?ltimo pulso en el hotel Manila
El hotel Manila es un símbolo para los seguidores del ex presidente: filipino, Ferdinand Marcos, toda vez que era el lugar preferido de la esposa de éste, Imelda Marijos, para celebrar sus fiestas fastuosas, a lo largo de 20 a?os, como primera dama de Filipinas. El hotel también fue lugar de reuniones para Imelda y algunos de sus íntimos colaboradores.Hoy, el hotel Manila, un histórico edificio de principios de siglo, que fue también sede del cuartel general de Douglas MacArthur durante la II Guerra Mundial, salta otra vez de la escena internacional por la ocupación de los seguidores de Marcos, que reclaman el regreso de éste a Filipinas.
Artum Toentino, el que fue ministro de Asuntos Exteriores con Marcos y candidato a la vicepresidencia en las pasadas elecciones del 7 de febrero, se autoproclamó en la tarde de ayer "presidente en funciones de Filipinas" a la espera de que regrese el presidente Marcos. Unos 300 militares (civiles, con uniformes militares, según fuentes castrenses leales al gobierno de la presidenta de Filipinas, Corazón Aquino) se acuartelaron ayer dentro del fastuoso edificio, situado frente a la bahía de Nani la, en el parque Rizal, y proclamaron un nuevo Gobierno, en el que, curiosamente, Tolentino nombró como primer ministro y ministro de Defensa a Juan Ponce Enrile, quien ya ocupó la cartera de Defensa con Marcos y la mantiene ahora, con el Gobierno Aquino, tras haber protagonizado un papel clave en la sublevación de un grupo de militares contra el régimen de Marcos, el 21 de febrero último. Este hecho precipitó la revolución popular de Cory Aquino.
Los acontecimientos de Manila son confusos. Tolentino, un fiel e incondicional de Marcos, parece dispuesto a quemar sus últimos cartuchos intentando un golpe militar contra el régimen populista de Aquino.
La presidenta de Filipinas se encontraba ayer a unos 800 kilómetros al sur de Manila, en Cagayan de Oro (Mindanao), cuando se desencadenaron los hechos. Aquino decidió continuar el programa previsto y restó importancia al hecho. El jefe de las Fuerzas Armadas, el general Fidel Ramos, junto a Aquino, dijo: "Todo está bajo control". Y prometió que no habrá represalias contra los amotinados en el hotel Manila, cercado por soldados a las órdenes del ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile. Sobre éste se especuló, en las últimas semanas, que era un eventual inspirador de un golpe militar para corregir el cariz izquierdista que, según algunos sectores filipinos, toma la Administración de Aquino con su oferta de diálogo a la guerrilla comunista del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA) -que sigue atacando a patrullas del Ejército- y, sobre todo, por los decretos presidenciales que permiten la confiscación de cualquier empresa, susceptible de haber pertenecido a Marcos o a sus amigos.
La ocupación, del hotel Manila ilustra la profundidad de las tensiones existentes en un grupo de filipinos que se resiste a la idea de un cambio social en el país.
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