Nicaragua, una prueba que no falla
Hoy se cumplen siete a?os de la llegada al poder en Managua de los sandinistas. Siete a?os en los que el acoso desde m¨²ltiples frentes a la revoluci¨®n nicarag¨¹ense ha mantenido a esta peque?a rep¨²blica centroamericana en el centro de la atenci¨®n mundial. El autor de este art¨ªculo sale en defensa apasionada de los logros alcanzados en el proceso de la revoluci¨®n s¨¢ndinista y lanza una clara advertencia a aquellos que exigen demasiado a un pa¨ªs tan peque?o como Nicaragua y tan poco a su enemigo del Norte, Estados Unidos.
Son ya siete los a?os que cumple la revoluci¨®n sandinista. Los nicarag¨¹enses, con su peculiar sentido po¨¦tico, llaman a su revoluci¨®n la chavala y dir¨¢n: "Est¨¢ cumpliendo siete a?os". (La revoluci¨®n es todav¨ªa fr¨¢gil y tierna, como una chavalita, y como a tal hay que quererla, cuidarla y defenderla.)Y casi siete son los a?os tambi¨¦n en que Nicaragua se ha convertido en noticia mundial y, sobre todo, pol¨¦mica. Siete a?os con la noticia a cuestas y Nicaragua est¨¢ en la mirilla de la adhesi¨®n y de la sospecha, del amor y del odio. Unos a favor y otros en contra, y otros en el centro, al parecer en la perplejidad, como si nada estuviera claro, como si nada fuera definitivo, como si la raz¨®n anduviera a ratos con unos y a ratos con otros.
Pero ¨¦sa es, creo yo, la apariencia y no la realidad profunda.
Puede existir un p¨²blico perplejo que, ante tanta noticia dispar, se pregunte, entre receloso y escamado: ?Pero qu¨¦ pasa en Nicaragua? ?Cu¨¢l es la verdad? Y ese p¨²blico sincero, no predispuesto ni fanatizado, tiene derecho a una respuesta. Y ser¨ªa hermoso y l¨®gico que la tuviera. Pero no se la van a dar. Ni ¨¦l, por m¨¢s que quiera, la va a lograr, porque la informaci¨®n est¨¢ ya secuestrada, es decir, en manos del poder. Y el poder act¨²a conforme a los dictados del poder y no de la verdad. Lo de Nicaragua no es un juego, un pasatiempo de pol¨ªticos que se turnan en. el poder, un cambio cacareado y luego no cumplido. Es una revoluci¨®n. Y eso est¨¢ claro, demasiado claro, para unos y para otros.
El imperio americano
Y una revoluci¨®n divide y enfrenta siempre, porque trastrueca el orden establecido, es decir, despoja, hiere, quita privilegios, reparte fortunas, nivela, levanta a los oprimidos y establece nuevos sujetos de la vida y de la historia. Y esto no deja a nadie indiferente. En Nicaragua no andan indiferentes el imperio norteamericano, los latifundistas, los guardias ex somocistas, la burgues¨ªa, pues la revoluci¨®n los ha privado de sus privilegios y poder. Ni andan indiferentes los indios y campesinos, los trabajadores -la gran mayor¨ªa- a quienes la revoluci¨®n les ha proporcionado una dignidad, libertad y participaci¨®n que antes jam¨¢s tuvieron. Ni andan indiferentes quienes, nicarag¨¹enses o no, apoyan a unos o a otros, quienes pretenden un orden con ricos y pobres, dominadores y dominados, o no.
Y la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, nicarag¨¹ense o no, es ah¨ª donde rompe tambi¨¦n su indiferencia: o se pone de parte de los ricos y poderosos, o de parte de los pobres y oprimidos. Todo lo dem¨¢s es hojarasca pretexto o mentira. EE UU y sus servidores han dejado bien al descubierto qu¨¦ es lo que entienden ellos por raz¨®n y derecho: sus intereses. Y sus intereses los revisten o disfrazan de Dios, de religi¨®n, de democracia, de derechos humanos, de libertad y progreso.
No otra es, para m¨ª, la magia que inclina a estar a favor o en contra de Nicaragua. Nicaragua es un punto c¨®smico, un test universal que desvela por d¨®nde y a trav¨¦s de qui¨¦n pasa la revoluci¨®n o la contrarrevoluci¨®n.
