Problemas en las ant¨ªpodas
EL COMUNICADO publicado en San Francisco, al cabo de dos d¨ªas de reuniones de los ministros de Exteriores y de Defensa de EE UU y Australia, especifica que EE UU "suspende sus obligaciones de defensa" con respecto a Nueva Zelanda, derivadas del tratado ANZUS firmado en 1951. De hecho, Nueva Zelanda queda eliminada de dicho tratado, en el que permanecen norteamericanos y australianos; pero Australia no rompe sus obligaciones militares con respecto a Nueva Zelanda, si bien manifiesta su "comprensi¨®n" con la actitud adoptada por EE UU. Es evidente que la negociaci¨®n de los diversos p¨¢rrafos del comunicado ha sido trabajosa.La crisis entre Washington y el Gobierno de Lange estall¨® hace m¨¢s de a?o y medio, y una vez fracasados los esfuerzos de Shultz por lograr un cambio en la actitud de Wellington, un desenlace como el que ahora se ha hecho p¨²blico era previsible. Lo que s¨ª causa cierta sorpresa es la actitud del Gobierno australiano, laborista como el de Nueva Zelanda y que nunca hab¨ªa querido distanciarse radicalmente de la posici¨®n neozelandesa. El sentimiento contra las armas nucleares es fuerte en Australia. Este cambio en la actitud de Canberra tiene una explicaci¨®n escasamente digna, de puro inter¨¦s comercial, y ello ha sido reconocido abiertamente por altos funcionarios australianos: unos p¨¢rrafos condenando el proteccionismo en el comunicado de San Francisco y quiz¨¢ ciertas promesas de limitar la financiaci¨®n estatal de las exportaciones de trigo norteamericano a la URSS, que causan mucho da?o a Australia.
La represalia de EE UU contra Nueva Zelanda tiene una causa que interesa a otros pa¨ªses: el Gobierno de Lange, cumpliendo el mandato de sus electores, se niega a aceptar la entrada en sus puertos de nav¨ªos con armas nucleares. EE UU rechaza, por principio, decir si sus nav¨ªos llevan a bordo dicho armamento. Es un problema que se plantea en otras zonas del mundo, y concretamente en Espa?a, aunque el Gobierno de Gonz¨¢lez evita hacer declaraciones sobre el tema. Es evidente que la posici¨®n adoptada por EE UU niega en la pr¨¢ctica la posibilidad para otros pa¨ªses soberanos de aplicar de modo efectivo una pol¨ªtica de desnuclearizaci¨®n. Si un pa¨ªs se define como "desnuclearizado", pero acoge en sus puertos nav¨ªos de EE UU con armas nucleares, es obvio que esa definici¨®n queda mermada en grado sumo. Tal ambig¨¹edad, o doble juego, es rechazado por el Gobierno de Lange. Esta actitud del Gobierno laborista neozeland¨¦s es atacada fuertemente por la derecha, y es probable que el golpe de efecto de EE UU con el comunicado de San Francisco tiende a fortalecer la oposici¨®n interior contra la pol¨ªtica exterior de Davis Lange.
Hace falta sin embargo situar este conflicto de EE UU con Nueva Zelanda en un marco m¨¢s amplio. A partir de la II Guerra Mundial y de la derrota de Jap¨®n, EE UU se ha acostumbrado a considerar el Pac¨ªfico como una de las regiones del mundo en la que su hegemon¨ªa se impon¨ªa de un modo m¨¢s completo y con mayor facilidad. Pero con el proceso de descolonizaci¨®n han surgido en numerosas islas del Pac¨ªfico nuevos Estados independientes que, por los l¨ªmites reducidos de su poblaci¨®n y territorio, tienden a agruparse para objetivos comunes y para poder desempe?ar cierto papel en la escena internacional. La reuni¨®n que han celebrado la semana pasada en Suva, capital de las islas Fidji, los 13 Estados que constituyen el F¨®rum del Pac¨ªfico Sur ha revestido una importancia muy superior a las anteriores sesiones de dicho organismo. Algunas tendencias comunes se han destacado con bastante claridad en el curso de los debates: el apoyo a la independencia de Nueva Caledonia, con la petici¨®n concreta de que se incluya en la comisi¨®n de descolonizaci¨®n de la ONU, lo que representa una derrota para la pol¨ªtica francesa.
Por otro lado, la voluntad de establecer una zona desnuclearizada en el Pac¨ªfico sur, si bien, despu¨¦s de fuertes discusiones, ha prevalecido la posici¨®n moderada de no incluir la referencia directa a la navegaci¨®n de nav¨ªos que sean posibles portadores de armas nucleares. Al mismo tiempo se ha manifestado un deseo claro de abrir el Pac¨ªfico sur a las relaciones con todos los pa¨ªses, sin encuadrarlo en una concepci¨®n estrat¨¦gica de divisi¨®n en bloques. Varios Estados de la zona han establecido ya relaciones con la URSS y negocian con ella sobre acuerdos de pesca y otras cuestiones. La tendencia al no alineamiento, a la desnuclearizaci¨®n, adem¨¢s del rechazo radical del colonialismo, han marcado la reuni¨®n de Suva. Ello anuncia crecientes obst¨¢culos para la pol¨ªtica francesa de proseguir sus pruebas nucle ares en esa regi¨®n. Pero la Administraci¨®n Reagan tambi¨¦n considera negativo para su estrategia mundial el desarrollo de esas tendencias de signo pacifista. Y la dureza de que ha dado muestra al zanjar su conflicto con Nueva Zelanda es sin duda una advertencia, y a la vez una indicaci¨®n, de su inquietud ante esas corrientes en el Pac¨ªfico sur.
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