La econom¨ªa mundial se oscurece
Si bien son pocas las personas de Wall Street o relacionadas con los intereses materiales que reconocen que Estados Unidos lleva dos a?os inmerso en una recesi¨®n de crecimiento, las expectativas acerca del crecimiento futuro de Estados Unidos muestran un fuerte optimismo.Actualmente, sin embargo, casi por primera vez, tal optimismo acerca del futuro est¨¢ empezando a desvanecerse. Los 80 pronosticadores aceptados de bancos y universidades, tal como indican los estudios del Indicador de valores de primera clase, han alterado sus proyecciones, de la luz verde del adelante a la ¨¢mbar de precauci¨®n.
Pero los observadores europeos no deben malinterpretarlo. No se espera recesi¨®n alguna en la econom¨ªa nortearnericana para 1986. Y si no se equivocan los expertos, hay muy pocas posibilidades de que se produzca una recesi¨®n en 1987.
Lo que se ha perdido es la alegre confianza en que la reciente devaluaci¨®n del d¨®lar y la expansi¨®n de la Reserva Federal en la oferta monetaria estuvieran preparando la situaci¨®n para una ¨¦poca de crecimiento real de entre un 4% y un 5%, entre mediados de 1986 31 mediados de 1987.
?En qu¨¦ se basaba tan optimista confianza? ?En los indicadores estad¨ªsticos de aceleraci¨®n en la producci¨®n y en las ventas reales?
No. Los datos reales sobre la actividad econ¨®mica norteamericana real se mantienen apagados. Cada siete d¨ªas el bar¨®metro de embarques, empleos y producci¨®n de Business week siguen indicando inactividad. Es el bar¨®metro de los indicadores principales de Business week el que se?ala las buenas posibilidades futuras.
Los indicadores principales fuertes reflejan principalmente el mercado de valores de Wall Street y la fuerte inyecci¨®n de dinero en el sistema por parte de la Reserva Federal. La fe en una inminente revigorizaci¨®n de la actividad econ¨®mica proviene de la creencia en las verdades eternas de los libros de texto, que una mayor oferta monetaria producir¨ªa un aumento del gasto tras cierto per¨ªodo intermedio y que un d¨®lar m¨¢s barato estimular¨ªa r¨¢pidamente nuestras exportaciones y estrangular¨ªa nuestras importaciones.
?Qui¨¦n soy yo para negar las verdades inamovibles de los libros de texto si yo soy uno de esos acad¨¦micos que contribuyeron a descubrirlas partiendo del estudio de las experiencias hist¨®ricas y de la l¨®gica de los principios econ¨®micos? No obstante, en todo momento necesito recordar que la pol¨ªtica econ¨®mica no es una ciencia exacta.
Un gramo de pruebas vale por un kilo de expectativas a priori. Los per¨ªodos intermedios son mayores y m¨¢s variables que los sermones de Milton Friedman en la televisi¨®n. El reinicio del auge econ¨®mico nort
eamericano no es nada seguro.
Realismo
Los pa¨ªses de la cuenca del Pac¨ªfico deber¨ªan prepararse para enfrentarse a un mercado norteamericano menos jugoso. Los frenazos que han sufrido Singapur y Hong Kong podr¨ªan extenderse a Corea, Taiwan y Jap¨®n. El Banco de Jap¨®n deber¨ªa estar estudiando ya la manera como la Reserva Federal de Paul Volcker logr¨® avanzar contracorriente en medio del estancamiento de la econom¨ªa norteamericana de comienzos de la d¨¦cada de 1980.
Si las futuras tiradas de dados dictan un mercado norteamericano menos favorable para las exportaciones europeas, tanto la Comunidad Europea como los pa¨ªses n¨®rdicos se ver¨¢n afectados. Afortunadamente, tienen suficiente espacio de maniobra para levantar est¨ªmulos nacionales que puedan alejar una recesi¨®n europea a corto plazo.
Es m¨¢s dif¨ªcil prescribir una buena pol¨ªtica para Estados Unidos que para las naciones extranjeras. Somos un pueblo que vive en un aturdimiento feliz. Las encuestas muestran que la mayor¨ªa de la gente tiene una idea ros¨¢cea de la situaci¨®n, no confirmada por los datos estad¨ªsticos.
El presidente Reagan se jacta de que sus medidas han producido un aut¨¦ntico milagro econ¨®mico desde 1981. Y un 65% de las personas encuestadas se mostr¨® de acuerdo con tal opini¨®n.
Las estad¨ªsticas de empleos, producci¨®n, productividad, rentabilidad, desigualdad de ingresos, ahorro, riesgo e innovaci¨®n no respaldan tal afirmaci¨®n. Lo que dicen sobre la d¨¦cada de 1980 en comparaci¨®n con la media de las tres d¨¦cadas anteriores es bien diferente. Acabo de leer un an¨¢lisis de la era de Reagan realizado por el profesor Frederic S. Mishkin, de la universidad de Chicago. Igualmente, el profesor James Tobin, de Yale, ha preparado tablas paralelas de los milagros de las ¨¦pocas de Reagan y de Kennedy-Johnson. Estos estudios no respaldan los actuales sentimientos de satisfacci¨®n.
?Quiz¨¢ sea bueno tener un presidente que le da la gente lo que los cazadores denominan valor de botella? En estos d¨ªas en los que nuestra balanza comercial adversa est¨¢ lentamente poniendo nuestras tiendas y granjas en manos de extranjeros, en los que los norteamericanos est¨¢n inmersos en una borrachera de gastos que equivale a dedicar nuestros ingresos a la formaci¨®n de nuevo capital ?quiz¨¢ d¨¦ lo mismo no darse cuenta de la realidad econ¨®mica?
Quiz¨¢.
Quiz¨¢ no.
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