Y esa inclinaci¨®n est¨¢ tomada ya por un sinf¨ªn de factores secretos. Y cuando la inclinaci¨®n est¨¢ tomada, sobran todos los argumentos del contrario: nada vale, nada interesa, nada convence, nada es verdad. S¨®lo se comprende aquello que se ama.
Es el caso de lo que hace unos d¨ªas vimos en la televisi¨®n, en el programa Jueves a jueves. All¨ª el se?or Rup¨¦rez intervino para hablar sobre la revoluci¨®n nicarag¨¹ense. El se?or Rup¨¦rez sabe muchas cosas acerca de la revoluci¨®n nicarag¨¹ense. Sabe que esta revoluci¨®n tiene delante, como enemigo primero, al imperio m¨¢s fuerte de la Tierra. Sabe que este imperio la golpea ilegal e inmoralmente por todos los medios posibles. Sabe que lo que este imperio ha entregado oficialmente en estos cinco a?os en ayuda a la contra suma m¨¢s de 205 millones de d¨®lares. Y sabe que son centenares y centenares los ataques e incursiones que ha realizado contra Nicaragua desde Honduras y Costa Rica. Y sabe los innumerables da?os fisicos y las innumerables p¨¦rdidas en producci¨®n que esta agresi¨®n ha supuesto para Nicaragua.
Pues bien, el se?or Rup¨¦rez, a la hora de hacer balance de la revoluci¨®n, todo esto lo omite y lo silencia. No provoca en ¨¦l la menor indignaci¨®n. Ni un s¨®lo reparo. Y pretende impresionar a los telespectadores actuando en la conversaci¨®n con un tono y lenguaje pretendidamente mesurado, imparcial, inmaculado y trascendental casi. Entre las cosas que ¨¦l vio en Nicaragua y no le parecieron "demasiado bien" no descubri¨® nada de esto.
El se?or Rup¨¦rez sabe que esta revoluci¨®n ha hecho, a pesar de sus errores y fallos, cosas maravillosas. Sabe que ha ejercido la magnanimidad y el perd¨®n suprimiendo desde el primer momento la venganza y la pena de muerte. Sabe que fueron soldados sandinistas quienes alfabetizaron a los guardias ex somocistas. Sabe que la revoluci¨®n redujo el analfabetismo de un 62% a un 10%, que la mortalidad infantil baj¨® del 121 por mil a un 58 por mil, que en el momento presente no se da ya un solo caso de poliomielitis, que...
Pero el se?or Rup¨¦rez estaba all¨ª para dictar, en tono grave e inapelable, sus reproches imperiosos contra Nicaragua: el proceso sandinista no segu¨ªa el proceso democr¨¢tico y democratizador de El Salvador; la revoluci¨®n nicarag¨¹ense sumerg¨ªa al pueblo en la vor¨¢gine absurda de la violencia; Daniel Ortega se negaba a entablar di¨¢logo con los ciudadanos por no contestar a una carta en que se le ped¨ªa que dimitiera de presidente; Sergio Ram¨ªrez -el vicepresidente- s¨ª que era un valor de la revoluci¨®n, pero un valor excepcional y que la otra parte -negra y mayoritaria- exhib¨ªa para enga?ar.
Est¨¢ claro, el se?or Rup¨¦rez no ha entrado con amor, sencillamente, sin prejuicios en la revoluci¨®n del pueblo de Nicaragua. Y por eso no la ha entendido ni la entender¨¢ jam¨¢s. Est¨¢ contra ella, y aunque la revoluci¨®n sandinista tenga muchas cosas positivas e inclus¨® haga milagros, ¨¦l las ver¨¢ siempre con recelo, con desestima y con dureza. Al no amar, se condena a no comprender.
Es el caso de la protesta ante el obispo nicarag¨¹ense recientemente expulsado. Un obispo que, a decir de otros obispos hermanos, viene dedicado a realizar una actividad pol¨ªtica claramente contrarrevolucionaria. Este obispo ha calumniado las elecciones democr¨¢ticas de su pa¨ªs, ha visto bien la acci¨®n de los contra, ha legitimado lo que ning¨²n organismo internacional ha legitimado (el bloqueo, el embargo y la agresi¨®n yanqui) y se ha manifestado contra la revoluci¨®n en forma contraria a las leyes v¨¢lidas para todo ciudadano. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa, aqu¨ª en Espa?a, si un obispo tratara de legitimar la acci¨®n de ETA?
