Per¨², mas all¨¢ de la matanza
La incapacidad de las instituciones peruanas para encarar coherentemente su invertebrada multiplicidad ha hecho de este pa¨ªs sede de la emergencia y la ilegalidad. El autor inserta en este contexto el violento marxismo indigenista enarbolado por Sendero Luminoso.
Lunamarca, aldea enclavada en un remoto rinc¨®n de los Andes, ha presenciado con tr¨¢gica continuidad una escena reiterativa en las alturas ayacuchanas: una columna senderista toma violentamente el pueblo y, tras convocar a la poblaci¨®n, procede a ejecutar a las autoridades civiles y comunales que se niegan a sumarse a su lucha. En la isla penal de El Front¨®n, los militantes senderistas, entre c¨¢nticos y consignas, renuevan con rigor ritual la fidelidad a su l¨ªder y su causa. En la pared, los retratos de Marx, Lenin y Mao enmarcan a la cuarta espada: una llama de fuego. "En Gonzalo canta el fuego, Gonzalo es lucha armada". La figura del l¨ªder se ha difuminado en un s¨ªmbolo m¨ªtico. Mi¨¦rcoles 25 de junio de 1986, en Cuzco, un tren cargado de turistas camino de Macchu Pichu estalla v¨ªctima de un atentado terrorista. La implacable venganza de Sendero Luminoso se ha consumado.Per¨² es actualmente uno de los pa¨ªses latinoamericanos que concitan particular atenci¨®n de la Prensa mundial. Paralelamente, es objeto de las m¨¢s equivocadas interpretaciones. Per¨² desborda los c¨¢nones anal¨ªticos del observador internacional. En uno de los casos m¨¢s peculiares de transculturaci¨®n, posee una multiplicidad de estructuras sociales, pol¨ªticas y econ¨®micas que coexisten, perteneciendo a etapas dse desarrollo dram¨¢ticamente diferenciadas Per¨² perfila cientos de rostros multiformes y plurales que van de la econom¨ªa del trueque a la subsistencia del culto a los cerros, a la precaria presencia del Estado oficial de los partidos pol¨ªticos, la industria, los tribunales, las fuerzas armadas y la Iglesia.
Por lo mismo, nada ha preocupado m¨¢s a los pensadores e historiadores peruanos que la definici¨®n de la nacionalidad peruana. La incongruencia de un Estadonaci¨®n que no representa ni expresa las aspiraciones de la mayor¨ªa de sus ciudadanos ha sido y es el m¨¢s importante de los retos hist¨®ricos de la Rep¨²blica.
El desencuentro entre el Estado y las elaboraciones sociales espont¨¢neas ha adquirido en los ¨²ltimos a?os de descontrolado crecimiento urbano un cariz particularmente grave. Gradualmente, los juicios populares y los linchamientos han ido llenando los vac¨ªos dejados por la autoridad y el poder judicial. La crisis econ¨®mica y la recesi¨®n, cuya espiral ha afectado al pa¨ªs en los ¨²ltimos 15 a?os, agravada por el descenso del precio de las exportaciones fundamentales, trajo como consecuencia inmediata la gradual suspensi¨®n de obras p¨²blicas, el deterioro de los servicios, la desocupaci¨®n, la debilidad y la corrupci¨®n de las fuerzas policiales y la ineficacia del poder judicial.
La incapacidad de las instituciones del Estado para integrar a los diversos sectores de la naci¨®n en un modelo de desarrollo coherente han convertido un pa¨ªs secularmente invertebrado en un terreno abonado para la emergencia de la ilegalidad y la clandestinidad ("la informalidad", dicen eufem¨ªsticamente los peruanos). Las organizaciones pol¨ªticas tradicionales y el Estado democr¨¢tico recuperado en 1980 han enfrentado as¨ª, con una sensaci¨®n de impotencia, la obsolescencia de la represi¨®n convencionales.
Nada ocurrido en los terribles sucesos del 18 de junio en los penales lime?os puede ser entendido sin una cabal comprensi¨®n de estos fen¨®menos. Las facilistas comparaciones de la situaci¨®n peruana con la soluci¨®n a la Argentina de la subversi¨®n terrorista de Sendero Luminoso pecan, por ello, de ligereza e imprecisi¨®n. El contexto de crisis, que ha te?ido de agresividad la campa?a antisubversiva, no debe hacer perder de vista los formidables esfuerzos de la naci¨®n por encauzar la resoluci¨®n de sus conflictos por la v¨ªa democr¨¢tica.
