Grecia le dio un susto a Espa?a
ENVIADO ESPECIAL, Espa?a gan¨® de susto, hecho que no necesariamente es una mala noticia, aunque el. rival sea de su puesta inferioridad, como es el caso de Grecia. En ocasiones muy diversas, y hasta con buefinal, Espa?a ha acostumbrado a soportar situacienes as¨ª, de las que dejan una peque?a tiritonen el cuerpo. Pero, a pesar de lo que de la falsa impresi¨®n de ser una derrota que no refleja el marcador, el juego espa?ol tuvo algunos signos de mejor¨ªa.
Espa?a practic¨® tres defensas. Una primera, individual, de acomodaci¨®n, en la que los jugadores dieron la impresi¨®n de adaptarse por su cuenta sin seguir al pie de la letra las indicaciones del t¨¦cnico; o bien puede tratarse de que D¨ªaz Miguel vaya aceptando ciertos retoques de matiz en el sistema defensivo. Sea lo uno o lo otro, lo cierto es que Espa?a no sali¨® con agresividad descarada. Luego, id inicio de la segunda mitad, se opt¨® por la zona, salvaci¨®n ante equipos torpes, pero que result¨® un sonoro fracaso con los griegos, que, en tres minutos de aplicaci¨®n, engancharon un 53-61 a su favor ante la preocupaci¨®n general. Y m¨¢s tarde, cuando tiempo y marcador coincid¨ªan en una seria advertencia, el equipo nacional apret¨® la dedicaci¨®n y la presi¨®n en su acci¨®n individual. Ello permiti¨® cortar el 53-61 y convertir lo en un empate tambi¨¦n en tres minutos.
Porque, si los tiradores espa?oles hubieran estado a la altura de su porcentaje, Mart¨ªn hubiera recibido mjor alganos pases y no se hubieran desperdiciado hasta nueve situaciones de ata que por p¨¦rdida de pases, Espa?a habr¨ªa solucionado su compromiso ante Grecia en 20 minutos. El porcentaje de tiro apenas alcanz¨® el 45% general en este per¨ªodo y fue un hecho irregular que no ten¨ªa por qu¨¦ ser preocupante. Tanto Epi como Margall, Sibilio o Villacampa disfrutaron de situaciones c¨®modas, de las que no se fallan. Epi, por ejemplo, que iba camino de ser m¨¢ximo anotador del partido, lleg¨® a mostrarse indeciso en algunos momentos. Parec¨ªa falto de costumbre.
A pesar de una escasa diferencia en el marcador de dos puntos (43-41 en el descanso), pod¨ªa especularse con un triunfo l¨®gico y hasta c¨®modo. L¨®gico, porque el equipo espa?ol estaba dando muestras de funcionamiento in terno, a pesar de los errores, y porque contaba con una ventaja reboteadora evidente. Grecia dispone de una pl¨¦yade de cuatro o cinco jugadores ambiguos, todos ellos pr¨®ximos a los dos metros, y que eran utilizados para diversas funciones, ya fuera de pivot o alero. Como suele ocurrir en estos casos, no se trataba de especialistas. La comodidad pod¨ªa llegar en el segundo tiempo si los tiradores, amparados en la confianza que da saber que se est¨¢n encontrando buenas posiciones, recuperaban sus constantes.
Esta aparente mejor¨ªa, que tendr¨ªa que confirmarse en pr¨®ximos partidos para saber si es cierta o se trata de un espejismo, pod¨ªa explicarse en que la adaptaci¨®n de los jugadores a una defensa individual m¨¢s acorde con la que realizan en sus clubes les permiti¨® funcionar con m¨¢s fluidez en ataque. Por unos minutos, la pelota circulaba con velocidad y los aleros encontraban hueco; no as¨ª los p¨ªvots, que siguieron acusando problemas para recibir. Tampoco puede ocultarse que Grecia no es un dechado de virtudes en defensa, entre otras cosas porque la posici¨®n adelantada de Gallis, que suele marcar al base contrario, es floja defensivamente. Pero Espa?a fall¨® tiros claros y lanzamientos libres.
Pero, en la segunda parte, la dlefensa zonal cambi¨® el decorado porque Grecia imprimi¨® una presi¨®n psicol¨®gica adelant¨¢ndose en el marcador con una ventaja pr¨®xima a los 10 tantos. La selecci¨®n cay¨®, tras una buena presi¨®n que resolvi¨® temporalmente la situaci¨®n, en un agarrotamiento porque los tiradores comenzaron a sentirse preocupados por la necesidad de anotar. Tres triples consecutivos de Galfis agravaron esta inquietud.
Finalmente, y amparados en algunas decisiones arbitrales, m¨¢s propensos los colegiados a favorecer al organizador a pesar de algunas estent¨®reas protestas de Mart¨ªn; el partido qued¨® situado en un final de los que hay que buscar la ¨²ltima posesi¨®n de bal¨®n. La decisi¨®n de D¨ªaz Miguel, tras ser expulsado Jim¨¦nez, de dar entrada a Arcega y no a Romay pareci¨® arriesgada, pero result¨® un ¨¦xito porque este jugador resolvi¨® acertadamente en dos jugadas postreras.
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