Sanciones comerciales
THE WALL STREET JOURNAL?Qui¨¦n dijo que las sanciones comerciales no surt¨ªan efecto? Fue la primera cuesti¨®n que nos planteamos tras el anuncio de que Nueva Zelanda ignoraba las presiones francesas y liberaba a los dos agentes, pendiente a¨²n por conocer su papel en el asunto del Rainbow Warrior. El primer ministro de Nueva Zelanda, David Lange, comprendi¨®, despu¨¦s de todo, que la pareja pod¨ªa pasar su tiempo en una c¨¢rcel de Nueva Zelanda. Pero entonces los franceses iniciaron un bloqueo de las importaciones agr¨ªcolas y, particularmente, de los sesos de cordero, de los cuales los franceses son grandes consumidores. Y, antes de lo que se tarda en decir cervelle dagneau, todo el asunto fue remitido al secretario general de la ONU, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, para llegar a un acuerdo.El acuerdo logrado se presenta como una buena representaci¨®n. Si Nueva Zelanda acepta liberar a los agentes, Francia accede a pagar siete millones de d¨®lares en compensaci¨®n por intromisi¨®n en la soberan¨ªa de Nueva Zelanda, donde sus hombres-ranas atentaron contra el barco de Greenpeace. La soberan¨ªa de Nueva Zelanda vale, por supuesto, los siete millones de d¨®lares, y Francia ha se?alado que protejer¨¢ su derecho a realizar pruebas de armamento nuclear. La liberaci¨®n de los dos agentes es puramente imaginaria. Pasar¨¢n tres a?os en una base militar francesa del Pac¨ªfico, en la isla de Hoa. (...)
Francia est¨¢ de acuerdo en retirar sus sanciones comerciales, pero este episodio hace que nos planteemos otra cuesti¨®n: ?qu¨¦ pasar¨ªa si (...) Estados Unidos metiera tambi¨¦n el comercio en la disputa sobre el amarre de barcos estadounidenses dotados de armamento nuclear? ?Qui¨¦n podr¨ªa haber imaginado que el futuro dominio del sur del Pac¨ªfico pudiera verse condicionado por el boicoteo de las importaciones de, por ejemplo, los kiwis?
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