La legitimidad del Estado democr¨¢tico, consagrada en la Constituci¨®n de 1979, en un gran consenso de las m¨¢s dis¨ªmiles concepciones pol¨ªticas, representa la aspiraci¨®n integradora de los principales proyectos pol¨ªticos del Per¨² contempor¨¢neo. De Haya de la Torre, fundador del APRA, actualmente en el poder, a Mari¨¢tegui y V¨ªctor Andr¨¦s Bela¨²nde, la conquista del territorio inconexo en un esfuerzo de unidad ha sido un objetivo imprescindible para la viabilidad de la Rep¨²blica. Un desaf¨ªo que ha adquirido bajo el Gobierno de Alan Garc¨ªa un timbre de urgencia en lo que ha llamado la recuperaci¨®n del trapecio andino.
Precisamente uno de los s¨ªntomas frecuentemente descuidados en el estudio de la crisis subversiva en Per¨² es el de las tr¨¢gicas y profundas divisiones producidas por la intransigencia y el dogmatismo ideol¨®gicos. No se puede obviar el hecho de que el formulador de la ideolog¨ªa senderista, pensamiento del camarada Gonzalo, es uno de los fil¨®sofos m¨¢s s¨®lidos del marxismo peruano, Abimael Guzm¨¢n. La oposici¨®n dial¨¦ctica del elemento ind¨ªgena con la cultura occidental es uno de los pilares de su ideolog¨ªa, ignorando que Per¨² es hoy, como lo prueban las estad¨ªsticas, un pa¨ªs mestizo. Esta ¨®ptica a?ade un coeficienie de m¨¢xima peligrosidad a las posiciones racistas, identificando al mundo andino como una clase social y coloc¨¢ndolo en relaci¨®n antag¨®nica con las ciudades.
Los campesinos 'redentores'
Los criterios mao¨ªstas, que conciben al campesinado como clase redentora, sustentan el camino de la lucha armada como una guerra del campo a las ciudades. La manipu.laci¨®n de los elementos andinos pretende dar una imagen unitaria y coherente de un pa¨ªs muy contradictorio. El violento discurso del marxismo indigenista tiene uno de sus ejemplos m¨¢s ilustrativos en Tempestad en los Andes, de Luis R. Valc¨¢rcel: "?Qui¨¦n sabe de que grupo de labriegos silenciosos, de torvos pastores, surgir¨¢ el Espartaco andino? La ¨²nica elite capaz de dirigir este movimiento ser¨¢ integrada por elementos racial o espiritualmente afines al indio. La dictadura ind¨ªgena busca su Lenin (...). ?l vendr¨¢ a ser bautista de ideas que nombre a las cosas y de luz a los ojos del monstruo ciego. Esta alma grande ha menester de un grupo de escogidos que vive, siente, obra y sabe morir en nombre del pueblo".
La disyuntiva de esta teor¨ªa social es clara: o se acepta la democracia burguesa o se forma la elite para dar el gran salto. "Salvo el poder, todo es ilusi¨®n", es el leitmotiv de uno de los himnos guerreros de los senderistas.
Sendero Luminoso se ofrece como una muestra concreta de la marginalidad y del rechazo radical al orden establecido. En ideolog¨ªa y estrategia repudia abiertamente la formalidad de los partidos revolucionarios existentes y hasta los c¨®digos sem¨¢nticos que expresan el debate ideol¨®gico formal. Su milenarismo les lleva a asumir la acci¨®n suicida y fan¨¢tica de una manera que no tiene precedente ni comparaci¨®n, salvo en la Camboya de Pol Pot.
No es un descubrimiento, por tanto, decir que su actividad, desatada desde 1980, est¨¢ dirigida a minar la confianza de la naci¨®n en sus instituciones para provocar las condiciones que creen propicias para su asalto final: la desestabilizaci¨®n del gobierno civil y la guerra generalizada contra una deseable y/o probable dictadura militar. Cualquier escenario intermedio s¨®lo es ilusi¨®n.
Per¨² se encuentra ahora en un trance hist¨®rico decisivo. El combate ha sido asumido por el Ej¨¦rcito, con todas las consecuencias dolorosas que este hecho ha representado. Inclusive excesos. Es decir, ejecuciones informales.
"Las fuerzas de la ley deben estar por encima de la reacci¨®n primaria y brutal", dijo el presidente Garc¨ªa al anunciar el procesa.miento de los soldados y oficiales de la Guardia Republicana acusados del aniquilamiento de reclusos que ya se hab¨ªan rendido. Lo fant¨¢stico es que este gesto puede ser ampliamente impopular en vastos sectores de la poblaci¨®n que, ante la inexistencia de la pena de muerte en Per¨², esperaban una salida, sumaria al problema planteado en los penales por los presos acusados de terrorismo.
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