M¨¢s sobre lengua y naci¨®n

No acabo de entender los criterios con que se aplica el pretendido rigor de su peri¨®dico a la hora de seleccionar las cartas que le llegan para su publicaci¨®n: la que apareci¨® el mi¨¦rcoles 30 de julio bajo el t¨ªtulo Lengua y naci¨®n contiene tal cantidad de errores, falseamientos y desprop¨®sitos que m¨¢s bien parece una iniciativa del responsable de la secci¨®n para sondear la susceptibilidad de los lectores.A su autora le preocupa, al parecer, que en Espa?a la "lengua principal no reciba el nombre de la naci¨®n, a diferencia de lo que ocurre incluso con pueblos espa?oles" (sic) por todo el mundo. Bastar¨ªa para rebatir este pintoresco argumento con advertir que todo su peso descansa en la confusion -hiriente a estas alturas- de naci¨®n y pueblo con estado. No s¨¦, por ejemplo, si un eslovaco admitir¨ªa que el checo es el idioma de su naci¨®n, pero estoy seguro de la cara que pondr¨ªa un nacionalista escoc¨¦s si oyera que, para sostener su teor¨ªa, la autora se apoya sin escr¨²pulos en la confusi¨®n -sinonimia lo llama ella- de Gran Breta?a con Inglaterra.

Resulta ocioso seguir discutiendo, pero no, puedo quedarme sin decir que merece muy poca credibilidad como experta en ling¨¹¨ªstica quien ignora que cr¨¦ole -esa lengua inefable que hablan los haitianos, de acuerdo con las informaciones de EL PA?S durante las gozosas jornadas de la espant¨¢ de Duvalier-, es un t¨¦rmino franc¨¦s que traduce el castellano criollo.- Juan Luis Conde. .