Rodr¨ªguez San Pedro
El dispendioso callejero madrile?o le ha dedicado esta singular v¨ªa del barrio de Arg¨¹elles a Faustino Rodr¨ªguez San Pedro, pol¨ªtico asturiano que en una lejana ocasi¨®n ocup¨® la alcald¨ªa de Madrid y, si hemos de hacer caso a sus cronistas, pas¨® a la historia por su longevidad y por la desmesurada longitud de sus discursos.La singularidad de la calle salta a primera vista; en sus inicios junto al ¨²ltimo tramo de San Bernardo, puede verse un curioso arco que cubre la calle; no se trata de ning¨²n venerable monumento del pasado; no es una reliquia arquitect¨®nica varada en la modernidad de la zona la portezuela postiza que le ha salido a Madrid en este ¨¢ngulo triunfal de la especulaci¨®n inmobiliaria, un ingenioso artificio que permite utilizar para viviendas un espacio gratuito sobre la calzada. El tr¨¢fico pasa sumiso bajo estas horcas caudinas que, con el paso del tiempo, le han dado a la v¨ªa, hay que reconocerlo, una personalidad caracter¨ªstica.
Hay en la calle de Rodr¨ªguez San Pedro casas de digna fachada, portales sin contaminar por la antiest¨¦tica carpinter¨ªa de aluminio que en los ¨²ltimos a?os, como una epidemia, sustituye las viejas puertas de madera maciza, en aras del m¨¢s cutre de los conceptos del progreso. ?D¨®nde han ido a parar esos centenares o miles de robustos y elegantes portones que cayeron en tan peregrina expropiaci¨®n?
Afortunadamente, la fiebre de la remodelaci¨®n no ha afectado a muchos de los antiguos establecimientos comerciales; fruter¨ªas y huever¨ªas siguen conservando relucientes sus aleg¨®ricos reclamos de cristal grabado, sus antiguos mostradores y sus cajas registradoras National niqueladas.
Asamblea de perros
Antes de llegar al referido arco, corta la calle la plaza del Conde del Valle de Suchil, asamblea permanente de perros, amplio rect¨¢ngulo de no muy afortunada ornamentaci¨®n, pero visitado por los vecinos de la zona, que, pese a lo inh¨®spito del paraje, celebran sus tertulias en los bancos de piedra.
Rodr¨ªguez San Pedro es una calle bulliciosa, habitable y habitada; la concentraci¨®n de bares y tabernas -pueden contarse m¨¢s de una decena- apenas merecer¨ªa menci¨®n, pues tal caracter¨ªstica se encuentra muy extendida en el callejero de la urbe, pero en este caso ofrece una consistencia poco com¨²n, con una cuidada infraestructura de honradas cervecer¨ªas que permiten trazar un grato itinerario bajo la sombra de los ¨¢rboles que siguen milagrosamente bordeando la calzada.
Resulta aconsejable acercarse a la calle de Calvo Asensio, discreto afluente de Rodr¨ªguez San Pedro, en el que funcionan todav¨ªa varios talleres de imprenta y encuadernaci¨®n, una de las antiguas dedicaciones gremiales del barrio. En esta calle, dedicada al pol¨ªtico progresista Pedro Calvo Asensio, fundador del peri¨®dico La Iberia, motor de la revoluci¨®n de 1868, que destron¨® a Isabel II, se encontraban tambi¨¦n los talleres de La Novela Corta, consumidos por un incendio en 1918.
La Casa de las Flores
El edificio m¨¢s notable de Rodr¨ªguez San Pedro es la Casa de las Flores, obra de Secundino Suazo, fechada en 1931, que forma una gran manzana de ladrillo en la desembocadura con Princesa. Residencia provisional de Pablo Neruda, la Casa de las Flores fue punto de reuni¨®n de muchos poetas del 27, como Garc¨ªa Lorca y Alberti, referencia obligada en la historia breve, pero apasionante, del Madrid de la Rep¨²blica.
Arquitectura humana, viviendas luminosas, con amplias terrazas circundando un jard¨ªn interior, apartado del tr¨¢fico. Incautada despu¨¦s de la guerra la casa, pas¨® al Instituto Nacional de Previsi¨®n y es administrada ahora por la Tesorer¨ªa de la Seguridad Social. En sus bajos, tapando las arcadas, se han instalado oficinas y establecimientos bancarios, fuertes rejas cercan el patio y los jardines languidecen ante la secular desidia de los organismos de la Administraci¨®n.
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