La Elipa
La Elipa, barrio de poetas y funcionarios, al Este del Ed¨¦n madrile?o, entre televisiones y cementerios, va a contar, a partir de mediados del pr¨®xirno mes de agosto, con el primer recinto municipal dotado de espacio nudista en zona urbana. En Barcelona est¨¢n tratando de provocarle electroeyaculaciones al primate Copito de Nieve, para fecundar artificial mente hembras de su especie y salvar ese pen¨²ltimo eslab¨®n entre el hombre y el mono vestido de pelambre. Importa, naturalmente, que el hombre, que ha colonizado la Tierra y la Luna, colonice su propio cuerpo y su m¨¢s oscura genealog¨ªa. Pero importa asimismo, a un nivel m¨¢s modesto y municipal, que entremos en la democracia del desnudo, porque parece que s¨®lo est¨¢ bien visto desnudarse en Ibiza, entre los limones civilizad¨ªsimos del Mediterr¨¢neo, y que queda como hortera desnudarse en La Elipa, en mitad del secarral, al costado caliente de los fr¨ªos inuertos. Quiere decirse que el cuerpo, incluso el propio cuerpo, sigue siendo un privilegio light, y que el desnudo de un millonario saurio es noticia en las revistas del coraz¨®n y de m¨¢s abajo, pero el desnudo de un alba?il resulta, como mucho, socialrealista, entre Canogar y Genov¨¦s, cuando no directamente impresentable, con su bronce de andamio y su camiseta natural de palidez. Es tan inercial la divisi¨®n de Espa?a en castas que, no ya las fincas o las inmobiliarias, sino el uso y abuso del propio cuerpo es derecho de privilegiados. Los pobres, en fin, parece que no tienen derecho a su cuerpo ni a lucirlo.Por eso ha estado bien la iniciativa veraniega del Ayuntamiento en La Elipa, y hay que decir que, entre los ociosos de oro y los veraneantes quincenales, las diferencias son las mismas: da gusto ver a las adolescentes entredoradas por un psoepaganismo de vacaciones, Gunilas o no, y da como un poco de asco ese museo de momias mejicano que es, en cualquier parte, la ancianidad en bolas. Las diferencias, pues, no las marca el dinero, sino la edad y la belleza, que florece y entona donde quiere, sin que siglos de esfuerzo hayan marchitado la lozan¨ªa del pueblo. Ya no se habla de "desmitificar" tanto como se hablaba, pero hay que desmitificar el propio cuerpo, el propio desnudo, y el de los dem¨¢s, siquiera sea porque las naturales y doradas miserias no se queden en privilegio -otro privilegio- de quienes hasta ahora ten¨ªan derecho a tomar el sol. La chica de la portera es una princesa en cuanto se desnuda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.