Pl¨¢cido Domingo:"?Oh, es, ¨¦l!"

El solo anuncio de que Pl¨¢cido Domingo cantaba La boh¨¨me moviliz¨® el entusiasmo de los oper¨®filos, inquiet¨® a quienes no quieren perderse acontecimiento alguno y desat¨® la literatura exeg¨¦tica en los medios de comunicaci¨®n. Y es que llegaba el divo y sus atributos, resplandeciente como un icono, aureolado como un santo patr¨®n. Al fin, ante un teatro de la Zarzuela en el que no cab¨ªa un alfiler, apareci¨® Domingo, su estatura, su sonrisa humana, su constante ir y venir del altar a la calle. Muchos podr¨ªan haber exclamado como Maruja Torres en la portada de su novela: "?Oh, es ¨¦l!". (La mano y hasta la m¨¢quina dudan si no escribir este pronombre con may¨²scula sacralizante.)La verdad es que ?l se comporta con la afabilidad de un amigo de siempre, lo que redondea el impacto de su presencia. Ah¨ª est¨¢ para demostrarlo esa tierna dedicatoria que Pl¨¢cido ha querido inscribir al pie del reparto: "Canto estas funciones de La boh¨¨me en recuerdo de mi querid¨ªsimo t¨ªo Perico, ya que era su ¨®pera predilecta". No s¨®lo del t¨ªo Perico -que comparti¨® el piso en que naci¨® y vivi¨® Domingo en la calle de Ibiza-, sino de toda la grey musical es pieza favorita La boh¨¨me, de Puccini, cantada 108 veces en el Real desde su estreno en 1900 y con la que se clausur¨¢ el coliseo madrile?o una noche de abril de 1925.

Adem¨¢s de t¨ªtulo favorito -quiz¨¢ el que m¨¢s junto a Rigoletto-, La boh¨¨me abunda en dificultades de todo g¨¦nero, muy especialmente en el campo de la concertaci¨®n. Conseguir claridad en la primera mitad del acto inicial o buen orden en el segundo es bastante raro, m¨¢s a¨²n en coliseos como la Zarzuela, limitados de posibilidades en diversos ¨®rdenes.

Con todo, justo es destacar lo ya reconocido a lo largo de la temporada: hemos asistido al mejor ciclo desde que los Amigos de la ¨®pera y el Min¨ªsterio de Cultura -o su antecesor- hicieron del teatro de la calle de Jovellanos no pa?o de l¨¢grimas, sino remedio de las carencias oper¨ªsticas que aquejan a Madrid.

Pl¨¢cido Domingo luci¨® su voz hermosa, su dominio en todos los reg¨ªstros, su mordente irresistible aun cuando por esas secretas- y atractivas motivaciones que se dan en la ¨®pera como en los toros no alcanz¨® sus m¨¢ximos niveles sino en el acto tercero y en el final, verdaderamente emocionantes.

Po¨¦tico y moderno

Aun siendo de maestro al Che gelida manina, le falt¨® algo o adoleci¨® de desequilibrio, pues la parte m¨¢s ¨ªntimamente l¨ªrica perdi¨® fuerza frente a la gallard¨ªa del Talor del mio forziere. Redondo en todo -salvo en la intervenci¨®n coralel acto del fielato, ese trozo absolutamente maestro de Puccini, po¨¦tico, sensible y moderno.Rodolfo / Pl¨¢cido tuvo por compa?era a Mim¨ª / Be?ackova, cuya voz -preciosa- excede quiz¨¢ la l¨ªrica temperatura de su personaje. Otra pareja, la de Musetta y Marcello, nos encant¨® por la agilidad, la vida y el buen accionar dram¨¢tico de Enedina Lloris y el bien impostado se?or¨ªo vocal y dramat¨²rgico de Vicente Sardinero.

Agostino Ferrin acert¨® en su Colline y nos dio una Vecchia zimarra que habr¨ªa lucido m¨¢s con un acompa?amiento m¨¢s exacto y pulcro. Chausson (Schaunard), Mariotti (Benoit y Alcindoro) y el resto del reparto fueron brillantes. El director Garc¨ªa Navarro, m¨¢s temperamental que clarificador, hizo una labor muy estimable, y el ¨¦xito, no indescriptible, fue de consideraci¨®n por encima de algunas protestas que redoblaron las ovaciones de los adictos.

Una funci¨®n de clausura, en suma, que si no super¨® consecuciones como La walkiria, redonde¨® una stagione que mereci¨® y tuvo adhesi¨®n y aplauso.

Puede estar satisfecho Jos¨¦ Antonio Campos, sobreintendente de la Zarzuela, y todo su equipo, y en el buen tono no debe olvidarse la renovaci¨®n y calidad de los programas libro.

En este aspecto, el de La boh¨¨me, con aportaciones de Roger Alier, Rafael Ban¨²s, Carlos G¨®mez Amat y Joaqu¨ªn Calvo Sotelo, am¨¦n de biograrias, argumento, l¨ªbreto completo en versi¨®n. italiana y espa?ola, cronolog¨ªa y discograf¨ªa, ha sido de los mejores.