Pedro Cano
'Pintor del periodismo', una obra suya figura en la pinacoteca del Papa
A Pedro Cano, el pintor murciano que hab¨ªa empezado sin escuela, a los 10 a?os, a pintar cuadros al ¨®leo, se le considera en Italia, que le ha abierto siempre sus mejores galer¨ªas de arte, como el pintor del periodismo, porque lo mejor de su producci¨®n es como un diario de viaje. Hasta el papa Wojtyla, siempre atento a lo que reluce en el campo del arte y del saber contempor¨¢neo, ha querido para su colecci¨®n vaticana una tela de este pintor espa?ol, que hoy vive a caballo entre Roma y Nueva York.
La negociaci¨®n se hizo entre el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, el arzobispo espa?ol Eduardo Mart¨ªnez Somalo, n¨²mero tres de la alta jerarqu¨ªa papal, y el embajador de Espa?a ante el Vaticano, Gonzalo Puente, que a pesar de su confesado agnosticismo trae embelesados a monse?ores y cardenales con su saber teol¨®gico. La condici¨®n, aceptada por el Vaticano, era que el cuadro de Pedro Cano fuese colocado en la pinacoteca vaticana, donde son pocos los artistas que logran encaramarse.La tela formaba parte de la colecci¨®n El abrazo, de la que tantos elogios han hecho siempre los cr¨ªticos italianos. "Era un cuadro", dijo Cano a este corresponsal "que desde a?os no consegu¨ªa acabar. Durmi¨® mucho tiempo e espera de los ¨²ltimos pinceles Nunca pens¨¦ que iba a acabar en las manos del Papa, quien quiso, con mucha cordialidad, que le explicase su significado cuando se lo entregu¨¦ hace unos d¨ªas".
Pedro Cano, que tiene 44 a?os se cas¨® con una italiana en los a?os sesenta. Hab¨ªa conocido la pobreza y la injusticia. Hab¨ªa querido ser pintor a toda costa. Y su tes¨®n. y su genio le llevaron a encontrarse con los maestros Antonio L¨®pez y Juan Barjola. Se prepar¨® en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y fue en el Prado donde empez¨® a enamorarse de la pintura italiana. Obtuvo una beca para la Academia de Bellas Artes de Roma, cuando s¨®lo ten¨ªa 25 a?os particip¨®, gan¨¢ndolo, en el Premio Roma. En 1974 consigui¨® hacer su primera exposici¨®n en la galer¨ªa Giulia, de la capital. Fue su consagraci¨®n.
Pero el cosquilleo de la ¨¦poca le llev¨®, con su mujer, a probar la vida de los hippies. Se trasladaron a Anguilara, a las orillas del dulce lago de Bracciano, a 40 kil¨®metros de Roma. Su pintura se encendi¨® de realismo. Brot¨® de sus pinceles todo el drama de su infancia pobre y de su condici¨®n de hu¨¦rfano de padre a los 10 a?os. La izquierda quiso adoptarlo para su causa, pero Pedro el murciano era recio en sus principios: quer¨ªa s¨®lo ser pintor. Pintaba miserias no por ideolog¨ªa sino porque le hab¨ªan rasgado desde ni?o la carne y el alma. Y fue esta pasi¨®n por lo concreto, por la vida, la real, la de las cosas de cada d¨ªa, la de los hombres m¨¢s aplastados y comunes, lo que le llev¨® con su esposa a recorrer, descansando por las noches siempre en un saco de dormir, Am¨¦rica Latina desde M¨¦xico a Brasil. De aquel viaje nacieron sus mejores telas, que han sido expuestas desde Mil¨¢n hasta Palermo, en Sicilia, pasando por Florencia, Roma, N¨¢poles, Bari, etc¨¦tera. Durante todo julio y agosto tendr¨¢ una exposici¨®n en el castillo aragon¨¦s de la isla de Ischia, patrocinada por la regi¨®n, la provincia y el Ayuntamiento.
Pedro Cano, amado y admirado en el extranjero y sobre todo aqu¨ª en Italia, su segunda patria, es el cl¨¢sico artista que encarna el viejo refr¨¢n b¨ªblico de que "nadie es profeta en su tierra".
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