Hermanos ca¨ªdos
Somos muchos los que esperamos, de los mismos que ahora han protestado por esta expulsi¨®n, una protesta contra la agresi¨®n yanqui a la revoluci¨®n de Nicaragua. ?Cu¨¢ntos hermanos han ca¨ªdo ya asesinados por la contra? Esas vidas humanas -miles- no enternecen, ni preocupan, ni fuerzan a protestar a quienes protestan por la expulsi¨®n de un obispo, no precisamente profeta, sino pol¨ªtico, que se alinea c¨®mplicemente con una agresi¨®n terriblemente destructora. ?Habr¨¢ que dejar que este obispo, por ser obispo, y ampar¨¢ndose en el car¨¢cter sagrado de su condici¨®n episcopal, siga ejerciendo una acci¨®n pol¨ªtica ilegal?
?Expulsarle es persecuci¨®n de la Iglesia o limitaci¨®n y control de abusos inadmisibles? ?Por qu¨¦ no se lamenta a tiempo lo que este obispo dice y hace -y contra qui¨¦nes lo hace-, en lugar de lamentar su expulsi¨®n? Al fin y al cabo, se le ha puesto fuera del pa¨ªs, por indigno, sin ninguna afrenta ni castigo. ?Pero cu¨¢ntos nicarag¨¹enses no han sido acosados, secuestrados, torturados, asesinados, y esto contra todas las normas de la raz¨®n y del derecho?
?No habr¨¢ para ellos, y en favor de ellos, una protesta en¨¦rgica, dolorida, solemne, universal, con toda la fuerza que ciertas instancias dicen tener? ?Podemos seguir esperando? ?O tambi¨¦n ah¨ª el amor se encontr¨® con la sequedad de un inmenso y cruel vac¨ªo?
Es el caso del peri¨®dico La Prensa, cerrado recientemente por el Gobierno sandinista. La Prensa, principal peri¨®dico de la dictadura somocista, aglutina a los elementos m¨¢s reaccionarios de la contrarrevoluci¨®n y expresa y defiende los intereses (internos y externos) de quienes perdieron con la revoluci¨®n.
La Prensa no tiene costumbre de funcionar seg¨²n las exigencias de unas leyes democr¨¢ticas, sancionadas por una mayor¨ªa popular, sino seg¨²n los dictados del poder y del dinero, a quienes siempre ha servido. Y eso lo tiene todav¨ªa, pero no el pueblo. Y sin pueblo, y contra ¨¦l, reclaman ahora su libertad, la que siempre tuvieron, como si se tratara de un absoluto, por encima y en contra de las libertades de la sociedad y del pueblo.
'La Prensa' en la ilegalidad
La Prensa no est¨¢ en la oposici¨®n, sino en la ilegalidad. Nunca ha reconocido el hecho hist¨®rico de la revoluci¨®n, nunca ha reconocido la legitimidad del nuevo Gobierno, ha dado cobertura a las acciones criminales y terroristas de los contra y de otras fuerzas mercenarias, ha desconocido los logros obvios y m¨¢s nobles de la revoluci¨®n, ha falsificado hechos, datos y noticias que da?aban gravemente a la revoluci¨®n, ha propalado la idea de que las ¨²ltimas elecciones fueron una farsa, nunca ha denunciado ni combatido las crueldades de la agresi¨®n yanqui, ha colaborado y ensalzado las acciones de los enemigos del sandinismo incluso cuando ellas atentaban contra los derechos del pueblo y de la naci¨®n. Es decir, La Prensa es otro caso, no de una oposici¨®n democr¨¢tica, libre y digna, sino de un rechazo total, permanente y ciego de cuanto ahora en Nicaragua es popular, democr¨¢tico, libertad y derecho del pueblo, y pronto constitucional. La Prensa anda ciega para la comprensi¨®n, porque anda vac¨ªa de amor. Ciega a los avances de la historia, impermeable a las demandas de una sociedad m¨¢s justa e igualitaria. Lamentar el cierre de La Prensa no es ganar ni libertad ni justicia, ni derechos humanos. Es hacer el juego a los dictadores que, ya sin pudor apenas, se atreven a exponer bajo las verg¨¹enzas de su libertad y de sus derechos, el c¨ªnico olvido de la libertad y de los derechos del pueblo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.