de que se hagan convocatorias por tal o cual causa; corre el peligro de que eventos como Band aid o ¨¦ste se conviertan en una moda m¨¢s'.
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