La negociaci¨®n pol¨ªtica en Euskadi
Sin entrar en recordatorios hist¨®ricos que explican nuestro peculiar modo de organizarnos pol¨ªticamente a lo largo de los siglos, los vascos llegamos a la transici¨®n democr¨¢tica so?ando con que nuestro pueblo, por fin, tuviera en sus manos instrumentos pol¨ªticos con los que decidir su futuro. La postura del PSOE hasta el a?o 1978, defendiendo con claridad meridiana temas tan cruciales como el de reconocer para Euskadi el derecho de autodeterminaci¨®n, o afirmar que Navarra era parte consustancial de la Euskadi pol¨ªtica, permit¨ªan mirar al futuro con optimismo, aun a sabiendas que desde la derecha, con la UCD al frente en aquel momento, a se hab¨ªa iniciado, por presiones; de poderes f¨¢cticos (estatales y, superestatales, econ¨®micos y militares), un proceso tendente a bloquear aquella realidad mediante el surgimiento de una forma de organizaci¨®n del Estado que nada ten¨ªa que ver con la satisfacci¨®n de aspiraciones nacionales vascas: el llamado Estado de las autonom¨ªas.Euskadi rechaz¨® rotundamente la Constituci¨®n y el modelo de Estado que regulaba. Desde entonces, y con esa norma fundamental como base y techo de: todo el andamiaje pol¨ªtico del Estado, no hay ni que decir que el barco de la Espa?a democr¨¢tica ha navegado, en Euskadi, a la deriva. El impensable giro de 180 grados del PSOE en los a?os 1978-1979 en su forma de entender y hacer pol¨ªtica, y la dejaci¨®n, una vez m¨¢s, hist¨®ricamente demostrada, de los dirigentes del PNV en favor de un Estado descentralizado con cierta capacidad pol¨ªtico-financiera para las autonom¨ªas hizo el resto.
Euskadi ratific¨®, aunque por muy escasa mayor¨ªa, el estatuto de autonom¨ªa hoy vigente, pero lo hizo porque no se le permiti¨® optar por ning¨²n otro modelo; porque la oferta era, o aquel estatuto o nada, y porque, adem¨¢s, el PNV hizo a la ciudadan¨ªa un enga?oso planteamiento consistente en afirmar que la misma Constituci¨®n que ellos rechazaron conten¨ªa, en el art¨ªculo 150-2 y en la disposici¨®n adicional primera, potencialidades para mayores cotas de poder pol¨ªtico, v¨ªas que luego se han demostrado inviables e imposibles.
Igualmente, y as¨ª como hasta 1980 nadie discuti¨® (salvo la derecha caciquil) el hecho de que Navarra era Euskadi, luego nadie les pregunt¨® para que no lo fuera y hoy Navarra sea una comunidad aut¨®noma absolutamente at¨ªpica, cuya existencia no tiene otra raz¨®n de ser que la de mantener la divisi¨®n territorial de Euskadi Sur, a la vez que, ahora s¨ª, todos los dem¨®cratas se llenan la boca para decir que son ¨²nicamente los navarros quienes tienen que decidir su pertenencia o no a Euskadi.
Todo ello ha dado lugar a que el llamado problema vasco haya continuado en toda su virulencia y dramatismo hasta el momento presente; que asistamos diariamente a la conducta esquizofr¨¦nica del partido mayoritario en nuestro pueblo, que pone en pr¨¢ctica una pol¨ªtica que no lleva, se mire por donde se mire, a que los objetivos a?orados por sus bases se cumplan; que ETA tenga vida para rato en los esquemas de muchos vascos, y que las aspiraciones de ¨¦stos s¨®lo se repriman m¨¢s o menos sibilinamente, sino que ya ni siquiera se admite su an¨¢lisis y discusi¨®n y que, como l¨®gica consecuencia, y como las encuestas lo se?alan, HB vaya a alcanzar el 22 de junio una cota electoral que nadie en Madrid podr¨ªa imaginar, sobre todo desde que el PSOE lleg¨® al Gobierno en 1982.
La insatisfacci¨®n pol¨ªtica del vasco es evidente. Nosotros no tenemos la culpa de que nuestra diferencialidad s¨®lo pueda verse satisfecha con la obtenci¨®n de un poder pol¨ªtico que en el marco actual es inconquistable. Ni la Constituci¨®n Espa?ola debe ser un dogma de fe en el que todos debamos creer, ni los vascos debemos caminar en mor de una mal entendida solidaridad, detr¨¢s de lo que el Gobierno de turno decide, dej¨¢ndonos a cada paso jirones de nuestra identidad.
Conversaciones HB y PNV
Por todo ello, ETA contin¨²a existiendo, la conciencia nacional es m¨¢s grande que nunca y la propia dlirecci¨®n del PNV ve cuestionada sil praxis pol¨ªtica y se apresura, rnediante el inicio de conversaciones con HB, a adecuarse a nuestra sangrante realidad.
Y creo que Europa tambi¨¦n es consciente de ello, y que el PNV no habla s¨®lo por su boca cuando reconoce p¨²blicamente, al dialogar con HB, que ETA y el Estado deben negociar pol¨ªticamente. Y fijese el lector que se habla de que negocie ETA como punto de referencia incuestionable, al ser la punta del iceberg en el contencioso Espa?a-Euskal Herria, y se habla del Estado, porque en el mismo, adem¨¢s del Gobierno con poder ejecutivo, el Ej¨¦rcito tiene asignada por la propia Constituci¨®n Espa?ola, en su art¨ªculo 8, la misi¨®n de garantizar la integridad territorial del Estado y el ordenamiento constitucional.
Debe negociarse, pero no para ensamblar puntos de una alternativa en otra, ni para que HB alcance la legalidad. No es ¨¦se el problema. El quid de la cuesti¨®n se encuentra en el establecimiento de un nuevo marco pol¨ªtico, para que en el mismo, o a partir de ¨¦l, y establecidos unos puntos m¨ªnimos diferentes a los actuales, todas las fuerzas pol¨ªticas de Euskadi y la ciudadan¨ªa tengan los instrumentos necesarios para que todas, sin excepciones, puedan debatir sus programas y llegar incluso hasta el final de sus opciones pol¨ªticas.
El PNV parece estar dispuesto a ello por medio de la negociaci¨®n ETA-Estado. HB lo considera el tema m¨¢s trascendente de los ¨²ltimos a?os, pues de la misma puede surgir el modelo de Estado que haga asentar definitivamente el sistema democr¨¢tico. S¨®lo falta la voluntad pol¨ªtica del PSOE para cerrar el c¨ªrculo. La fortaleza de una democracia radica, entre otras cosas, en la disposici¨®n y poder para resolver los problemas y reconducirlos a una mesa de negociaciones. Con los cuatro a?os que el PSOE va a tener por delante, creemos que ese ciclo debe de terminarse. Todas las bases est¨¢n puestas. El PSOE tiene la palabra.
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